LIBREPENSADORES

De becas y meritocracia

Julián Lobete Pastos

Luis, alumno madrileño becado en un colegio concertado, no tendrá este año vacaciones de verano con sus padres migrantes, quienes sólo se pueden permitir pagar el campamento de su hijo, pero no unas vacaciones para los tres.

El niño protestó porque sus compañeros de colegio le contaron que iban de vacaciones a Canarias, Punta Cana, Nueva York o París, el chalet de la sierra...

No es una historia inventada, sino real y que posiblemente afectará a muchos niños españoles e hijos de migrantes de colegios públicos, concertados y también privados de toda España.

Es el primer zarpazo de la desigualdad de los muchos que esos niños sufrirán a lo largo de su vida escolar y al inicio y desarrollo de su vida profesional. 

El presente comentario no pretende hablar, o no principalmente, de un asunto tan importante como la enseñanza concertada en España. Sin embargo, me permito aconsejar la lectura del libro Contra la igualdad de oportunidades de César Rendueles. En el epígrafe titulado La anomalía educativa española, se dice : “La escuela concertada es un pilar de los privilegios de los que disfrutan las familias que ocupan aproximadamente ese tercio superior de la distribución de rentas, cuyos intereses están sobrerepresentados en las políticas públicas, los medios de comunicación y los programas de los partidos políticos”.

Becas

El título de este apartado está motivado por el anuncio de la Comunidad de Madrid de ampliar notoriamente el umbral económico a partir del cual se puede solicitar una beca en educación infantil, Formación Profesional o Bachillerato, en centros privados. Una familia de cuatro miembros con unos ingresos, por ejemplo, de 143.000 euros podrá solicitar beca.

El diccionario de la Real Academia de la Lengua define beca como : “Estipendio o pensión temporal que se concede a alguien para que continúe o complete sus estudios”. Es indudable que con los ingresos señalados, la familia en cuestión con los dos hijos estudiando bachillerato, no necesita ningún estipendio para que sus hijos continúen sus estudios, aun en el colegio privado más caro. La medida del gobierno madrileño es un disparate simplemente por sentido común. Es conceder estipendios a quien no los necesita.

¿Por qué la Comunidad de Madrid ofrece la oportunidad a esas familias acomodadas de cobrar un cheque escolar, ya que no una beca según la definición de la Real Academia?

En primer lugar para hacer ostensible su apoyo a las clases más acomodadas en todos los aspectos, pero sobre todo para hace explícita su creencia de que los ricos o los muy acomodados lo son porque han realizado más esfuerzos y merecen todo lo que tienen y más.

El joven o la joven rico, se supone que con buenas notas, ha hecho un esfuerzo y merece un premio, según esa creencia. No importa que sus compañeros o jóvenes menos acomodados hayan tenido que realizar el doble de esfuerzo para conseguir las mismas notas.

Señala Rendueles que los partidarios de meritocracia educativa insisten en que los exámenes son esenciales para fomentar lo que llaman la cultura del esfuerzo, pero lo que realmente les importa de los exámenes no es verificar que todo el mundo aprende, una información que se puede obtener por otros medios, sino conseguir que en la educación pública, ( y en la concertada y privada) haya ganadores y perdedores. El sistema educativo español, recuerda el mismo autor, está cuidadosamente diseñado para evitar las potencialidades igualitarias de la enseñanza obligatoria.

Meritocracia en España

¿Existe un sistema meritocrático, digno de tal nombre en España?

En un país en el que el nepotismo es ejercido sin vergüenza alguna por empresas, instituciones públicas y privadas, fundaciones, partidos y sindicatos (un 70% de las ofertas laborales no se hacen públicas); donde la formación profesional ha sido despreciada o como ocurre en la Comunidad de Madrid no existan plazas suficientes o se conviertan en negocios privados; donde la formación permanente únicamente ha beneficiado a los avispados que la han tratado como un negocio más. Sin duda alguna en España no existe un sistema meritocrático ni igualdad de oportunidades.

Lo que existe es una ideología reaccionaria que forma parte del universo moral conservador que utiliza la meritocracia para sus fines. Michael J. Sandel en su libro La Tiranía del Mérito, indica que ese universo moral asocia la prosperidad con el mérito y el sufrimiento ( y el fracaso) con actos inmorales; el éxito como señal de virtud.

Según esta ideología el gobierno de un país estará mejor dirigido cuanto más alto sea el nivel educativo de sus integrantes, lo que muchas veces no es cierto. El caso de Cameron y Jonhson en el Reino Unido, formados en las mejores escuelas y universidades, lo viene a demostrar. Ambos políticos fueron miembros del Club Bollinger, cuyos miembros eran educados en la creencia de que los seres superiores como ellos no sólo pueden destrozar locales en sus borracheras, sino destrozar las vidas de otros seres inferiores sin responsabilidad alguna.

Es la soberbia meritocrática, como la denomina Sandel, Jonhson y Cameron y otros muchos dirigentes muy educados, carecen de la sabiduría práctica y la virtud crítica que Aristóteles preconizaba para los representantes democráticos.

No obstante, parece que los títulos son indispensables para optar a la representación popular, como se demuestra en nuestro propio Parlamento español. Es sintomático que uno de los pocos representantes obreros, Alberto Rodríguez, fue apartado de su escaño, ahora felizmente restituido por el Tribunal Constitucional.

No existe meritocracia en España, pero la instauración de esta no sería la panacea para la eliminación de la desigualdad. Asignar trabajos y oportunidades en función del mérito no reduce la desigualdad, sino que la reorganiza alineándola con la aptitud, recuerda Sandel, analizando el lado oscuro de la meritocracia. 

Quieren constituir estas notas una contribución para un debate mucho más amplio y profundo, sin olvidar que en los campos de la educación y el mérito, la derecha conservadora ha impuesto su marco.   

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Julián Lobete Pastos es socio de infoLibre

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