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Fiestas paternales (religión aparte, LVI)

Jose Maria Barrionuevo Gil

No sabemos todavía cómo hemos podido llegar vivos a este siglo, tan prometido y prometedor. Pensamos desde hace mucho tiempo que el comercio y, aún más, el consumismo han contribuido a utilizar las festividades religiosas a su antojo, para que se consagren crematísticamente estas efemérides con ganancias oportunamente distribuidas durante el año o abusando del calendario religioso, y así beneficiarse de unas fechas en que había demasiado poco negocio.

Sería cansino desmenuzar todos los “días” que han tomado una especial relevancia sobre el prudente y silencioso calendario eclesiástico o civil que se nos ha concedido desde hace tantísimo tiempo.

Aparte de esto, sabemos que, hoy en día, hay días “universales” o “mundiales” durante todo el año. Con todo, no nos dan la vara con fechas consumistas ni con obligaciones y ceremonias académicas, aunque puedan ser más significativas y generales que las que han conseguido el rango de oficiales.

Muchas tradiciones nos vienen impuestas desde bastante lejos y ya no nos damos cuenta de su tácita o escandalosa imposición por motivos que parecen justificar los eventos.

La mayoría de las tradiciones son inventos que pueden contar con una fecha de arranque o no, pero que se nos han grabado, casi a fuego, como si fueran eternas en sus orígenes y, además, perpetuas en su desarrollo histórico, como todos los cuentos de nunca acabar.

La maestría de nuestros antepasados, generalmente religiosos, en ir jalonando de devociones sacras una buena cantidad de fechas para consagrarlas de por vida en el pensamiento colectivo nos ha metido en callejones sin salida o en caminos eternos de salvación. Así, apostólicamente se han santificado hasta fechas que eran propiedad de la sociedad civil o bien han sido embargadas por otras religiones más florecientes. También hasta se les ha quitado a algunas de las fiestas el valor social que poseían, como pasó con el Día del Trabajo, convertido en el de San José Obrero y hasta camuflado por el régimen dictatorial españolista como el de San José Artesano, por alergia a la palabra obrero y que ya dijimos que San José nos parecía que era sencillamente un autónomo.

Apostólicamente se han santificado hasta fechas que eran propiedad de la sociedad civil o bien han sido embargadas por otras religiones más florecientes

Para más inri, San José no era padre, pero el comercio aprovechó el título familiar que era, entonces, “muy especial”. Ahora hay quien se rasga las vestiduras, porque a la festividad se le quiere cambiar el título de padre, que ya no cuadra y resultaría discriminatorio. Además, se denigra a la persona que ha tenido la ocurrencia de proponer cambiarle el título, que no poseía de nunca.

Tampoco el “Día de la Madre” tuvo acierto, cuando comercialmente se celebraba el “Día de la Inmaculada”, que no tenía nada que ver con la maternidad. Eso sí, posteriormente hasta la Iglesia ha tenido a bien cambiar la fecha, para ponerla en mayo, porque es el Mes de María, aunque María ya tiene su día en septiembre. Por lo visto, este día había sabido a poco.

También podemos preguntar a San Francisco de Asís si los belenes existían de siempre.

Ahora, con el Día del Padre y el de la Madre, comercialmente, la ONCE, con mucha vista, nos está dando caña para que nos hagamos ricos y podamos festejar todas las onomásticas y cuando queramos, para que nadie se moleste.

A veces, el adoctrinamiento, que es un hecho y un quehacer de mucho peso, nos deja indefensos ante la historia y podemos hasta perder las formas y dejarnos desasistidos de criterios y ayunos de informaciones, que no están tan lejos de nuestras móviles manos como pudiera parecernos.

Cuando los tiempos cambian, no todo el mundo tiene que cambiar; pero todos podemos, con buen criterio, buscar y aumentar nuestros conocimientos con ayuda de los demás antes de pasarnos unos cuantos pueblos, incluido el de Jerez. Así nos podemos ahorrar el pontificar a bote pronto.

Hoy en día, es imposible saberlo todo, pero cuando damos nuestra opinión, podríamos procurar estar más asistidos, aprovechando que el mundo es un gran ágora abierta, ahora que contamos con tantas redes de comunicación.

Como los tiempos y la vida siguen cambiando, un amigo nuestro nos dijo, ya hace unos cuantos añitos, que si por tradición fuera, en Roma todavía se estarían echando cristianos a los leones.

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José María Barrionuevo Gil es socio de infoLibre

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