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La doble muerte de Almudena

Marcelo Noboa Fiallo

Se atribuye a Alfredo Pérez Rubalcaba la frase que ha hecho historia tras su muerte: “En España, se entierra bien a los muertos”. No sé si Rubalcaba hubiese soltado la frase a la luz de lo sucedido con Almudena Grandes o quizás, ello era así hasta que con ella se rompió el tópico o quizás sería más exacto señalar, hasta que la abyección entró en escena. Da igual. El caso es que una de las escritoras más universales (traducida a 60 idiomas). Una de las escritoras más madrileñas, del Atleti, de su barrio de toda la vida, conocedora de los rincones, esquinas, callejuelas, mercados, negocios, tiendas, paisanaje. Conocedora de las lluvias distintas y diferentes que caen sobre Madrid, de los calores soportables e insoportables del verano. Conocedora de la lucha y la solidaridad que sus vecinos practican junto a los que lo pasan mal. De la denuncia de los que sufren, víctimas de la rapiña de los depredadores del sistema neoliberal, reflejado en casi todas sus noveles; ya no podrá alimentar el ansia de saber de sus electores. Almudena ya no podrá seguir incomodando a los poderosos porque se nos ha muerto a una edad en la que no debería morirse nadie y menos una escritora, pero sus libros seguirán hablando para los que quieran abrir sus mentes.

Se nos murió y cientos de lectores acudieron a su entierro, libro en mano. A dar testimonio de amor y agradecimiento por su literatura. No faltó nadie del mundo de la cultura y los que no pudieron estar en el cementerio colapsaron el móvil de su marido y poeta Luis García Montero, para estar junto a él en el dolor.

Su primera muerte, entierro y despedida estuvo rodeado del silencio, el respeto y el agradecimiento, ensombrecido, eso sí por la ausencia institucional de los gobernantes de la ciudad de sus amores. Se presagiaba ya la negativa a su reconocimiento como “Hija Predilecta de la Villa”. A su marido, lectores y al mundo de la cultura, no les pilló por sorpresa. La abyección hace su aparición cuando le da la gana o cuando más daño quiere hacer.

Lo que nadie se imaginaba es que la gran escritora, iba a sufrir una segunda muerte. La de su dignidad en forma de ensañamiento, utilizando el vomitivo trueque entre trileros de la política. “A cambio de que me des tus votos para aprobar mis presupuestos yo le concedo a ese personaje el título requerido” (recalcando la palabra personaje). No se puede ser más rastreros y miserables. No se puede “negociar” con el cadáver aún caliente, como si de una partida presupuestaria más se tratara.

Pero que digo, si ¡son sus señas de identidad! Ya nos hemos olvidado de su habilidad para moverse en terrenos necrófilos con el único objetivo de obtener réditos electorales: Lo hicieron con los cadáveres del Yak-42, con las víctimas del atentado yihadista de Atocha, con las víctimas de ETA, desenterrando año tras año a Miguel Ángel Blanco… se mueven como peces en el agua en éste pantanoso y putrefacto terreno. Esta vez le ha tocado a Almudena Grandes.

Tras conseguir la aprobación de sus presupuestos (sin los cuales no puede gobernar la ciudad) gracias a la “sospechosa” colaboración de tres tránsfugas de la política provenientes del grupo mixto, porque sus aliados naturales (Vox) estratégicamente y en el último momento, se habían negado a darle sus votos después de conseguir eliminar o reducir partidas presupuestarias que afectaban al asociacionismo, al movimiento LGTBI, a la cultura, a la inmigración… La jugada de Vox era de “aprendices de brujo” porque el PP siempre cuenta con un as en la manga, el de la necrofilia.

Respeto y admiro a nuestro gran poeta y director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, compañero y amor de su vida de Almudena, pero si yo fuera él, me negaría aceptar el reconocimiento como “Hija Predilecta” en estas condiciones. Un reconocimiento surgido de las cloacas, de lo más abyecto de la política, del chalaneo miserable, de la necrofilia del PP.

Marcelo Noboa Fiallo es socio de infoLibre

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