La segregación en el trabajo y en la educación, principal causante de la brecha de género en los estudios

La brecha de género subsiste y se reproduce en las universidades españolas, y lo hace a través de un desequilibrio respecto a la presencia de mujeres en las diferentes ramas educativas. Mientras que en los estudios científicos, tecnológicos, ingenierías y matemáticas, la proporción de alumnas es muy inferior a la de los alumnos, la tendencia se invierte en las carreras relacionadas con el sector educativo, salud y bienestar. El porcentaje de presencia masculina alcanza sus mínimos en áreas como las tecnologías de la información y la comunicación, donde se queda en un 12%. La cifra choca con el 79% del ámbito educativo o el 72% de la salud y bienestar. Así lo revela el informe de la OCDE Panorama de la Educación 2017 [consultar el documento en este enlace], hecho público este martes y que subraya cómo el fenómeno se repite en el conjunto de los 35 países que conforman la organización. "Las autoridades públicas españolas tienen como objetivo reducir la brecha de género mediante servicios de orientación e información que aseguren la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres a la hora de escoger un área de estudio", señalan los autores del texto.

El documento indica, asimismo, el porcentaje de mujeres graduadas en programas de formación profesional de educación secundaria superior. En la rama de ingeniería, manufactura y construcción, el número de graduadas únicamente alcanza el 7%, mientras que asciende al 52% en servicios y al 65% en ciencias empresariales, administración y derecho.

María Eugenia Rodríguez Palop, profesora e investigadora en el Instituto de Estudios de Género de la Universidad Carlos III de Madrid, detecta diversos factores que se encuentran en la base del fenómeno. La educación formal "todavía estimula roles sexistas, incluso cuando se ha hecho el esfuerzo por parte de algunas escuelas de establecer una paridad numérica", señala. Las aulas no han incorporado "ni materias de igualdad ni una perspectiva de género", de modo que la educación comienza desde la primera etapa a adquirir un marcado carácter estereotipado.

Además, continúa la investigadora, "las niñas más allá de la educación formal van viendo los efectos de la división sexual del trabajo", ya que la presencia de mujeres es "eminentemente masiva en el ámbito educativo". El mismo esquema se reproduce en campos muy concretos, añade Rodríguez Palop, relacionados especialmente con las labores de cuidados.

También Haizea Miguela Álvarez, formadora en Igualdad de Género, considera necesario un vistazo al entorno para entender esta realidad. "¿Dónde están las mujeres y qué tipo de actividades hacen en el mundo?", se cuestiona y responde, ella misma, aludiendo al ámbito "del cuidado familiar, del entorno y del medio". Las escuelas, relata, "son espejos de las sociedades en las que vivimos, pero también son esponjas".

En este sentido, Miguela Álvarez explica que las mujeres que ejercen en los sectores tradicionalmente masculinizados "son invisibles y no forman parte del imaginario colectivo". A su juicio, resulta fundamental incluir ejemplos positivos en las etapas de aprendizaje, porque en la escuela "se aprenden los códigos culturales muy rápido para poder sobrevivir".

Ana López Navajas, investigadora de la Universidad de Valencia, coincide con las expertas e incide en que "desde los años ochenta hay más licenciadas mujeres en todas las ramas menos en Física y todas las Ingenierías, donde el porcentaje no ha llegado ni a acercarse a la mitad". No es casual, puntualiza, que precisamente "las tecnologías y la informática son las materias donde no existe prácticamente ninguna presencia femenina" reflejada en los libros de texto. Una disociación, subraya, "que no tiene nada de real", pues hay "cantidad de mujeres que han hecho avances tecnológicos pero que no aparecen como referencia ni como modelo".

Lejos del relato impartido en las escuelas, las mujeres "siempre han estado ahí, han participado, pero al esconderse sistemáticamente esos referentes, cada vez se hace más enorme la brecha". De hecho, agrega López Navajas, "los planteamientos son incorrectos y eso redunda en el gusto y la tendencia de esas chicas en la carrera", por eso es "muy importante actuar desde la base".

La raíz del asunto hay que buscarla, por tanto, en los primeros estímulos que reciben los niños y niñas en la infancia. "Se produce una socialización de género en Primaria y Secundaria", continúa Miguela Álvarez, de modo que cuando los jóvenes deben escoger ramas de especialización, "ya está todo aprendido". Al final, "y de ahí vamos a la brecha salarial, las escuelas segregan y reproducen todo lo de afuera desde el primer día de clase". La solución, sostiene la educadora, pasa por "transformar contenidos, conocimientos, visibilizar a las mujeres que sí están, motivar a las jóvenes y recuperar espacios".

