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La estrategia autoritaria

Fans de Puigdemont y hasta un trumpista-carlista contra Felipe VI: las compañías incómodas de Vox en Hungría

Santiago Abascal, presidente de Vox, en el Congreso de los Diputados.

La extrema derecha internacional celebra reunión familiar esta semana. Ni el dónde –Budapest, Hungría, patria de Viktor Orbán–, ni el cuándo –en plena precampaña de las elecciones europeas– son elementos carentes de significado político. El primer ministro húngaro ejercerá jueves y viernes como anfitrión de la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC), la plataforma de la rama más radical y trumpista del ya de por sí radicalizado y trumpista republicanismo estadounidense. El guión está claro: mucho rechazo al globalismo, mucha reivindicación de la génesis cristiana de Occidente, mucha mano dura con la inmigración, mucho rechazo a la izquierda woke. En síntesis, el mundo entendido como una lucha entre el bien y el mal, entre Occidente –cada una de sus naciones– y los enemigos de sus valores, sean comunistas, feministas o extranjeros.

Hasta ahí, todo claro. Las extremas derechas de las Américas y Europa, que aspiran entre otras metas para este año a volver a ocupar la Casa Blanca y a obtener una fuerza inédita y decisiva en la Eurocámara, comparten un amplio programa común, que en todo caso orilla la diferencia de intereses entre clases en la lectura de la economía y los conflictos sociales. Ahora bien, yendo a la letra pequeña empiezan a aparecer las aristas. Por ejemplo, Santiago Abascal coincidirá en Budapest con acreditados fans de Carles Puigdemont. Seguramente menos incómodo para Abascal será compartir mesa con un agitador conspiranoico estadounidense que difunde un vídeo con una canción exaltando la represión franquista.

Los pasillos de la CPAC serán un hervidero de personajes que sobresalen por su extremismo incluso en un entorno donde el radicalismo es ley. ¿Ejemplos? Las trayectorias de los participantes estelares dejan un rastro de exaltación del franquismo y sus crímenes –exaltación desde Estados Unidos, donde también hay una reivindicación carlista por no ser Felipe VI suficientemente firme en su defensa del cristianismo–, difusión de teorías de la conspiración de índole sexual ampliamente refutadas, posibles vínculos con la extrema derecha antisistema bajo investigación en Alemania –país donde este tipo de conexiones son especialmente delicadas–, supremacismo blanco...

Orbán, Wilders, Kast...

El ala dura del republicanismo USA evidencia fascinación por Hungría y por su modelo de nacionalismo autoritario, que causa alarma a la UE. En coherencia con esta admiración, la CPAC celebra esta semana en Budapest un encuentro internacional, organizado en colaboración con el Centro por los Derechos Fundamentales, un think tank húngaro alineado al milímetro con Orbán. El primer ministro magiar –de más que cálida relación con Donald Trump, que lo tiene por su principal aliado en Europa– será una de las estrellas del encuentro. En la nómina de speakers figuran una decena larga de húngaros más entre colaboradores del propio Orbán, directivos del Centro por los Derechos Fundamentales, líderes de asociaciones nacionalistas –o de las minorías húngaras en países como Ucrania o Serbia–, propagandistas y parlamentarios.

La cita, en la que también es fuerte la presencia polaca, no anda corta de nombres de relumbrón: junto a Geert Wilders, líder del ultraderechista y xenófobo Partido de la Libertad de Países Bajos, figuran el primer ministro de Georgia, Irakli Kobahhidze, los ex jefes de Gobierno de Australia, Tony Abbot, y Eslovenia, Janez Jansa, y el candidato presidencial chileno José Antonio Kast, defensor de Augusto Pinochet.

'Wokebusters', Fox News y el Gobierno israelí

En un programa en el que están representados diversos países de Europa y las Américas y llama la atención la débil impronta de los de italianos, también es fuerte Vox. Están programadas intervenciones del europarlamentario Hermann Tertsch, así como de Jorge Frías, director de la Fundación Disenso, el laboratorio de ideas de Vox, además del destinatario de millonarios envíos de dinero provenientes del partido ultraderechista, que declinó participar en este artículo.

Pero la estrella de la delegación española es el propio Abascal. El presidente de Vox participará en la primera mesa del programa, titulada Wokebusters, algo así como "cazawokes", es decir, cazadores de aquellos que la extrema derecha ve como obsesos de la integración de las minorías y la corrección política.

La batalla contra el wokismo y lo que suelen llamar "ideología de género" –una fijación del republicanismo estadounidense de base evangélica exportada a Europa y América Latina–, el rechazo a la inmigración pobre –"proteger las fronteras", "salvar Occidente",– y el nacionalismo –presentado en oposición al "globalismo" justo en el país de George Soros– se presentan como grandes prioridades temáticas del encuentro.

En Wokebusters Abascal coincide con la presentadora de Fox News Sara Carter, propagandista de Trump y sus valores: defensa de las armas, la mano dura con la inmigración y una política –supuestamente– inspirada en Dios y la Biblia; rechazo de la redistribución de la riqueza, las medidas contra el cambio climático, el aborto y el feminismo.

