El sector agroalimentario español teme “pagar el pato” de una guerra comercial con EEUU y mira a Bruselas

Donald Trump ha vuelto a la Casa Blanca con una amenaza de aranceles que no depende sólo de razones proteccionistas sobre determinados productos. El presidente de Estados Unidos blande la imposición general de nuevas tasas como castigo si no cambia lo que no le gusta de otros países. En el caso de España, que es el miembro de la OTAN que menos invierte en defensa con relación a su PIB. A Washington tampoco le parecen bien los subsidios de la Política Agraria Común de la UE, ni los otorgados a la industria aeronáutica, siempre con el argumento de la competencia desleal con sus equivalentes estadounidenses. Con estos mimbres para una posible guerra comercial, el sector agroalimentario español teme acabar sufriendo las consecuencias, como en la disputa Airbus-Boeing del primer mandato del republicano.
“Como se habla de aranceles generalizados, no se sabe si será o no a todos los productos. Vamos a ver si la Comisión Europea puede negociar. Lo que pedimos es que no seamos los que pagamos el pato de otros problemas, como en 2019, que no se nos utilice como moneda de cambio”, indica a infoLibre José Luis Benítez, director general de la Federación Española del Vino. En octubre de ese año, Trump impuso aranceles del 25% a ciertos productos agroalimentarios europeos como represalia por el conflicto comercial aeronáutico, entre ellos el aceite de oliva, el vino, el queso y otras exportaciones insignia de España. Joe Biden los suspendió por cinco años en 2021, aunque siguen aplicándose aranceles a la aceituna negra por otra disputa anterior. “En 2026 podría terminar ese paréntesis y se trata de una tasa del 25% que afectaba a casi todos los vinos tranquilos españoles. Hemos trabajado para trasladar esta preocupación a las instituciones europeas, incluso hemos planteado que, como gesto de buena voluntad, haya un acuerdo específico de cero por cero arancel, tanto para los vinos que llegan aquí de allí como viceversa”, explica.
El segmento del agroalimentario español que mejor sabe lo que es padecer un arancel estadounidense es el de la aceituna negra de mesa, a la que Trump en 2018 impuso una tasa del 35% por considerar que las ayudas de la Unión Europea a los agricultores españoles suponían una desventaja para la producción de California. En 2021, tras un fallo en contra de la Organización Mundial del Comercio (OMC), la tarifa se redujo al 31%. El Gobierno español ha protestado sin éxito contra esta medida, que se mantuvo durante el mandato de Biden. “California sólo produce aceituna negra y el 75% de la competencia procedía de España. Aprovecharon el ambiente proteccionista para denunciar las ayudas de la PAC. Y los principales competidores nuestros allí son países que no son de la UE como Egipto, Turquía y Marruecos”, dice a infoLibre Antonio de Mora, secretario general de Asociación Española de Exportadores e Industriales de Aceituna de Mesa, ASEMESA. “Aquí lo que ha pasado es que todo el mundo ha mirado para otro lado, los demás dentro del sector agroalimentario, la Administración y los otros países. El principal problema que tenemos es que la UE no es un Estado, es un conjunto de países donde todo el mundo mira para otro lado cuando tiene miedo, igual que los demás dentro del sector agroalimentario: ‘no sea que este loco ponga el foco en mí’”, denuncia. Mora considera que el agricultor del olivar todavía no es consciente de lo que implican los aranceles, porque hasta ahora han estado compensados por la sequía. “Llevamos casi cuatro años de sequía, y ha faltado aceituna en todos los países, por eso no se nota el impacto en el precio. Cuando volvamos a la normalidad, sí se notará. El agricultor responde cuando no nos dan el precio, si no, no va con ellos y no se movilizan, y el precio ha seguido siendo alto para ellos. Y en la industria no tenemos tractores para protestar, así que así estamos”, comenta.
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Una de las demandas de las grandes protestas del campo español en 2024 era que la Unión Europea exija las mismas condiciones al producto extracomunitario, algo que los agricultores y ganaderos consideran que les perjudica enormemente. “No pedimos que se limiten los intercambios comerciales, sino que haya igualdad en los productos. Nos quejamos de las excesivas exigencias medioambientales, laborales, de las limitaciones a las explotaciones para nosotros, mientras que los terceros países no las tienen y por tanto no podemos competir con ellos en igualdad de condiciones”, señala a infoLibre Juan Luis Delgado, presidente de ASAJA Salamanca y vicepresidente nacional y responsable de ganadería de la organización agraria. En este contexto, por un lado sienten incertidumbre ante las amenazas de Trump, pero al mismo tiempo comparten con él la idea “de proteger el producto de su país ante el producto de fuera”, porque eso es lo que el sector primario español lleva tiempo reclamando a la UE. “La Unión Europea facilita la entrada de productos de terceros países y a nosotros nos complica muchísimo la posibilidad de competir con ellos, que no tienen las exigencias que tenemos nosotros”, subraya.
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Vox, el único partido español cuyo líder asistió a la investidura de Trump, ha tratado en estos años de buscar en el descontento del campo español el granero de votos que el magnate estadounidense encontró en la minería. Esta semana, enfrentado ante la contradicción de alinearse con un presidente que amenaza al sector agroalimentario patrio, la ultraderecha ha minimizado el asunto de los aranceles y ha argumentado que la UE es, en palabras de su portavoz en el Congreso Pepa Rodríguez de Millán, “el verdadero peligro para nuestra agricultura y ganadería, porque fuerza a competir con otros países que exportan productos sin control de calidad y producidos por mano de obra esclava”.
En el sector hay diversidad de opiniones respecto a Trump, pero sí cala en buena medida su posición de fuerza. “Nosotros no compartimos nada de Trump, pero sí nos gustaría tener un líder con esa capacidad de decisión para defendernos ante Trump”, apunta Mora, para quien el mercado estadounidense, en el sector de la aceituna, es “insustituible”. El ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, ha defendido el acuerdo UE-Mercosur como una alternativa para "diversificar" las exportaciones agroalimentarias ante el regreso de Trump, pero ese pacto, aún por ratificar, tiene un fuerte rechazo en el sector primario de España y de otros países comunitarios como Francia. “A partir de 7 años después de la firma, le quitan los aranceles de entrada a la aceituna de Argentina, pero si yo exporto a Brasil tengo que pagar un 13% de tasa. Ese es el ejemplo de la sensibilidad europea hacia nuestro sector”, indica Mora.
Tanto la industria agroalimentaria como los agricultores y ganaderos sostienen que ellos defienden sus intereses propios, que no se enmarcan en ningún partido ni ideología concreta, pero la política nacional e internacional también flota sobre las impresiones que tienen respecto al impacto del cambio en la Casa Blanca. “Las políticas nacionales de España han sido contrarias a la figura de Trump, por lo que preocupa que tome represalias o que nos enfoque el tiro”, dice Delgado. Otros agricultores y ganaderos consultados, que han preferido mantener el anonimato, señalan directamente al presidente: “Estados Unidos nos va a abrasar a aranceles mientras gobierne Sánchez”, resume uno de ellos.