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Lola García: "Se habla más de independencia desde la extrema derecha que desde el independentismo"

La subdirectora de La Vanguardia, Lola García (Badalona, 1967), se ha ganado con merecimiento la consideración de ser una de las analistas que con mayor objetividad y conocimiento ha descrito lo vivido en Cataluña en los últimos años. Buena parte de su trabajo queda reflejado en su libro El naufragio: la deconstrucción del sueño independentista (2018), en el que se construye un fidedigno relato de lo que fue el procés. Ahora, acaba de publicar una nueva obra, bajo el título de El muro: el poder del Estado ante la crisis independentista, en la que mantiene que el conflicto catalán vive condicionado por la existencia de "un muro hecho de incomprensión, construido a lo largo de muchos años, fabricado sobre todo de desconocimiento mutuo, de falta de comunicación no solamente política, sino también por parte del ecosistema mediático madrileño y catalán".

El conflicto catalán

“El conflicto de Cataluña con el resto de España es algo histórico y que hunde sus raíces muchos años atrás. Lo que he intentado en el libro es acercarme a los últimos 15 años, porque creo que es cuando se ha puesto de manifiesto que la construcción del Estado de las autonomías que se hizo en la Transición requería una serie de correcciones y una evolución que no se ha querido afrontar. No es que eso sea la causa de lo que ocurrió en 2017, la declaración unilateral de independencia, pero sí es una de las cuestiones que ha impedido abordarlo con una mayor eficacia. Creo que falta mucho para que haya posibilidades de abordar algo así, porque ahora mismo afrontar una reforma constitucional o cambios en la estructura autonómica no está al alcance de los dos grandes partidos, con lo cual queda muchísimo por delante”. 

Ruptura del bloque independentista

“Hay que tener en cuenta que la unidad de los partidos independentistas se basó sobre todo en tener una finalidad, una meta muy concreta y acotada en el tiempo, que fue el referéndum del 1 de octubre. Eso es lo que permitió unificar a dos partidos, con tradiciones muy distintas, como Convergencia y Esquerra Republicana. Eran dos formaciones que no se asemejaban en nada, ni ideológicamente ni organizativamente. Absolutamente en nada. En cambio, el objetivo del 1 de octubre es lo que los une. Una vez pasado eso y frustrado el intento de independencia unilateral, ya no hay nada urgente que les motive a seguir unidos. Y es cuando afloran todas las divergencias que en realidad estaban ya patentes entre los dos”. 

Una legislatura sin horizonte

“A ERC le va a costar llegar hasta el final de la legislatura porque son 33 diputados de 135. Y no es que no tenga posibilidades de pactos y de acuerdos con distintas fuerzas políticas, que las tiene, pero ellos mismos se han puesto límites y líneas rojas. No quiere pactar con el PSC, aunque ha llegado a algunos acuerdos y seguramente también habrá en el futuro algunos otros. Pero es verdad que, si no aprueba los presupuestos y los prorroga, es difícil hacer dos seguidas. Por tanto, de aquí a un año volverá a estar en una situación muy comprometida hasta que los republicanos no hagan tabla rasa de lo que ocurrió con el 155, y de lo que ocurrió entonces, y se abra a pactos que vayan más allá del independentismo. La situación parlamentaria es muy complicada para los de Aragonès”. 

La estrategia de Junts

“Para Junts las cosas también están muy difíciles, porque, aunque considera que el paso a la oposición le permite unificar las filas dentro, tienen divergencias entre quienes quieren ser aún más radicales y quienes no creen que esto les permita unificar más a sus militantes y a sus dirigentes. Esto no se parece en nada a la travesía del desierto que decía que pasó Artur Mas cuando estuvo en la oposición. En aquella época, era el más votado de la cámara, aunque no estuviera gobernando. Era un partido que tenía mucho más poder local que ahora y que tenía además el apoyo de poderes financieros dentro de Cataluña, cosa que ahora no tiene. Es decir, ahora, la situación de Junts es una travesía del desierto sin ninguna cantimplora. En el caso de CiU, cuando pasó a la oposición, tenían reservas de agua suficientes como para atravesarla. No digo que vaya a caer en la irrelevancia, porque creo que es un partido que sigue siendo el reflejo de una clase media en Cataluña, pero sí que lo va a pasar peor que en anteriores ocasiones”.

El PSC, al alza

“El PSC ya está pescando en el río revuelto y está consiguiendo que las encuestas le den muy buenos resultados, y eso que Salvador Illa ya tuvo un muy buen resultado en las últimas elecciones catalanas. Los sondeos indican que sigue al alza, o sea que sus perspectivas son muy buenas en la medida en que el Gobierno independentista se divide y no consigue llevar adelante políticas sociales, al no tener la mayoría suficiente. El problema del PSC es que, aunque llegue el primero, necesita apoyos para gobernar. El PSC necesita no solo el apoyo de los Comunes, necesitaría otros apoyos y, como Ciudadanos está en caída libre, lo tiene más difícil porque tendría que recurrir al PP o mayoría con Esquerra. El problema de los socialistas es más sumar una mayoría que llegar a ser el primer partido, ya que es bastante probable que lo consiga y con diferencia”.

