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La guerra en Ucrania, la OTAN y la desintegración de Rusia

Juan José Torres Núñez

“…ahora [nos acercamos] más que nunca, incluso durante la Crisis de los Misiles de Cuba, al inicio del Armagedón nuclear”. (Eve Ottenber).

La novelista y periodista estadounidense Eve Ottenberg, señala en su artículo “Bubbling Toward Armageddon” [Avanzando hacia el Armagedón], (12/05/2023), que no es exagerada “la posibilidad de una guerra en dos frentes, posiblemente radiactiva, contra China y/o Rusia”. Según sus palabras, todo se debe a la “gerontocracia” de la administración de Joe Biden, con “las mediocridades en el departamento de Estado y el aparato de Seguridad Nacional”, que “no inspiran confianza”. Para Ottenberg, el inicio del Armagedón “está en marcha” como consecuencia de los “neoconservadores rabiosos” y los “generales patrioteros de cuatro estrellas”, que ella les llama “imbéciles”. Cree que es una provocación que el Congreso de EEUU, con su Resolución de Victoria Ucraniana, ordene la adhesión de Ucrania a la OTAN después de que termine la guerra. Esto “traerá una receta para la Tercera Guerra Mundial nuclear”. Deja muy claro que la cuestión sobre la expansión de la OTAN fue la causa que llevó a Rusia a invadir Ucrania. Moscú trató de negociar por todos los medios su propia seguridad, pero, como sabemos, EEUU y sus aliados hicieron caso omiso a las propuestas rusas. El Occidente colectivo y la prensa hegemónica no hablan sobre esto. Según ella, estos son “hechos lamentables: primero, [porque] nuestros medios de comunicación piensan que somos idiotas; y segundo, [porque] repiten como loros lo que les dice la CIA”.

El economista y académico estadounidense Jeffrey Sachs asegura que “EEUU mintió, ya que desde 1992 planeaba la expansión de la OTAN hacia el Este de Europa, a pesar de que Washington se comprometió a no hacerlo”. Ya había planes para expandir la OTAN a territorio “cercano a las fronteras rusas”. Esto quedó registrado en el acuerdo con Mijaíl Gorbachov en al menos 30 documentos históricos recopilados en los archivos de Seguridad de la Universidad George Washington. Esta información la di yo en este periódico, pero no lo que Sachs añade: “Ya se incluía a Kiev como parte de los planes de expansión de la OTAN”. Según él, esto explica la arrogancia de EEUU al creer que “puede gobernar el mundo como la única superpotencia y hacer lo que quiera”. La OTAN está convencida de que sus decisiones “no afectan a países ajenos a la Alianza, ignorando así las peticiones de otras naciones, como Rusia”. De hecho, “la OTAN asume que puede desplegarse en las fronteras de cualquier país”. Y Sachs repite lo que yo he afirmado en este medio: “La guerra en Ucrania se podía haber evitado”.

Con la locura de la guerra en Ucrania, que es el negocio del siglo, los líderes de la Unión Europea han entregado gratis la soberanía de sus Estados en un acto de esquizofrenia colectiva, de tal forma que han arrebatado el derecho a escoger nuestro propio destino. En sus reuniones, que se parecen al aquelarre de Goya, presididas por el demonio, EEUU y la UE quieren aislar a Rusia, sin darse cuenta de que ellos se están quedando aislados. Eso lo vemos en las naciones de África, América Latina, Oriente Medio y las regiones del Asia-Pacífico, que no quieren seguir siendo explotadas. Europa ya no es el ombligo del mundo y el sueño americano se ha marchitado. Quien sí ha aislado a la UE de Rusia ha sido EEUU. La UE está obligada a comprar las armas a EEUU, un negocio muy lucrativo, y a comprar su gas licuado, más caro y de menor calidad que el ruso. Al integrarse en la OTAN Global, una organización militar dirigida por líderes belicistas, la UE ha olvidado su política social para formar parte de las guerras permanentes que su jefe le impone. En su conjura se han unido para seguir enviando armas a uno de los países más corruptos de Europa, Ucrania; un gobierno representado por un “pelele de trapo”, como lo dibujó Goya en los Desastres de la guerra, con una “sonrisa fija y antinatural” que “introduce un ligero matiz de inquietud y de cinismo”. Así lo describe la Conservadora del Museo del Prado, Manuela B. Mena Marqués. En el caso de Ucrania, este pelele parece un fantoche manejado por los neofascistas de su gobierno, dirigido por EEUU. Todo se parece al aquelarre de Goya, presidido por el mismísimo Satanás.

