Ingenuos, papanatas, ciudadanos, clientes, paganos…

Se ha constatado, tras haber estudiado los resultados en las elecciones municipales en ciudades de poblaciones superior a los 2.000 habitantes, que cuanto más han mentido los candidatos, más posibilidades de ser reelegidos como alcaldes se hicieron reales y fueron proclamados alcaldes tras los sufragios universales respectivos.

Es por lo tanto una constatación innegable que la mentira factura al alza, porque se cree a pies juntillas, sin filtros, por necesidad de no enterarse y chocarse contra la áspera realidad. Tal vez porque se a tiene bien entregar el alma al diablo con tal de que, aparentemente si acaso, se crean muchos que han librado, que ya no tendrán problemas de conciencia, ni capacidad de reacción ni indignación, para qué.

”Hasta que un día, el más débil de ellos entra solo en nuestra casa, nos roba la luna y, conociendo nuestro miedo, nos arranca la voz de la garganta”. Vladimir Maiakovski.

Es una foto de puro escarnio la celebración de Putin, sobre su victoria incontestable en las elecciones indigeribles recién celebradas y escrutables, de nuevo al frente de la “madre Rusia”, permitiendo compartir escenario triunfal a sus tres “domesticados” competidores. La rúbrica del esperpento democrático a la vista de todos. Todo era una performance.

“Cuanto mayor sea la irritación ajena, mayor el goce propio. Este regodeo en la provocación es uno de los síntomas de la frivolidad e irresponsabilidad política de nuestro tiempo”. Ignacio Sánchez Cuenca.

Y es que hasta lo más rechazable y repugnante ha sido pensado a beneficio propio, y a menudo resulta muy rentable ponerse en el disparadero de una opinión pública con escasa consistencia, metida de hoz y coz en el nuevo mundo economicista, huero y falsario, de fastos y oropeles, por haber perdido capacidad de indignación.

Y puede resultar indignante este entreguismo a la efervescencia contestataria, tan feble como el espumeo gaseoso. Con capacidad certera de dar larga vida a los más desalmados, amenacen, degraden y hasta se froten las manos porque han seguido irritar y ocupar a los más ingenuos del lugar.

Hace tiempo que la indigencia intelectual y moral de mucha dirigencia política, en este caso, debiera haber provocado la reacción contra su comportamiento, maneras y mentiras, de la gran mayoría. Y, bien al contrario, se va constatando que aumentan sus seguidores y además se radicalizan a favor de los barbiares que vomitan y excretan dedo gordo hacia abajo.

A menudo resulta muy rentable ponerse en el disparadero de una opinión pública con escasa consistencia, metida de hoz y coz en el nuevo mundo economicista, huero y falsario, de fastos y oropeles, por haber perdido capacidad de indignación

Y lo saben, muchos de los de arriba, y practican el estilo soez y navajero porque confían que con él obtendrán excelentes resultados de popularidad, de seguimiento, de tolerancia al bulo, la mentira, el desparpajo, la fullería y la acumulación obscena de dinero en sus bolsillos propios que, al cabo, es de lo que se trata.

Por eso no quieren ni oír hablar de “responsabilidades políticas”, porque siempre habrá “un primo, un testaferro lerdo, un padre, un familiar, un asesor, un novio que ceda “su cama”…” al que encasquetarle lo gordo del lío, lo mollar del caso en que “han sido pillados”, todos menos “ellos o ellas que no enteraban de nada”, desde la infanta instruida pero tonta, pasando por el político o política que tampoco…

Tal vez porque saben que no pagarán peaje, con cierto gran porcentaje de la ciudadanía entregada a la tarea de sacar la cara a quienes supieron y juran y perjuran que ellos y ellas no sabían de la misa la media. Y entretanto los mafiosos apuntalando a “sus tigres de papel” puestos al servicio del mal, de la extorsión, la amenaza, la mentira y, en definitiva, el poder.

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Antonio García Gómez es socio de infoLibre.