Rodríguez Palop se expresa en la misma línea al argumentar que "las inclinaciones vocacionales de ellas vienen determinadas por su formación". A su juicio, "la libertad total y absoluta no la tiene nadie, pero en menor medida quienes están en situación de vulnerabilidad". Tiene que ver con esto que las labores de cuidado sean "inducidas, tanto en la educación formal como en la informal", por lo que se hace necesaria una "colaboración entre todos los actores implicados", empezando por "educar feminizando, mediante aportes positivos desde una perspectiva de género".

Mercado laboral segregado

"El mercado laboral en España se encuentra fuertemente segregado". Son palabras de Marisa Soleto, presidenta de la Fundación Mujeres, quien añade el problema de la fragmentación existente en el ámbito laboral.

La división sexual del trabajo es un fenómeno que adopta diversas formas. La segregación horizontal es precisamente aquella que se produce como consecuencia de las dificultades que padecen las mujeres para acceder a determinadas profesiones, mientras que la vertical responde a los obstáculos que encaran las mujeres para poder desarrollarse profesionalmente, lo que ocasiona fenómenos como el conocido techo de cristal o que ellas trabajen una media de 1,1 horas más al día.

La crisis económica, recuerda Soleto, ha venido agudizando este problema en los últimos años. "Estamos viendo un fuerte componente de contratación masculina" que perjudica directamente a las mujeres. Así lo avalan los datos: el desempleo masculino se situó este mes de agosto en 1.431.435 parados, frente a las 1.950.889 mujeres en la misma situación.

La falta de opciones laborales, continúa Soleto, hace que el fenómeno de la escasa participación de mujeres en carreras técnicas no se revierta. "La elección de opciones profesionales tiene que ver con sentirse aceptada en el ámbito laboral", por lo que "aunque la ingeniería suponga una oportunidad de futuro, lo es en el marco de un empleo muy masculinizado", resuelve la experta.

El problema es el capitalismo

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Ocurre lo contrario en el ámbito del cuidado. Más de tres millones de personas son dependientes en España, y sus cuidados recaen mayoritariamente sobre las mujeres. Según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2016 "las mujeres siguen asumiendo la mayor parte de las responsabilidades familiares y domésticas".

Si en el ámbito educativo, prosigue Marisa Soleto, "no se trabaja para contravenir estas tendencias sociales reforzadas por el propio comportamiento laboral, lo normal es que las opciones laborales se segreguen". Pero la solución, a su juicio, no se reduce únicamente al trabajo en las aulas. "Las empresas y entornos laborales particularmente masculinizados y feminizados pierden equilibrio de participación e imposibilitan una gestión adecuada de la diversidad y no discriminación", sostiene.

La fórmula, agrega, se compone de dos variables: una a futuro y otra a presente. La primera sitúa a las universidades como actores fundamentales a la hora de fomentar una "presencia equilibrada de chicos y chicas y una inserción laboral de las mujeres". La solución a presente, por otro lado, consiste en el trabajo por parte de las empresas y pasa por que "deje de haber empleos y actividades que pongan obstáculos particulares y especiales a las mujeres". Los estereotipos en el mercado laboral, lamenta, propicia que todavía "se siga pensando que las mujeres son más difíciles de gestionar en determinados entornos laborales".

La brecha de género subsiste y se reproduce en las universidades españolas, y lo hace a través de un desequilibrio respecto a la presencia de mujeres en las diferentes ramas educativas. Mientras que en los estudios científicos, tecnológicos, ingenierías y matemáticas, la proporción de alumnas es muy inferior a la de los alumnos, la tendencia se invierte en las carreras relacionadas con el sector educativo, salud y bienestar. El porcentaje de presencia masculina alcanza sus mínimos en áreas como las tecnologías de la información y la comunicación, donde se queda en un 12%. La cifra choca con el 79% del ámbito educativo o el 72% de la salud y bienestar. Así lo revela el informe de la OCDE Panorama de la Educación 2017 [consultar el documento en este enlace], hecho público este martes y que subraya cómo el fenómeno se repite en el conjunto de los 35 países que conforman la organización. "Las autoridades públicas españolas tienen como objetivo reducir la brecha de género mediante servicios de orientación e información que aseguren la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres a la hora de escoger un área de estudio", señalan los autores del texto.

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