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La bailaora universal

La bailaora universal

David Villafranca

Nació en Barcelona pero llevó su arte flamenco y gitano a los escenarios más importantes de Nueva York, París o Buenos Aires. En el 50 aniversario de su muerte, vuelve Carmen Amaya, mito del flamenco y bailaora universal, en un ciclo especial que la Filmoteca Española prepara para septiembre.

“Nunca se había hecho un ciclo tan completo sobre Carmen Amaya, no sólo en la Filmoteca Española sino en el mundo entero”, afirma Catherine Gautier, adjunta a la dirección y responsable de programación de la Filmoteca. La retrospectiva sobre la bailaora, que se enmarca dentro de la VI edición de O Dikhipen-Gitanos en el cine, proyectará casi toda su filmografía desde el 3 al 29 de septiembre incluyendo algunas películas que se exhibirán por primera vez en España. Largometrajes como María de la O o cortos como El embrujo del fandangoEl embrujo del fandango mostrarán la magia de una de las bailaoras más influyentes del flamenco en el s. XX.

Carmen Amaya se crió en el las barracas de Somorrostro en Barcelona y no tardó en subirse a los escenarios para bailar acompañada de la guitarra de su padre. Era tan sólo una niña y en sus primeras actuaciones tuvieron que burlar a la policía para que no fueran ilegales. Tras arrasar en los escenarios de Barcelona, con el aplauso de la crítica que la saludaba como una auténtica promesa del flamenco, triunfó también en Madrid y participó en sus primeras películas hasta que estalló la Guerra Civil.

A finales de 1936, Carmen Amaya y su familia llegaron a Portugal para tomar un barco hacia Buenos Aires. Con poco más de veinte años, Amaya recorrió el continente entero de la mano del guitarrista Sabicas, con quien actuó en Argentina, Brasil y México entre otros muchos países. Ya en los años 40 llegaría a Nueva York, donde su fama alcanzó cotas insospechadas en la época para una bailaora flamenca. La revista Life le dedicó un reportaje fotográfico, actuó para el presidente Roosevelt en la Casa Blanca y participó en varias películas de Hollywood como Sueños de gloria o Pierna de plata, que también podrán verse en la Filmoteca.

El éxito de Amaya radicaba en un estilo de baile respetuoso con la tradición pero también profundamente renovador. Su forma de bailar brava, trepidante pero armoniosa, podía estar a veces un poco alejada de la ortodoxia, pero era decididamente arrebatadora. Tanto fue así que no sólo los aficionados al flamenco se rindieron a sus tacones, sino que personalidades como Orson Welles o Charles Chaplin también supieron ver su valía excepcionalsupieron ver su valía excepcional.

En 1947 volvió a España, convertida ya en una estrella mundial, y siguió trabajando y girando hasta que falleció tempranamente en 1963 por una insuficiencia renal. 50 años después, la retrospectiva de la Filmoteca supone una ocasión única para recordar a través de la pantalla la figura y el arte de Carmen Amaya.

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