Si Carter se entusiasmó desde Estados Unidos con lo que sus detractores llamaron "la revuelta de los cayetanos", nacida en 2020 en algunos de los barrios más ricos de Madrid contra las restricciones por el covid, la también televisiva Eva Vlaardingerbroek, en este caso holandesa e igualmente presente en la mesa Wokebuster, tiene un vínculo aún más estrecho con España, donde acredita al menos dos visitas: una al festival Viva de Vox de 2022 otra al "Noviembre nacional" contra el PSOE de 2023.

Completan la nómina de "cazadores de wokes" la ministra israelí de Innovación, Gila Gamliel, y el agitador trumpista Jack Posobiec. Gamliel se ha significado como una de las voces oficiales más duras contra la población palestina a raíz de la invasión israelí tras los atentados de Hamás en octubre del año pasado. Abierta partidaria de reasentar a los gazatíes fuera de la Franja, es decir, de que abandonen su tierra y no vuelvan, Gamliel es una de los dos representantes en la CPAC del Gobierno de Benjamin Netanyahu, al que la ONU acusa de estar cometiendo genocidio. El otro es Amichai Chikli, del partido Likud al igual que Gamliel, ministro para Asuntos de la Diáspora y contra el Antisemitismo, que ha afirmado que Pedro Sánchez ha perdido su "brújula moral".

Paranoia conspirativa

Posobiec es una celebridad en el avispero ultra de Estados Unidos, donde ganó fama por planear la presencia en una manifestación contra Trump de un cartel que pedía "violar a Melania", en referencia a Melania Trump, la esposa del magnate, con el objetivo de desacreditar a los opositores del entonces presidente, como publicó BuzzFeedNews. Redactor jefe del medio Human Events, vergel del extremismo y la teoría de la conspiración, Posobiec suma más de 2,5 millones de seguidores en X, antes Twitter. El hombre busca una y otra vez la polémica. Su propósito es "acabar con la democracia", dice, porque la "gloria" pertenece a Dios, no al Gobierno. Tal cual.

Como propagador de bulos y teorías de la conspiración, ha dado alas al pizzagate, una insólita paranoia según la cual Hillary Clinton dirige una red internacional de pedofilia. Defensor de los seguidores de QAnon, a los que presenta como perseguidos por la cruzada progre, y extremadamente crítico con las vacunas, Posobiec está convencido de que el Gobierno de Estados Unidos quiere volver a implantar medidas anti-covid para poner al país en pie de guerra y prepararlo para un enfrentamiento directo con Rusia. Ese es Posobiec, que se sentará en la mesa de wokebusters con Abascal.

Exaltación de Franco y carlismo ¡en Estados Unidos!

Un dato más de Posobiec: es un exaltador de Francisco Franco. Sí, del Caudillo. No es un fenómeno tan raro como podría pensarse en las filas de la derecha integrista yanki, donde la figura del dictador español sirve para encarnar la lucha a muerte contra el comunismo y la defensa de los "valores cristianos". Pero en Posobiec la admiración es especialmente pronunciada. Además de celebrar los viernes los "Franco Fridays", comparte vídeos donde se exalta a Franco, se lo llama "Uncle Frank", algo así como "Tío Paco", se celebran sus matanzas de "rojos"... "¿Y si todo lo que te contaron sobre la guerra civil española fuera mentira? ¿Y si Franco salvó a España de la masacre comunista y luchó por Cristo? El Caudillo tenía razón", escribió Posobiec hace menos de un mes.

Otro que se refiere con simpatía al franquismo en la nómina de oradores de la CPAC de Budapest es Gavin Wax, presidente de un popular club de jóvenes republicanos de Nueva York, también aliado de Trump. Wax se se escandaliza al ver "cómo pasó la católica España franquista del '¡Viva Cristo Rey!' en 1975 a los chicos transexuales de 16 años en 2022". "¿Perdieron la guerra?", se pregunta extrañado. Ha repetido este mensaje: Franco debería haber puesto "un carlista en el trono". Lo ha dicho en X compartiendo un tuit sobre la llegada de inmigrantes a Almería y también compartiendo otro que muestra indignación al comprobar que en su último discurso de Navidad Felipe VI "no mencionó a Jesús ni al cristianismo". "Debería haber un carlista en el trono", escribía Wax.

Fans de Puigdemont

Puede que la compañía más incómoda para Puigdemont en la CPAC sea la de Tom van Grieken, que participa en la mesa La soberanía vive, el globalismo muere. ¿Quién es? Es el presidente del partido nacionalista flamenco Vlaams Belang.

Esta formación se erigió en 2017, tras el referéndum inválido del 1 de octubre en Cataluña, en destacado defensor de Carles Puigdemont, del procés y de la legitimidad del resultado de aquella consulta. Para Vlaams Belang, los presos del procés son "presos políticos" represaliados por perseguir la independencia de Cataluña, de la que los nacionalistas belgas son defensores.

