La cuenta atrás de las elecciones andaluzas

El andalucismo celebra su 'Día Nacional' roto en pedazos y sin referente claro

Acto en memoria del asesinato de Blas Infante, considerado 'Padre de la Patria andaluza', organizado por la Fundación Blas Infante, en el kilómetro 4 de la antigua carretera de Carmona, en Sevilla, en 2020.

El jardín andalucista parece más florido que nunca en este 4 de diciembre, 4D, oficioso "Día Nacional" de la comunidad del sur. Por allí emerge Adelante Andalucía, liderado por Teresa Rodríguez, que une a Anticapitalistas con Primavera Andaluza, Izquierda Andalucista y Defender Andalucía. Por aquí asoma Andaluces Levantaos, la recién creada coalición que toma su nombre del himno de Blas Infante e integra a Más País junto a Iniciativa del Pueblo Andaluz y Andalucía por Sí. Se diría, observando el jardín, que el andalucismo está –políticamente, al menos– de moda. Sin embargo, algo falla.

Hay flores, sí. Pero aún hay que comprobar si son flores de un día.

La excepción andaluza

Andalucía parece tener mucho de lo necesario para armar un potente movimiento andalucista, no necesariamente nacionalista pero sí soberanista: antecedentes próximos, fuerzas políticas interesadas, un atraso socioeconómico secular del que frecuentemente se ha culpado a las élites centralistas, una inconfundible personalidad artístico-cultural, una historia identificable salpicada de fechas emblemáticas... Tiene incluso mártires como Blas Infante, asesinado por los golpistas en 1936, y Manuel José García Caparrós, muerto por un disparo policial hace ahora 44 años en la mítica manifestación autonomista del 4D, de la que este sábado celebra el aniversario una izquierda en profunda división que se ha puesto ya en modo preelectoral.

Y a pesar de todo este repertorio blanquiverde, el andalucismo –sea soberanista o nacionalista, en diferentes grados– no despega electoralmente, al menos no con un partido sólo andaluz, análogo por su fuerza a los que existen en Cataluña, el País Vasco o Galicia y en menor medida en la Comunidad Valenciana, Canarias o Baleares. De hecho, se trata de una excepción, porque el soberanismo periférico está en ascenso casi en todas partes salvo en la gran comunidad del sur, la más poblada de España.

En 2020, en las autonómicas en Galicia y País Vasco, se produjo el mejor resultado histórico del BNG y también de la suma PNV-izquierda abertzale. El caso vasco es extremo. Ni Álava, tradicional dique españolista, resiste. El PNV es el más votado en todas las elecciones: autonómicas, generales y europeas. En Cataluña, en las autonómicas de 2021, los independentistas superaron por primera vez el 50% del voto. A ello se suma que ERC es la más votada en las generales en Cataluña, donde el independentismo rompió su techo en los últimos comicios, y JxCat en las europeas. Los socialistas son ya la segunda fuerza de la izquierda en las autonómicas en las tres comunidades históricas, por detrás de la izquierda soberanista. Hasta a Madrid llega, mediado por sus particularidades como comunidad de la capital, el fenómeno: Más Madrid adelantó al PSOE en las últimas autonómicas.

Más. Hay diputados en el Congreso de todas las fuerzas antes mencionadas más la CUP, Compromís, Coalición Canaria, el Partido Regionalista Cántabro y, en escala provincial, Teruel Existe. Pero no hay un diputado elegido por un partido andaluz-andalucista. Se podrá oponer que UP, PSOE y hasta PP son andalucistas y así lo dicen de sí mismos. Pero lo innegable es que la falta de un partido andaluz-andalucista fuerte, a nivel estatal y/o autonómico, contrasta con el mapa de las tres "nacionalidades", Cataluña, País Vasco y Canarias, y del grupo de las "nacionalidades históricas" al que pertenece a Andalucía junto a Comunidad Valenciana, Galicia, Aragón y Baleares.

No siempre fue así. Hoy sorprende a muchos enterarse de que el Partido Andalucista (PA) entró en 1979 en el Congreso con grupo propio, o de que el andalucista Luis Uruñuela fue el primer alcalde democrático de Sevilla, cargo que luego ocuparía entre 1991 y 1995 Alejandro Rojas Marcos. Más aún extraña refrescar en la memoria que el andalucismo llegó a tener representación en el Parlament de Cataluña en los 80.

Cabe así preguntarse: ¿Qué ha pasado? ¿Qué perspectivas hay?

Moreno: contradicción y eficacia

La primera respuesta recabada es que el andalucismo es un concepto maleable del que diferentes partidos hacen uso a conveniencia. Los datos no describen una corriente imparable ni excesivamente definida. Una encuesta oficial publicada en febrero desvelaba que el extendido sentimiento de orgullo de ser andaluz convive con un igualmente extendido orgullo de ser español. Únicamente un 0,6% afirma sentirse "sólo andaluz". Un escenario así permite jugar la baza andalucista incluso a la derecha, a pesar de que tanto Alianza Popular como UCD se opusieron en la Transición a la autonomía plena.

