La ética olvidada pero necesaria

Cesar Moya Villasante

Parece mentira que a estas alturas del mundo digital hable yo aquí, tan feliz, de algo parecido a la ética. Cuando quizá haya muchos jóvenes que ni conocen esa palabra. Se destruyó con el capitalismo exclusivo, ahora le llaman trumpismo, y empieza a atisbarse un principio de deseo de recuperarla para una conversación entre humanos, como algo esencial para la vida.

Y se atisba ante un hartazgo que ya existe en muchas partes, pero es que en España es un proceso no de hartazgo de muchos, sino de reconocimiento de que así no se puede seguir pues se está actuando como si hubiera una parte de la sociedad que no existiera. No es que no se contara con esa clase, llamémosle humilde, que no suele decir nada, pero ocupa los trabajos, muchas veces más duros e incomprendidos, como ejemplo las llamadas kellys de los hoteles, o las abnegadas jóvenes que cuidan con enorme cariño a esos mayores que acaban o acabaremos en residencias, o los obreros de los ayuntamientos que nos eliminan las basuras... Muchos de ellos o todos, diría yo, denominados “trabajos esenciales”, nada menos. Pues esos precisamente son los salarios más bajos de nuestros trabajadores.

Apelando a ello existen profesionales, se pueden definir como personas con más recursos en su formación, que debido a ellos se van de este país en donde ya, en algunas Comunidades, han confesado que 9 empleos nuevos de cada 10 los cubren personas de origen extranjero.

Se destruyó la ética con el capitalismo exclusivo, ahora le llaman trumpismo, y empieza a atisbarse un principio de deseo de recuperarla para una conversación entre humanos

A todo esto, se escribe que los directivos de grandes empresas son los mejor pagados de toda Europa, y no sé si del mundo. Y un señor como Antonio Garamendi, líder de la CEOE, se sube a cerca de 400.000€ su sueldo en un lugar tan visible como el suyo, en donde se negará a subir el sueldo a los trabajadores españoles señalados antes y otros muchos. Por eso, aunque suene rancio y pasado de moda, creo que hay que recuperar esa palabra que también definió el profesor Aranguren y a la que hoy nadie hace caso. Pero es que no significar nada para ese tipo de gente quiere decir que en los demás crea una desmoralización evidente al no poder ni siquiera protestar porque ya no sirve para nada. Y esa desmoralización en muchos casos se paga con el trabajo, con desgana y sin aportar nada mejor. Y eso supone el decaimiento de muchas empresas. Yo no estoy en contra del salario que pueda tener un empresario, dueño de esta, con los beneficios que tenga, pero también en ello debe existir la ética para sus empleados. Porque esas diferencias abismales producen un decaimiento de la vida profesional en aquellos que lo ven con rabia o con envidia, que todo puede ocurrir. Sin hablar de lo que supone para los jóvenes ver que un tal Froilán se va a Abu Dabi a trabajar en una petrolera de los amigos de su abuelo con un salario imponente y sin haber dado un palo al agua en su corta vida.

De esto la derecha española nada dice, porque son sus amigos que luego les colocan en un buen lugar, haciendo caso omiso, otra vez vuelvo, a la palabra olvidada por todos. Pero si no la recuperamos pronto, este país no tendrá futuro porque nuestros jóvenes, los sensatos no influenciados por la política basura, se irán marchando acompañando a esos médicos a los que se les niega el pan y la sal, por una persona que se supone amargada por ver a tantos “comunistas” en las calles y que parece ser el futuro de este país para una derecha que es mejor ya no decir nada sobre ella….

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Cesar Moya Villasante es socio de infolibre

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