Librepensadores

7 partidos, 7

Pablo Quirós Cendrero

Analizando los partidos políticos en Europa, hemos comentado durante los últimos 30 años que no se daba caso igual al del Partido Popular en España. En él han estado “comprimidos” de alguna forma, liberales, conservadores, algún que otro democristiano y los franquistas; ésos que dicen que son residuales, minoritarios, pero que hacen barricada enseguida con el dictador y consiguen que líderes políticos hablen de dos frentes.

Tarde o temprano, esta particularidad tenía que acabarse y así ha sucedido en los últimos tiempos. Si bien Ciudadanos ha llegado a situarse en el centroderecha dando tumbos, o pegando codazos para hacerse sitio, no parecía del todo que usurpase posiciones populares hasta tiempo reciente; el mismo en que Vox ha sabido sacar tajada del ala más conservadora de la que ellos llaman “derechita cobarde”. Es así que el pintoresco PP que englobaba a las derechas españolas, queda conformado por una amalgama de seguidores que no saben muy bien si continuar juntos para volver a reunir todas esas facciones, o señalarse como algún tipo de derecha moderada que ha gobernado y puede volver a hacerlo algún día. La pelea promete.

Por el otro lado del eje ideológico, ese que ya no funciona como antes, tenemos a un PSOE que sostiene una conformación de seres enfrentados, atados con el lacito de que la discordancia hace más fuerte al partido. La realidad es que tras dos buenos períodos de gobierno del país, una nueva generación se hace visible tras los destrozos de la crisis, que está girando hacia la izquierda buscando nuevos caminos socialdemócratas; mientras que otros se aferran a una construcción más de recurso que jacobina, con un halo de estructura heredada del franquismo, y que como a todos nos impregna de alguna manera, tras un adoctrinamiento de cuarenta años.

En el espectro de la nueva izquierda, formada por gentes que han tomado múltiples formatos en este tiempo democrático, llegó tras el 15M una nueva formación con apariencia regenerativa  hacia la transversalidad, que ha ido escorándose hacia la izquierda del eje como si éste se hubiera inclinado, y Podemos se deslizará sin poder agarrarse a ningún sitio.

Como resultado de una mezcla intangible de sensaciones entre socialistas y asamblearios, puede surgir una tercera configuración en la izquierda española. Es complicado a priori diseñar si cumpliría al igual que en el resto de Europa, los requisitos de urbanita, ecologista... dejando a Podemos como más extremo en su posición ideológica, no tanto por lo que pueda ofrecer, sino por su propio aislamiento y el no querer compartir casi nada con el resto de actores políticos. A modo de Die Linke, la facción errejonista puede aglutinar votoserrejonista  en todo el territorio nacional, procedentes de Podemos, del PSOE y sobre todo de la abstención huérfana de contenidos de izquierda; que unan y no separen cada vez en más grupitos diversificados, favoreciendo así a la derecha.

Es posible entonces que lleguemos a situar en la piel de toro, un tablero político semejante al de algunos países europeos, donde izquierda y derecha están divididas en formaciones que no sólo contienen ideologías, sino identidades culturales. Las formaciones existentes en la arena política española ya conforman situaciones elípticas que encuadran posturas, que se encuentran establecidas en diferentes números del eje ideológico, por eso los votantes muchas veces no saben bien donde ubicarse, o se ubican en diferentes sitios aunque voten al mismo partido. Otra cosa será el que aprendan a pactar como sí ocurre en el viejo continente.

Habida cuenta de que el escenario que plantea la derecha política era presumible, no lo era tanto el del otro lado. No hemos mencionado en este espectro a Izquierda Unida, grupo político que tenía claro su función de obligar de vez en cuando a no desviarse al socialismo, haciendo de trinchera y teniendo claro que su papel utópico marcaba siempre la dirección a seguir de la izquierda en general. La ambiciosa aparición de Podemos y la curiosa fusión entre ambos partidos, deja ante el nuevo panorama a IU atada a dos caballos, que van a tirar de lo poco que queda de ella hacia cada lado, dejando en tres clanes bien definidos a la izquierda española.

Pero, no se vayan todavía aún hay más. Mientras casi todos hablan de que antes éramos bipartidistas y ahora es un juego a cinco, estamos en un proceso de configuración hexagonal de partidos, que seguramente acabará dándose ya que además existen liderazgos en las distintas formaciones para ello. Pero posiblemente no sea esta la última jugada, en esa igualación que el tiempo hace de nosotros con el resto de los países avanzados de Europa. Ante la crítica que quienes pululan por la derecha, e incluso los jacobinos acérrimos de la izquierda (por darles un apelativo cariñoso), hacen de los partidos nacionalistas, se deja entrever que podrían instar a articular otra configuración del sistema en cuanto a ellos. Cabe entonces esperar también la aparición de una nueva confluencia entre los diferentes partidos nacionalistas, ubicados tanto en Cataluña, País Vasco, Galicia o Comunidad Valenciana y Baleares e incluso Andalucía. Es posible que la diferencia entre unos y otros haga que no sea nada fácil la unión en unas siglas únicamente, pero superadas algunas posturas iniciales, la plurinacionalidad cierta de este nuestro país, bien puede determinar una futura lucha federalista, que englobaría a varias formaciones y a un numeroso grupo de electores con las mismas. ___________

Pablo Quirós Cendrero es socio de infoLibre

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