Librepensadores

La España vacía

Librepensadores nueva.

Marcelo Fiallo

Hace un par de meses, encontré un mensaje en Facebook, fabricado y expandido desde Ecuador, en el cual señalaban, aprovechando uno de los titulares del periódico digital campeón de bulos, OK diario, sobre lo mal que iba la economía española, lo siguiente: “Esto es lo que pasa cuando llega el socialismo: paro, desempleo y colas del hambre, como en Venezuela”. Ya estaba colocado el producto, porque tanto en Ecuador como en la mayoría de los países de América Latina el tema de Venezuela en particular y el socialismo en general son los comodines que sirven para todo, para un roto y un descosido. No hay debates de gestión, de proyectos, de alternativas, de políticas sociales… ¿Para qué entrar en eso? Demasiado que leer, demasiado tiempo para buscar información seria, verificable y contrastable. Con lo fácil que es compartir lo primero que nos llega y, si lo que nos llega, reafirma mis prejuicios, ¡pues miel sobre hojuelas! Omitían, por tanto, el “creador” y los difundidores del mensaje que el actual gobierno de coalición de izquierdas de España apenas llevaba (en el momento de la difusión del bulo) menos de un año y que en ese tiempo una maldita pandemia azolaba España y al mundo dejando además de miles de muertos y hospitales colapsados, la economía por los suelos. No, para que señalar esto. Lo relevante es seguir aplicando “el comodín” que nos da mucho juego.

Cuentan estos especialistas de la infamia, con aliados poderosos. No lo hacen gratuitamente porque desde este lado del charco, tienen asegurado el material y el soporte que da cobertura al mantenimiento del “comodín” (con la inestimable ayuda de un impresentable Nicolás Maduro), la prensa enemiga de las políticas de izquierdas y con el tándem: PP/Vox que han convertido la actividad política en un estercolero. La España vacía ¿o quizás vaciada? no sólo son los miles de pueblos que entre todos estamos condenando a su extinción desde que Aznar “descubrió” la economía del ladrillo, el “boom” del ladrillo. La España vacía no cuenta en las agendas de los partidos políticos, ni aparecen en los debates del Congreso ni en los medios de comunicación a pesar del solitario representante de “Teruel Existe”, cuya presencia en el Congreso es como buscar a “Willy”. La España vacía es también la de la ausencia de la política, sustituida por el ruido que anuncia el apocalipsis, practicado por todos los partidos políticos, salvo honrosas excepciones individualizadas.

“Todo es veneno y nada es veneno, solo la dosis hace el veneno” (Paracelso). El gobierno de coalición ha conseguido salvar el decreto más trascendental para la economía española post covid-19, que regulará la llegada de los fondos europeos. Los 140.000 millones de euros que se esperan para iniciar la recuperación de la economía, cuya caída solo tiene como parangón el final de la Guerra Incivil, debía haber sido votado por la inmensa mayoría del Parlamento, como han hecho en Portugal. En Bruselas no dan crédito a lo ocurrido. Después de una kafkiana, rocambolesca e imprevisible votación de sus señorías que dejó atónitos hasta los mismos actores del esperpento digno de Valle Inclán. ¡Bildu y Vox, habían salvado al gobierno! (Bildu votando a favor y Vox, absteniéndose). Pablo Casado con los ojos desorbitados no daba crédito, sobre todo porque es el alumno aventajado de la escuela: “Dejad que España se joda, ya llegaremos nosotros a salvarla” (Rato, dixit). Vox, absteniéndose le deja sin discurso al PP en su particular guerra por los votos. No, Vox no ha salvado al gobierno, quería darle una hostia a su competidor por los votos de la extrema derecha y se lo ha dado.

La lección más importante que podemos extraer de este funambulismo sin red que se práctica en la política española es que nada está escrito. No hay guion que valga. Desde que se acabó el bipartidismo y nuevos actores hicieron acto de presencia en el parlamento español, cuestión que, a priori, podría haber supuesto un enriquecimiento en el debate político y una mayor profundización en la democracia; lo que han emergido son los fantasmas de Goya. Ha emergido, “Duelo a Garrotazos” de la colección “Pinturas Negras” del genial sordo. No otra cosa es el lamentable espectáculo en el que se han convertido las sesiones de control del ejecutivo, donde, de manera torticera, se presenta una pregunta de control a un Ministro o Presidente del Gobierno (previamente por escrito, porque es preceptivo), pero luego en el transcurso de la sesión parlamentaria, la supuesta pregunta desaparece por arte de magia y solo queda el ruido, la dosis justa del veneno, el apocalipsis, donde no faltan las estrellas de la puesta en escena del aquelarre: “gobierno ilegítimo”, “gobierno asesino que nos ha traído la pandemia” “gobierno filocomunista, bolivariano, castrista…” y una innumerable presencia de sórdidas descalificaciones que ruborizan a nuestros entrañables vecinos portugueses.

Solo se ha producido una sesión parlamentaria digna de este nombre, el uno de junio de 2018. Día de la moción de censura para apear al Gobierno de Mariano Rajoy de sus funciones constitucionales, como consecuencia de la sentencia del Tribunal Supremo. La sentencia del “caso Gürtel”, por la que declaraba a su partido “urdidor de una extensa y prolongada trama de corrupción”. El Partido Popular había tocado techo. No era posible seguir con un Presidente de Gobierno, responsable de un partido hundido en la mierda de la corrupción. Había que recuperar la dignidad del país. Pedro Sánchez, le facilitó la salida: “Dimita usted, señor Rajoy y la moción de censura decaerá en este mismo momento, no habrá moción de censura si usted dimite y su partido presenta otro candidato digno”. Rajoy no quiso el “capote” y prefirió dejar el escaño vacío (exactamente ocupado por un bolso) en un acto de desprecio al parlamento y embriagarse en un restaurante junto a sus fieles. Una sesión parlamentaria para la Historia. Desde entonces no hay vida parlamentaria. Se instaló el ruido cacofónico liderado por la “derechita cobarde”, el espíritu de la Plaza de Colón y, lo que es peor, los urdidores de la necesaria y valiente moción de censura, instalados ahora en el cortoplacismo.

En las elecciones catalanas solo se dirime quien se lleva el gato al agua, quién tiene más cojones de prometer un referéndum unilateral para la independencia, Junts o ERC. No se hablará de otra cosa. La gestión de la pandemia, la caída de la economía más grave desde la Guerra Incivil, la sanidad hecha unos zorros, el turismo en la UCI, la desbandada empresarial ante la inseguridad jurídica…todo ello en un segundo plano, ante la sacrosanta conquista de la arcadia soñada catalana, frente al trumpismo madrileño. Ayuso (en la campaña electoral catalana): “¡Es un delito en Cataluña, con el clima que tenéis, tener todo cerrado!”. Ni Trump lo habría dicho mejor. La España vacía o vaciada de ideas, de aportaciones propositivas, de debates parlamentarios que devuelvan a la política la esencia del parlamentarismo y la dignidad a sus señorías ni está ni se le espera…al menos de momento.

Marcelo Fiallo es socio de infoLibre

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