El CIS Campeador

Ya ha salido a la calle el último trampantojo del CIS, el del mes de octubre. ¡Tachán! Nos cuenta el barómetro del Estado, hoy más del Gobierno, que el PP sigue su ascenso lento pero imparable, ajeno a sus escándalos y trifulcas, mientras que sus adversarios se mantienen o caen, cuando no se desploman. ¡Plom! ¡Qué bien pinta el panorama electoral para Rajoy! ¡Qué final de mandato eufórico lleva! Tan fuertes se ven en Moncloa que se atreven incluso a aprobar los presupuestos para el año próximo, presupuestos que podrían no ejecutar ellos y que no convencen a nadie, Europa incluida. Pero eso da igual.

Y entre pan y pan, un pastel. Así, nos van sacando sus recetas del CIS, bocados demoscópicos que saben, cada vez más, a aplausos enlatados de televisión. Como esas entrevistas que preparan al presidente, solo ante el peligro de preguntas domesticadas. ¡Que no todo tienen que ser experiencias extremas! Para montar en globo ya tienen a Soraya SS. Ante todo, hay que evitar que el gran líder popular caiga en el ridículo espantoso que ya hizo en Onda Cero. Ante todo, hay que evitar caer en el desánimo. Y para ello, nada mejor que tirar de encuestas. Ay, las encuestas, esas armas de manipulación masiva que tanto quitan a la oposición, al tiempo que mantienen vivas las expectativas de un Gobierno desahuciado, presa del pánico y de la desorganización. Al final las van a tener que prohibir, no solo en la última semana de campaña sino en el último año antes de votar.

Así el caos y la desesperación gubernamentales, llega a su cita, puntual, el CIS Campeador, el ente de titularidad estatal que hace ganar las encuestas al Gobierno después de muerto; que lo mismo que los moros en Valencia, por mor de la superstición, huyeron espantados al ver sobre su montura al caído héroe de Vivar, piensan en el Gobierno que los españoles huirán de los cantos de sirenas de los partidos emergentes, en especial de Podemos, al ver recortándose en el horizonte la enhiesta figura del presidente de Santiago y cierra España.

Gonzalo de Miguel Renedo es socio de infoLibre