El ejemplo más claro es el presidente, Juan Manuel Moreno (PP), que celebró el reciente congreso del PP con gran despliegue blanquiverde. Su "andalucismo moderno" –así lo ha llamado– entroniza la figura de Clavero Arévalo (UCD), padre del café para todos, y se ancla en la denuncia del supuesto agravio a la pobre comunidad del sur para pagar favores a las regiones ricas de Cataluña y el País Vasco. No hay que haber hecho cinco años de Ciencias Políticas para entender que es un discurso que puede dar rédito. ¿Le funciona a Moreno? A priori el marco andalucista podría parecer incómodo para un presidente en el poder gracias a Vox, pero lo cierto es que todo apunta a que sí le funciona. "Nadie sabía muy bien cuál iba a ser la estrategia de Moreno con respecto al andalucismo, después de décadas en que se han confundido identidad andaluza, institución [Junta] y partido [PSOE]", señala el politólogo Jesús Jurado, que reconoce a Moreno haber logrado "resignificar" el andalucismo con "inteligencia" a su propia conveniencia en una autonomía difícil para ello, ya que fue fundada sobre una lucha de sesgo izquierdista.

Así explica el contexto funcional de la autonomía el catedrático de Historia Salvador Cruz Artacho en su artículo 28F. 40 años del sí que cambió la historia, en la revista Andalucía en la historia: "En Andalucía los gritos en pro de la amnistía, la libertad y la democracia se acompañaban de la denuncia del 'agravio comparativo' y de la exigencia de su definitiva superación por la vía de la igualdad de trato". Hoy Moreno juega con estos antecedentes y, cuando Pedro Sánchez negocia con Pere Aragonés (ERC), le dice a los líderes del PSOE: "Ni queremos más que nadie, ni menos que nadie". El líder del PP parafrasea así al primer presidente, el socialista Rafael Escuredo. De alguna manera, y a pesar del pacto con Vox, Moreno ha logrado encarnar ese andalucismo de corte institucional, tan dado a la denuncia de agravio, que durante décadas usó el PSOE.

Una bandera históricamente izquierdista

Para la izquierda, el andalucismo de Moreno es fachada sin contenido real. Las fuerzas progresistas nunca han creído verdadero el giro iniciado por el PP cuando apoyó el Estatuto de 2007, el que alude a Andalucía como "realidad nacional". Lo han visto siempre como una forma impostada de redimirse por su oposición al cambio de estatus de Andalucía en la Transición. El no apenas obtuvo 152.000 votos de un total de más de 2,8 millones. El PSOE supo apropiarse de aquella energía blanquiverde y se ha mantenido 37 años en el poder reivindicándose como el "partido de Andalucía".

¿Qué ha hecho el PSOE con esa posición? Han sido múltiples las acusaciones contra el PSOE de haber dilapidado la fuerza del 4D de 1977 –manifestaciones– y el 28F de 1980 –referéndum–. Esa fue la tesis dominante de los históricos Partido Socialista Andaluz (PSA) y PA, pero también del PCE-IU, Podemos y ahora el nuevo andalucismo: el PSOE como decepción de la promesa autonomista. En el ámbito académico, han apuntado en esa dirección intelectuales como el historiador de la economía Carlos Arenas. Con estas palabras: "El desempleo masivo, la desprotección social, la crisis agraria, la desindustrialización, la pérdida del poder adquisitivo de los salarios y la ausencia de futuro para las clases medias aparecieron como una pedrada en el estanque el 4 de diciembre de 1977. El PSOE no se sustrajo a ese mensaje de indignación. Al fin y al cabo, necesitaba rodearse de un discurso político que pescara en los caladeros de votos de la izquierda. El andalucismo, la planificación económica y por supuesto la reforma agraria estaban en sus programas. [...] Sin embargo, llegado al poder en Sevilla y en Madrid, la misión del PSOE andaluz fue la de apagar el fuego que había contribuido a encender. La reforma agraria que preconizaban [fue] sustituida por los subsidios del PER".

"El PSOE hizo una lectura inteligente de la situación en la Transición y podemos decir que le robó la bandera al PSA, quedándose con el patrimonio simbólico del andalucismo", señala Antuan Vargas, coordinador Nacional de Izquierda Andalucista. A su juicio, el andalucismo socialista institucional ha consistido en un ramillete de lugares comunes sin potencial transformador. Es una acusación frecuente contra los socialistas. Pero lo cierto es que durante décadas nadie le supo disputar con éxito al PSOE la bandera. El PA se fue desquiciando por la impotencia. Los bandazos ideológicos, las peleas internas y errores estratégicos como la petición del voto en contra de la reforma del Estatuto de 2007 acabaron precipitando su declive. Acabó disolviéndose en 2015.