La derecha españolista

“El PP puede mejorar sus resultados en las próximas elecciones catalanas, porque el relevo de Casado por Feijóo le beneficia. Creo que el talante del nuevo presidente conservador es mucho más acorde con determinada clase social que vota al PP en Cataluña. Lo pueden ver con mejores ojos y me inclino a pensar que mejorará sus resultados. Ahora bien, el PP catalán sigue teniendo un problema, un problema casi de identidad. Es decir, mientras siga siendo un partido que se maneja directamente desde Génova, al que se le cambian los líderes a dedo sin ninguna continuidad, va a seguir siendo una formación débil. Para que el PP catalán empezara a resurgir necesita hacer algo así como lo que ha hecho Moreno Bonilla en Andalucía, que es adaptar el discurso a la idiosincrasia de su territorio. Y por parte de Vox, creo que en Cataluña no va a ser un fenómeno, porque ya tocó techo en las últimas elecciones”. 

De 2017 a 2022

“La política catalana ha entrado en una fase mucho más tranquila y más posibilista, en la que de hecho no se habla del procés ni de la independencia. Diría que incluso, por ejemplo, en las redes sociales tenemos datos de que se habla más de independencia por parte de los partidos de la extrema derecha que por parte de los independentistas. Es decir, el procés ha entrado en una especie de letargo. Está latente, está ahí, pero no está en ebullición. Y eso se nota en la calle. Evidentemente, se notan las discusiones de la gente y en los medios de comunicación, pero creo que sobre todo el punto de inflexión fueron los indultos. Es a partir de entonces cuando en Cataluña se entra en un periodo de mucha más tranquilidad política. El mantenimiento de la mesa de diálogo, aunque parezca que no tiene unos grandes resultados porque no se está abordando el fondo del conflicto, sí que está permitiendo servir como una de pista de aterrizaje a todo lo que ocurrió”.

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“La reforma del delito de sedición ya estaba sobre la mesa desde hace mucho tiempo. De hecho, la puso el Gobierno de Sánchez antes de que a ERC le pareciera una buena idea. Antes de los indultos, el Ejecutivo de Sánchez consideró esa posibilidad como una opción más factible que los propios indultos. Le parecía que seguramente sería mejor entendida por la sociedad española. Y creo que ahora es algo que el presidente tiene presente. Quiere hacer ver que es ERC la que está interesada, pero no tengo la sensación de que esta decisión esté muy supeditada a los Presupuestos. Tampoco me imagino a los republicanos votando en contra de unas cuentas con la coyuntura económica actual, porque sabe que no sería algo popular ni que la sociedad pudiera entender fácilmente”.

Las municipales, próxima parada

“Las municipales van a ser una de las grandes batallas entre ERC y Junts. Hay una batalla que conocemos todos, desde hace muchos años, por la hegemonía política en Cataluña. Hay una lucha entre la herencia que se queda Junts y la que se queda ERC. Los republicanos quieren emular lo que fue Convergència en su día y convertirse en el gran partido de Cataluña. Estas elecciones van a ser otro punto de inflexión importante. ERC necesita dar la estocada final a Junts en las municipales y necesita introducirse en el área metropolitana de Barcelona para tener argumentos y peso ante el Gobierno central".

El muro

“He utilizado el símil del muro en mi libro porque me parecía que, en los últimos 15 años, el periodo que he analizado, se ha ido instalando poco a poco un muro de incomprensión entre la política catalana y la española. Un muro que está hecho, sobre todo, de no ponerse en el lugar del otro. Probablemente, hay muchos más motivos para que surgiera: el independentismo, la crisis económica o el auge populista. Puedes encontrar muchos motivos para formar ese muro, pero es fundamental tener en cuenta esa incapacidad para dialogar entre las dos partes, para escucharse y para intentar cambiar un sistema autonómico que se forjó en la Transición y que no ha evolucionado prácticamente nada o que, en ocasiones, se le ha dejado evolucionar libremente, pero no de una manera pensada y en la que Cataluña se sintiera más cómoda”.

La subdirectora de La Vanguardia, Lola García (Badalona, 1967), se ha ganado con merecimiento la consideración de ser una de las analistas que con mayor objetividad y conocimiento ha descrito lo vivido en Cataluña en los últimos años. Buena parte de su trabajo queda reflejado en su libro El naufragio: la deconstrucción del sueño independentista (2018), en el que se construye un fidedigno relato de lo que fue el procés. Ahora, acaba de publicar una nueva obra, bajo el título de El muro: el poder del Estado ante la crisis independentista, en la que mantiene que el conflicto catalán vive condicionado por la existencia de "un muro hecho de incomprensión, construido a lo largo de muchos años, fabricado sobre todo de desconocimiento mutuo, de falta de comunicación no solamente política, sino también por parte del ecosistema mediático madrileño y catalán".

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