El mismo Van Grieken que comparte cartel con Abascal estuvo en 2017 en una concentración en Bruselas en defensa del expresident. También está prevista la participación en el encuentro en Budapest de Gerolf Annemans, eurodiputado de Vlaams Belang y entusiasta de Puigdemont y de la independencia de Cataluña, que abiertamente cuestiona el sistema judicial español.

infoLibre preguntó al partido flamenco si mantenía estas posiciones hoy día y si ello generaba algún conflicto con Vox, pero no hubo respuesta.

Supremacismo en Estonia y un exjefe de inteligencia alemán bajo sospecha

Negacionismo climático, rechazo a la idea de violencia machista, loas a regímenes autoritarios, xenofobia o reivindicación de la superioridad del matrimonio hombre-mujer como modelo de familia son trazas fáciles de encontrar en la trayectoria de la amplia nómina de figuras de la extrema derecha citadas en Budapest. Lo que hace poco más de una década era marginal hoy se enseñorea sin complejos de espacios respetables.

Pero hay personajes que sobresalen incluso en una nómina donde el radicalismo es la norma. Es el caso de Martin Helme, líder de la ultraderecha Estonia, con una acreditada trayectoria de racismo, que incluye un gesto explícitamente vinculado al supremacismo blanco y una frase para el recuerdo: "If you're black, go back", o "si eres negro, fuera". Helme hablará en Budapest sobre "conectividad conservadora".

Delicada es la posición de Hans-Georg Maassen, un exjefe de la inteligencia alemana con el CDU de Angela Merkel en el Gobierno que fue destituido en 2018 por minimizar ataques xenófobos. La Oficina Federal para la Protección de la Constitución, que el propio Maasen ha dirigido, tiene ahora almacenados datos sobre él al vincularlo con el extremismo derechas. Según el diario Spiegel, el investigado prevé anunciar acciones legales contra dicha Oficina. Maasen participará en el panel Salvar occidente, proteger las fronteras.

Fronteras locales Vs Ayudas a Ucrania

La cuestión ucraniana es espinosa en la extrema derecha nacionalista a uno y otro lado del Atlántico. En la UE Hungría encarna la resistencia más dura a ayudar a Volodimir Zelensky, lo que provoca tensiones y desconfianza entre los nacionalistas de países como Polonia. No obstante, en Europa la mayoría de la extrema derecha afín a Vladimir Putin ha ido borrando sus huellas, renegando del presidente ruso y aceptando el marco de la Comisión Europea, partidaria de las sanciones a Rusia y de las ayudas a Ucrania.

En Estados Unidos, mientras tanto, hay ya todo un sector del republicanismo contrario a seguir ayudando a Ucrania. Esta posición se asocia con el sector más duro del partido de Trump y, por supuesto, está representado en la CPAC, donde está programada la participación de dos congresistas (Keith Self, por Texas, y Andy Harris, por Maryland) que han votado no al programa de ayuda a Ucrania aprobado la semana pasada por la Cámara de Representantes.

Self se ha destacado como una de las voces más enérgicas contra este paquete de ayuda. El rechazo a este programa no es fácil ni siquiera en el Partido Republicano, por lo se suele revestir de una excusa en clave interna: la necesidad de destinar fondos a reforzar las fronteras.

Así lo hace Self y así lo hace también el senador por Oklahoma Markwayne Mullin, que condiciona su apoyo a la ayuda a la garantía de obtener "seguridad en las fronteras". No obstante, no es este el episodio más popular de la trayectoria de Mullin, incluido en el catálogo de oradores de la CPAC, que en noviembre del año pasado retó a un líder sindical a una pelea –una pelea física– en el Senado, lo que obligó a Bernie Sanders a intervenir. Se puede ver en este vídeo a partir del segundo 50. Mullin, que llegó a ponerse en pie en actitud de dirigirse hacia el líder sindical para pelear, dijo después que su actitud fue una muestra de los "valores de Oklahoma".

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Si Orbán es la estrella presente, Trump es la ausente. No está prevista su asistencia, pero su huella impregna todo el cartel. El propio presidente de la CPAC, Matt Schlapp, habitual de la Fox, es un prominente aliado de Trump.

Schlapp vive horas delicadas. Un estratega republicano que lo acusó de agresión sexual el año pasado retiró la demanda tras un acuerdo económico, según ha publicado CNN. Schlapp siempre se ha declarado víctima de una campaña de medios de izquierdas. infoLibre pidió su versión para este artículo a través de la CPAC, sin respuesta.

Además de Schlapp, forma parte del programa de Budapest su esposa y madre de sus cinco hijos, Mercedes Mercy Schlapp, que fue asesora de comunicación de Trump durante su mandato presidencial. Otros trumpistas de primera fila en el cartel son Kimberly Fletcher, presidenta de Mamás por América, y Matt Whitaker, al que el magnate neoyorquino nombró fiscal general interino.

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