Las declaraciones del presidente de España, Pedro Sánchez, después de su reunión con el presidente de EEUU, Joe Biden, muestran lo contrario de lo que Eve Ottenberg ha escrito en su artículo. Como ya estamos acostumbrados, Sánchez no habla de las causas de la guerra de Ucrania. Quizá se deba a la propaganda occidental que encontramos en la prensa corporativa. Por ejemplo, en El País (14/05/2023, p. 19) leemos que “Nadie rinde culto a la violencia como instrumento y valor ideológico sin a la vez ponerla al servicio de la dominación y la conquista en guerras de agresión como la de Putin”. En la conclusión vemos que “Ahí está el origen de la invasión rusa, y no en las malas excusas sobre la ampliación de la OTAN o las patrañas sobre el nazismo y el militarismo ucranios”. Es decir, los hechos que conocemos sobre la expansión de la OTAN y el golpe de Estado violento del 22 de febrero de 2014 en Ucrania, financiado y orquestado por EEUU, y la ayuda de EEUU, la UE y la OTAN que contribuye al renacimiento del fascismo, todo esto, según leemos en El País, son “patrañas” y “malas excusas”. Este periodismo corporativo falta a la verdad porque EEUU, la UE y la OTAN están creando y apoyando un fascismo nunca visto en Europa desde la caída del Tercer Reich.

¿De qué democracia está hablando Sánchez? EEUU invadió Siria, colaborando con el terrorismo para derrocar al presidente Bashar al Asad y hoy sigue allí vendiendo el petróleo robado al Estado sirio para pagar sus guerras permanentes

No sorprende, pues, que Pedro Sánchez repita que “hay un agresor y una víctima, y el agresor es el presidente Putin”. Se olvidan de los crímenes de guerra y las invasiones cometidas por la OTAN en todo el mundo. Según el informe Coste de la guerra, de la Universidad de Brown, las guerras desatadas por EEUU desde el 11 de septiembre del 2001, han causado casi 4,5 millones de muertos. Cuando Sánchez se refiere al presidente Biden, elogiándolo por su labor “en defensa de la democracia en EEUU y en todo el mundo”, afirmando que “el mundo necesita un presidente como [Biden] en luchas justas”, esto contradice las palabras de Eve Ottenberg. ¿De qué democracia está hablando Sánchez? Por ejemplo, EEUU invadió Siria, colaborando con el terrorismo para derrocar al presidente Bashar al Asad y hoy sigue allí vendiendo el petróleo robado al Estado sirio para pagar sus guerras permanentes, y ha emplazado más de 12 bases militares. Nunca se habla de las causas de esta guerra ni del terrorismo económico que EEUU y sus aliados utilizan. Hablando de “democracia”, debemos recordar las palabras de Nadi Nasrallah: “Siria era un país autosuficiente antes de que América decidiera que Siria necesitaba ‘democracia y libertad’”. Y digo recordar porque según las cifras publicadas por la ONU, la presencia militar estadounidense en Siria ha matado “al menos a 350.000 personas” y ha causado muchos millones de refugiados. Por lo tanto, el significado de las palabras que el presidente español expresó en su comparecencia a los medios en la Casa Blanca: “luchas justas”, “democracia”, “defensa de la libertad” y “respeto al derecho internacional”, no se entiende.

Pedro Sánchez también habló sobre la paz en Ucrania y observó que no la ve inminente.  Aquí no se equivocó. Cuando mencionó al presidente de Brasil, Lula da Silva, se precisa aclarar una cuestión importante. Lula quiere negociar la paz y acabar con la guerra: primero, dejar de enviar armas a Ucrania y después hablar. Pero EEUU y sus aliados quieren: primero, derrotar a Rusia y luego negociar. Lo que queda claro es que a EEUU y a la OTAN no les preocupa la paz. China, sin embargo, quiere una solución pacífica del conflicto ucraniano con un papel constructivo, es decir, una solución contraria a la que propone EEUU: la guerra permanente. Y China, como Rusia, quiere un orden mundial multipolar que no esté basado en las reglas del orden unipolar de EEUU y sus adláteres. Este orden, que ya no existe, lo defiende Pero Sánchez y también Josep Borrell, el responsable de la Política Exterior de Europa, que pide a los Veintisiete “enviar artillería de largo alcance a Kiev”, porque él solo cree que la guerra “se ganará en el campo de batalla”, como ya manifestó. Borrell cree solo en La lucha a garrotazos que vemos en el famoso dibujo que pintó Goya, descrito por Manuela B. Mena como “dos hombres libran una lucha feroz y ritual y se golpean con indiferencia, impulsados por un mecanismo ancestral de destrucción recíproca”.

El candidato Demócrata a la presidencia de EEUU, Robert F. Kennedy Jr., ha puesto el dedo en la llaga al aseverar que “Washington cruzó repetidamente las líneas rojas de Moscú, creando un conflicto en Ucrania con la esperanza de un cambio de régimen en Rusia”. Y esta es la cuestión: la desintegración de Rusia. Sobre este peligroso asunto, el Occidente colectivo, dirigido por EEUU, no dice nada y la prensa hegemónica de España tampoco. De aquí la necesidad de citar el informe de investigación de Gretchen Small y Carl Osgood, Shut Down Anglo-American ‘Break Up Russia’ Operation Now! [Una campaña angloamericana para la desintegración de la Federación de Rusia], publicado en la Executive Intelligence Review. News Service, el pasado 21 de abril. Desde el principio vemos que para los ideólogos neoconservadores angloamericanos, la única solución aceptable para la guerra de Ucrania, “provocada por la OTAN”, es “la desintegración de Rusia”. El informe señala que una “derrota estratégica” o la “ruina” de Rusia, “no es suficiente”. La intención de estos ideólogos es “borrar a Rusia del mapa mundial”, una de las dos potencias nucleares más grandes de la Tierra, junto con Estados Unidos, que poseen en la actualidad el 90% de las armas nucleares, las cuales podrían destruir el mundo varias veces –aunque con una vez es suficiente.

