Ni cristianos, ni pacifistas, ni buenas personas

Fernando Pérez Martínez

Se ha dado gran difusión mediática a la declaración que ante el juez Marchena hizo como acusado de rebelión, sedición, malversación y qué se yo cuántas otras más o menos imaginativas flores procesales que, con mayor o menor brillo, tejen los fiscales, la Abogacía del Estado y la acusación popular, con esmero y ya veremos si acierto.

Quiero referirme a cuestiones no exactamente judiciales, que para eso ya están desenvainadas las espadas de la flor y nata de defensores y acusación. Entre unos y otros se vendrán a levantar cada hora un mazo de euros que no cabe en un saco. Al equipo fiscal y de abogados del Estado les pagamos quien suscribe esto y los amables lectores que tengan la oportunidad y la deferencia de leer estas palabras. Y quienes no las lean, también. A los eminentes y acreditadísimos defensores les paga, sin duda generosamente, la hinchada centrifugista. Y quienes son de la tendencia opuesta, también. Pues este espectáculo de togas y puñetas se financia íntegramente con dinero público, para bien y para mal. Y es notorio que el presupuesto del gasto social que va a parar a los bolsillos de abogados no va a gasto social alguno.

Pues en jornada tan memorable tuvo la audiencia mediática que anima a favor o en contra de los acusados la ocasión de escuchar al señor Junqueras hacer un acto de alabanza de sí mismo y de sus followers, como no podía ser de otra manera, en el que como si de una abuela desatada se tratara, se deshacía en almíbares e inciensos en propia loa, sin sonrojo ni medida. De dicha enumeración de bondadosas cualidades tuvo especial cuidado en resaltar la cadena que de republicano a buena persona, pasando por demócrata, y esto no sé si antes o después que cristiano.

No quiso emborronar su límpido discurso con digresiones sobre que se puede ser republicano de izquierdas o de derechas y perteneciendo él a un partido que se apela en su escudo triangular, como Izquierda (Esquerra) Republicana, de Cataluña, para diferenciarla de la Izquierda Republicana fundada por don Manuel Azaña, que sin topónimo se reputaba universal y que también tenía en su escudo un triángulo que remite a la escuadra simbólica de la masonería. Esta ERC que practica y promueve cierta suerte de imperialismo regional mediante su aspiración a anexionarse la vecina Comunidad Valenciana, las Islas Baleares, parte de Aragón y parte del Pirineo francés, es en palabras del señor Junqueras una suerte de asociación folclórica pacifista que no dudó bajo el mando del teniente coronel de ingenieros, señor Maciá, en traicionar a la Segunda República Española, antes de ser ésta proclamada, mediante un acto de fuerza "¡Visca Macià i mori Cambó!".

Junqueras evita el enfrentamiento con las acusaciones y se presenta como un "preso político"

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Mal cristiano según la recta doctrina del Nazareno, el que engaña y pretende por la fuerza negar “al César lo que es del César” como hizo poco después el sucesor del militar, el señor Companys, también de ERC, empuñando las armas contra el gobierno legítimo de la Segunda República Española (adiós pacifismo) y entregándose lacio y desolado a los recios y desconcertados líderes del anarquismo. Dos pinceladas que desenmascaran la pretendida careta de cristianos (¿de verdad pretende vender el partido a la militancia de ERC como una coral cristiana?) y de pacifistas que la historia, breve pero significativa, ilustra como atea y aguerrida.

Y en cuanto al tercer aserto de la bonhomía consustancial a las filas demócratas o republicanas o de ERC… dejémoslo en una boutade propia del estrés carcelario de quien empieza a levitar sobre la sociedad desde el retiro en su celda cenobio, va para un año. Buena persona que miente, traiciona y engaña como el personaje de El nombre de la rosa de Umberto Eco… Ni modelo de cristiano, ni de pacifista, ni de buena persona. ____________________

Fernando Pérez Martínez es socio de infoLibre

Se ha dado gran difusión mediática a la declaración que ante el juez Marchena hizo como acusado de rebelión, sedición, malversación y qué se yo cuántas otras más o menos imaginativas flores procesales que, con mayor o menor brillo, tejen los fiscales, la Abogacía del Estado y la acusación popular, con esmero y ya veremos si acierto.

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