Cinco cervezas

Pako Martí

El mundo no para.

La UE emprende una carrera armamentista para disuadir a Vladimir Putin de nuevas agresiones y fortalecer su autonomía bélica en un turbulento siglo XXI, tras ochenta y cinco años de la Segunda Guerra Mundial. Pintan bastos, huele a guerra, a más guerra, a otra guerra.

Dada la tesitura, tómense una cerveza. El que suscribe ya va por la segunda.

“La amenaza de guerra puede no ser inminente, pero no es imposible”. Este rotundo pronóstico lo dejó caer Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, ante el pleno del Parlamento Europeo, el 2 de marzo del presente año en curso de nuestro señor. La ex ministra de Defensa alemana conoce su oficio y sabe perfectamente cuando el horizonte amenaza tormenta. Carmen Claudín, investigadora del Centro de Información y Documentación Internacional de Barcelona (CIDOB), auguraba dicha tormenta de preocupación, situándola en tres derroteros: el estancamiento en el frente de batalla, o lo que viene siendo insuficiente apoyo de los aliados a Ucrania, el temor de la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca y, cómo no, el auge de la extrema derecha populista en las próximas elecciones europeas de junio.

Pintan bastos, huele a guerra, a más guerra, a otra guerra

El mundo no para.

Según datos publicados por la Alianza Atlántica, en 2014, cuando Rusia le robó la cartera y el suelo a Crimea, los aliados europeos de la OTAN gastaron 216.725 millones de dólares en armamento. Diez años después la cifra de gasto que se maneja para el 2024 es de 380.000 millones de dólares. Para matar gente y que no te maten. Y hete aquí el paradigma de cómo finiquitar nuestra civilización. A hostias. Como Dios manda.

Tras la quinta no me queda otra que cerrar el texto y darlo por bueno. No parece pensar lo mismo el gato del vecino, por su expresión escéptica. Que le den.

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Pako Martí es socio de infoLibre.

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