Como el informe destaca, “la desintegración de Rusia ha sido una política imperial británica durante siglos”. La EIR publicó el 16 de mayo de 2014 el dosier British Imperial Project in Ukrain: Violent Coups, Fascist Axioms, Neo-Nazis. Y el 19 de diciembre de 2014 publicó Who is Bihind the Drive to Dismember Rusia? [¿Quién está detrás de la campaña para desmembrar Rusia?]. Casey Michel publicó el 24 de mayo del 2022 un artículo en la revista Atlantic, “Decolonize Russia: To Avoid More Senseless Bloodshed, the Kremlin Must Lose What Empire It Still Retains” [Descolonizar Rusia para evitar más derramamiento de sangre sin sentido: el Kremlin tiene que perder el imperio que todavía retiene]. Michel argumenta que “ahora con la guerra en Ucrania, EEUU tiene la oportunidad de completar lo que el entonces secretario de Defensa (y más tarde vicepresidente) Dick Cheney dijo en 1991”, (cuando el dipsómano Boris Yeltsin declaró en diciembre de 1991 la desintegración de la URSS). Cheney pidió “no solo el desmantelamiento de la Unión Soviética y del imperio, sino también el de Rusia, para que nunca hubiera otra vez una amenaza al resto del mundo”. Todo esto lo sabe Rusia y por eso Moscú se ha visto obligada a actuar con el Decreto 229, El Concepto de la Política Exterior de la Federación de Rusia, del 31 de marzo de 2023, en donde especifica que “como respuesta a las acciones poco amistosas de Occidente, Rusia piensa defender su derecho a existir y libertad de desarrollo, utilizando todos los medios a su disposición”.

El instrumento público de esta guerra híbrida hoy es una operación que se llama “Las naciones libres del foro post-ruso” (FNPRF, por sus siglas en inglés). Esta operación está sufragada por la Fundación Jamestown y el Instituto Hudson. Es decir, “encubierta por la CIA”. La FNPRF se fundó en Varsovia (Polonia) en mayo de 2022. Con la ayuda de algunos miembros fanáticos del exilio ruso crearon el mapa del “Norte de Eurasia 2023”, representando la supuesta “post-Rusia”, dividida en 41 nuevos países, “sacados de la Federación de Rusia y, nota bene, del territorio de China también”. Podríamos decir, sin miedo a equivocarnos, que los miembros de la FNPRF aquí llegan al culmen de su esquizofrenia. Desde principios de este año “sus actuaciones en las instituciones de la OTAN han escalado”. Esta FNPRF se identifica como “la sucesora” de las “Naciones prisioneras”, dirigidas por el MI6 y la CIA durante la Guerra Fría; “muchas de ellas dirigidas por gente que trabajó en las operaciones antisoviéticas de la Alemania nazi”. El objetivo principal de la FNPRF consiste en “racionalizar el proceso incontrolado de la desintegración de un Estado nuclear”.

Después de mis dos últimos artículos en este periódico, “La Tercera Guerra Mundial está en marcha” y “EEUU, la OTAN, la UE y la seguridad internacional”, y después de la lectura del informe citado, suscribo la opinión de Eve Ottenber al advertir que nos acercamos al inicio del Armagedón nuclear, si esta locura no se para. Así pues, a la vista de lo que los líderes de Estados Unidos y de la Unión Europea piensan, dicen y hacen, todos los ciudadanos estamos obligados a actuar marchando hacia los Parlamentos, como hicieron los estadounidenses en octubre de 1967 para decirle al Pentágono que parara la locura y el absurdo de la guerra en Vietnam.

El Instituto Schiller ya ha tomado la iniciativa el pasado 17 de mayo con un “llamado urgente de ciudadanos e instituciones de todo el mundo al (próximo) Presidente de EEUU”. Este llamado pide su distribución inmediata a nivel internacional para celebrar el 10 de junio de este año, las palabras que expresó el presidente John F. Kennedy el 10 de junio de 1963, en un discurso en la Universidad Americana, menos de un año después de la Crisis de los Misiles en Cuba. JFK se preguntó qué tipo de paz buscamos. Y contestó: “No una paz americana impuesta al mundo por las armas de guerra estadounidenses. Tampoco la paz de la tumba, o la seguridad del esclavo. Me refiero a la paz genuina; al tipo de paz que valga la pena vivir la vida en la Tierra; al tipo de paz que permita a las personas y a las naciones crecer y tener esperanza, y construir una vida mejor para sus hijos. No solo una paz para los estadounidenses, sino una paz para todos los hombres y mujeres. No solo la paz de nuestro tiempo, sino la paz para todos los tiempos”.

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Juan José Torres Núñez es socio de infoLibre.

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