PA fuera de juego

Aquí sitúa el politólogo Jesús Jurado otro hito relevante para entender por qué, en este ciclo de auge particularista, el andalucismo aparece desguarnecido. El ciclo de cambio sociopolítico –explica– que se abre con el 15M en 2011 y se concreta con la irrupción de nuevos partidos a partir de 2014 pilla al andalucismo con el "sujeto clásico del andalucismo" fuera de juego .

Hasta la fecha ningún partido ha logrado ocupar el espacio que ocupaba el PA, ni hacer del andalucismo una fuerza relevante en el escenario post-bipartidista. Adelante Andalucía está en ello, si bien tiene el obstáculo de la vinculación histórica que también tienen con el andalucismo Izquierda Unida y el PSOE. De hecho, hoy todos los partidos de la comunidad se reivindican andalucistas, salvo Vox. Mientras Moreno practica un regionalismo que se mira en el espejo de su admirado Núñez Feijóo, Cs dice que no admite "lecciones de andalucismo".

Falta de compromiso de la burguesía

Hay otro factor que aparece en los análisis sobre el porqué de la falta de fuerza del andalucismo, al menos en su vertiente política partidista: la falta de compromiso autonomista de la burguesía. Así lo explicaba en junio el catedrático de Economía Aplicada Manuel Delgado, colaborador del Observatorio de Desigualdad de Andalucía: "Nuestras élites económicas no han sentido nunca la necesidad de un andalucismo, porque están articuladas con intereses fuera de Andalucía. La burguesía agraria o no agraria de Andalucía, la que ha habido, ha sido siempre españolista".

Completa el razonamiento el historiador Cruz Artacho: "¿Dónde está en Andalucía esas burguesías que en otras comunidades está construyendo identidades propias? Pues, por decirlo resumidamente, están construyendo identidad española". A su juicio, una de las paradojas de la identidad andaluza es que su repertorio cultural es a menudo pasado por un filtro "castizo y folclórico" para ser puesto, ya neutralizado, al servicio de la identidad española. Precisamente por eso Carlos Arenas, autor de Poder, economía y sociedad en el sur, advierte contra la tentación de intentar recuperar vigor andalucista exaltando "costumbres, anécdotas o tradiciones". "La revitalización no debería ser psicosocial, ni emocional, sino basada en el análisis material de la realidad andaluza", añade.

Sin lengua propia

40 años del 28F: Juanma Moreno luce su "andalucismo moderno" mientras su socio Vox reclama el fin de las autonomías

40 años del 28F: Juanma Moreno luce su "andalucismo moderno" mientras su socio Vox reclama el fin de las autonomías

Más controversia hay en torno a cuánto impacto ha tenido en el devenir del andalucismo la falta de una lengua propia. El caso español indica que una segunda lengua favorece la formación de identidades nacionales. El catedrático de Lingüística en la Autónoma de Madrid Juan Carlos Moreno Cabrera cree que la clave en Andalucía, más que la falta de lengua propia, es la extendida percepción negativa entre los andaluces de su propia forma de hablar. "Abunda la idea de que es una forma de hablar vulgar, o incluso ridícula, asociada a la ignorancia, que no es digna de aparecer en instituciones o medios de comunicación", señala. En Andalucía, añade, no hay "conciencia lingüística propia" y se ignora que las formas de hablar andaluzas son "variedades históricas del castellano, no realizaciones vulgares del castellano actual".

Jesús Jurado también resta importancia a la falta de una lengua propia. A su juicio, la clave está en la "minusvaloración" constante que se hace de lo andaluz, especialmente en el terreno cultural. Es un diagnóstico extendido. No en vano, la llamada "tercera ola del andalucismo" tiene un fuerte componente cultural anclado en referentes artísticos, sobre todo musicales, caso del grupo Califato 3/4... "Hay una efervescencia", dice Antuan Vargas, que defiende que ahora hay que hacer compatible el gancho cultural con la reivindicación material. Se trata de una vieja vocación. "Durante el proceso autonómico andaluz, en ausencia de factores étnicos o lingüísticos, resultarán claves la conciencia del atraso y el agravio comparativo como elementos que conforman una identidad cívica", explica la historiadora Teresa María Ortega en el ensayo La sociedad andaluza. Punta de lanza de la democracia y la autonomía.

En los próximos años se irán despejando dudas. En primer lugar, si hay "conciencia de atraso" o, a pesar de los indicadores tozudamente negativos, cala esa idea repetida por el Gobierno andaluz de que la comunidad va camino de ser la locomotora de España. En segundo lugar, habrá que ver si esa hipotética "conciencia" se traduce en opciones políticas que reivindiquen la búsqueda de soluciones en Andalucía. Y, en tercer lugar, está por ver si el sentimiento de agravio no acaba encontrando expresión en el provincialismo, fenómeno en auge a través de la llamada España Vaciada, sin pasar por la puerta de un andalucismo que este sábado celebra el 4D de la incertidumbre y la división.

Más sobre este tema
stats