Librepensadores

El burladero

Antoni Cisteró

Se armó el Belén. ¡Oh! Pero ¿qué hace este Madelman entre las figuritas de barro? ¡Si blande un lanzallamas y el portal es de corcho!

La democracia fetén se mantiene en algunos países. No tantos como supondríamos sin analizarlo. Si lo pensamos detenidamente, no creo que llegue a un tercio de la humanidad la que pueda considerarse regida por tal sistema de participación ciudadana en el gobierno de su nación a través de sus representantes, en su versión digna y verificable.

A pesar de que “los malos van ganando”, estos no cejan en su labor de acoso y derribo de las buenas costumbres democráticas. Ahí están las bravatas de Trump, o las batidas de Erdogan, y también Bannon en Bruselas o Putin en internet. En nuestro ámbito, también son conocidas las proclamas demagógicas habituales en las redes sociales, sembrando el desconcierto entre los votantes que tienen la tentación de creerse la falsa premisa de que “todos son iguales”.

Pero últimamente se está abusando de un subterfugio que está dañando gravemente las prácticas democráticas, y al que creo no se le presta suficiente atención: el uso espurio de las instituciones. El procés catalán nos dio muestras de ello en los infaustos días del 6 y 7 de septiembre de 2017, menospreciando los servicios jurídicos del Parlament, los partidos de la oposición, el propio Estatut catalán y, en pleno aquelarre, también los equivalentes de ámbito español. Pero es que ahora, además, se está generalizando la práctica de presentarse a candidato a las elecciones, las que sean, persiguiendo única y exclusivamente la inmunidad (e impunidad) que implica el escaño. Sí, lo digo por el dictamen de Europa sobre los eurodiputados en prisión, pero no solo por ello. También podríamos hablar de la Monarquía. O preguntarnos qué buscan los diputados electos de la CUP en Madrid, más allá de boicotear el sistema (hay que reconocer que, al menos, no esconden sus intenciones), ¿tienen algún proyecto a presentar en la Cámara? Y, más aún: ¿Qué propuestas harán Junqueras o Puigdemont en el Parlamento Europeo? ¿Están ahí para algo más que para salvar la piel? Una vez conseguida la entrada, su actividad ¿se limitará a lanzar globos sobre el campo, dificultando o incluso suspendiendo el partido europeo?

Imaginemos que el ejemplo cunde: que defraudadores, pederastas, traficantes y otros especímenes, de facto o en potencia, se esfuerzan en conseguir un puesto de candidato en algún partido con capacidad populista suficiente como para conseguir un escaño en Bruselas, en Madrid o en alguna comunidad autónoma. ¿Ayudará ello a un mejor funcionamiento de la institución? ¿Cómo habrán de actuar los demás eurodiputados frente a sus acorazados compañeros y compañeras infiltrados?

No pretendo calificar ahora a los aventureros del 2017, es solo un ejemplo. Es humano que quieran salvar la piel, después de haber dejado una sociedad desnuda y a la intemperie. Simplemente quiero poner de relieve lo peligroso, e inmoral, que es para todos los demócratas el que se usen las instituciones democráticas como burladero de la justicia, pues esta fue la intención que tuvieron ya desde el principio al presentarse, incluso, en el caso de Junqueras, a dos espacios incompatibles: Cortes y Parlamento Europeo.

Sí, caben los suplicatorios. De acuerdo. Así que, hago yo mi personal súplica a los partidos políticos: ¿podrían establecer protocolos de control, que hicieran patente que los candidatos que proponen van a dedicarse a jornada completa a la tarea para la que la ciudadanía los necesita y por lo cual, quizá, les vote? ___________

Antoni Cisteróes socio de infoLibre

Más sobre este tema
stats