El simbólico envío de armas que divide al Gobierno: lejos de Alemania o Francia e incluso menos que Bélgica

El envío de armas de España a Ucrania para combatir la invasión rusa se ha convertido en un debate político nacional. Tras quedar rezagado respecto a la inmensa mayoría de países de nuestro entorno, el presidente del Gobierno anunció el miércoles en el Congreso que rectificaba la decisión de no aportar “material ofensivo” de manera bilateral al ejército ucraniano y que nuestro país, por tanto, también enviaría armamento. Las críticas llegaron entonces desde la dirección de Podemos, una de las formaciones que participa en el Ejecutivo de coalición. Su secretaria general, Ione Belarra, aseguró que esa decisión supone “contribuir a la escalada bélica” y que, a su juicio, “no va a resolver antes el conflicto y puede llevarnos a un escenario completamente incierto y muy peligroso de conflicto mundial”. 

Horas después del anuncio, el ministerio de Defensa dio detalles del envío español a Ucrania: 1.370 lanzagranadas contra carros, 700.000 cartuchos para fusiles y ametralladoras, y ametralladoras ligeras en un número sin concretar. Un modesto arsenal comparado con la aportación de otros países de nuestro entorno como Alemania o Francia pero también incluso de otros más pequeños como República Checa, Bélgica o Finlandia. “El envío de España es muy limitado viendo lo aportado por otros países”, explica Álvaro de Argüelles, experto en Relaciones Internacionales y colaborador de El Orden Mundial. “Lo que necesita Ucrania ahora mismo es munición antiaérea, para repeler bombardeos y, sobre todo, munición antitanque para impedir el avance de los convoyes rusos. Nosotros enviamos granadas, aunque lo hacemos en una cantidad muy limitada”, razona.

Según los datos oficiales aportados por los distintos gobiernos europeos, España no está ni mucho menos a la cabeza del envío de armas. Alemania confirmó hace unos días el envío de 1.000 lanzacohetes antitanque, 500 misiles tierra-aire Stinger, nueve obuses y 14 vehículos blindados. Pero incluso países de menor tamaño han organizado envíos más importantes que España. Bélgica, por ejemplo, anunció 5.000 fusiles automáticos y 200 armas antitanque. República Checa 30.000 pistolas, 7.000 rifles de asalto, 3.000 ametralladoras y decenas de rifles para francotiradores. 

Otros países con tan poca tradición exportadora de armas como Suecia también confirmaron hace unos días el envío de armas antitanque. Finlandia prometió 2.500 fusiles de asalto, 150.000 cartuchos y 1.500 lanzacohetes; Países Bajos, rifles de francotirador y 200 misiles antiaéreos Stinger; mientras que Dinamarca comprometió 2.700 armas antitanque. El presidente de EEUU, Joe Biden, confirmó por su parte hace semanas un envío de Estados Unidos de armamento a Ucrania valorado en 90 millones de euros. “Viendo el global de las aportaciones sí que parece que el envío de España tiene mucho de simbólico”, opina Ramón Lobo, histórico corresponsal de guerra experto en conflictos internacionales. “Seguramente tampoco es que tengamos muchísimas armas sofisticadas, son los alemanes y los americanos los que les darán el armamento de calidad que necesitan”, añade. 

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Desde un punto de vista político o incluso moral, los expertos parecen coincidir en que la Unión Europea estaba obligada a ayudar a Ucrania. “Ayudar al ejército ucraniano es ayudar al país que ha sido invadido, y eso es una obligación política porque pertenecemos a la Unión Europea, pero también una obligación moral”, opina Lobo. Desde un punto de vista estratégico, para Álvaro de Argüelles también es importante toda ayuda que pueda recibir Ucrania: “Por supuesto que estas armas le van a ser útil, toda clase de apoyo que pueda recibir lo va a ser. Ya no tanto para derrotar al ejército ruso, que no es realista, sino como para conseguir resistir más tiempo. 

El principal debate suscitado en torno al envío de armas es la posibilidad de que eso aleje aún más una salida diplomática del conflicto y que no acabe desembocando en un problema mucho peor, con el horizonte incluso de un enfrentamiento nuclear. Nadie piensa que sea factible un escenario en el que el Ejército ucraniano se acabe imponiendo a los soldados rusos por muchas armas que reciban de Occidente. Sin embargo, que la invasión de Putin no se convierta en un paseo militar por Ucrania también tiene sus implicaciones a medio y largo plazo para la resolución de la guerra. “Es obvio que el ejército ucraniano no tiene posibilidades de resistir al ejército ruso por muchas armas que les enviemos y todos tenemos clarísimo que no puede entrar un solo soldado de la OTAN porque si no estamos ante la Tercera Guerra Mundial con armas nucleares y eso sería un desastre”, expone Ramón Lobo. “Sin embargo, mandarles armas de calidad antitanque y antiaéreas puede hacer que se empantane la guerra de tal forma que se pueda llegar a una solución negociada, porque mientras Putin se sienta fuerte no va a pactar nada”, añade. 

“Las armas se mandan con el objetivo de que resistan más tiempo”, explica Álvaro de Argüelles. “Eso, a largo plazo, puede influir en los cálculos que pueda hacer Putin para invadir o no otro país o incluso si se llega a organizar una resistencia permanente en Ucrania en caso de que Rusia acabe imponiendo un gobierno títere”. Sobre la posibilidad de que Putin acabe pulsando el temido botón nuclear, Ramón Lobo, que ha cubierto como corresponsal conflictos como el de los Balcanes, Chechenia, Ruanda o Irak, entre otros muchos, apunta una clave: “Siempre hay que dejarle una salida al enemigo”, dice. “Si la guerra se le complica y las sanciones le afectan y la opinión pública rusa se le vuelve en contra, hay posibilidades de que negocie debilitado. Pero si se ve sin salida, puede optar por la solución nuclear”, concluye.  

El envío de armas de España a Ucrania para combatir la invasión rusa se ha convertido en un debate político nacional. Tras quedar rezagado respecto a la inmensa mayoría de países de nuestro entorno, el presidente del Gobierno anunció el miércoles en el Congreso que rectificaba la decisión de no aportar “material ofensivo” de manera bilateral al ejército ucraniano y que nuestro país, por tanto, también enviaría armamento. Las críticas llegaron entonces desde la dirección de Podemos, una de las formaciones que participa en el Ejecutivo de coalición. Su secretaria general, Ione Belarra, aseguró que esa decisión supone “contribuir a la escalada bélica” y que, a su juicio, “no va a resolver antes el conflicto y puede llevarnos a un escenario completamente incierto y muy peligroso de conflicto mundial”. 

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