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Madre Teresa, ¿realidad o creación interesada?

Joaquín Ramón López Bravo

Comprendo la admiración que la figura de Teresa de Calcuta ha levantado en todo el mundo. Y lo complicado que es ir a contracorriente. Pero no dejo de comparar la figura de esta monja con la de Vicente Ferrer. Ella ha sido premiada por todos los poderosos del mundo (ahora el máximo galardón de su religión, ha sido declarada santa). Vicente perdió hasta su condición de jesuita por pegarse demasiado a los problemas de "sus" desfavorecidos, bordeando lo que en occidente entendemos por "legal" y "adecuado". El trabajo de Teresa, pese a bastantes denuncias (casi siempre de los pobres, de los desfavorecidos y de algunas ONG que sobre el terreno veían cosas que nos les gustaba) silenciadas la mayoría, sin apenas difusión -véase este enlace- fue ensalzado siempre por los mismos. El de Vicente Ferrer empezó a estar bajo sospecha en cuanto inició sus denuncias hacia los poderosos y hacia una sociedad como la nuestra, acomodada y distante. Y los medios de comunicación social se hacían eco de las sospechas (fundadas o no) sobre su trabajo. Ni uno (en España al menos) sobre las sospechas que levantaba el trabajo de Teresa.

Los que gobernando el mundo no han sido capaces de hacerlo un lugar mejor, recomiendan lo mismo que recomendaba Teresa: resignación. No me gusta que se recomiende resignación. Creo que el ser humano no tiene que conformarse con el papel que le ha tocado vivir, sino luchar por mejorarlo. El mismo evangelio cristiano así lo dice en la "Parábola de los Talentos", en la que Jesús explica que a tres hermanos se les da la misma cantidad de dinero y sólo es salvado y bueno quien lo hace crecer, no quien se lo gasta o simplemente lo guarda. Por cierto, aclara a continuación que no habla sólo de dinero sino de los dones que a cada persona se le otorgan. Es decir, pide a la gente que luche por sus ideales, que engrandezca su ser, que no lo guarde o lo gasta. La resignación, contra lo que nos han vendido siempre, no es cristina. Cristo no se resignó ni a que las bodas de un amigo se quedaran sin vino, a que el templo de Jerusalén se convirtiera en una "cueva de ladrones", ni a que su amigo Lázaro permaneciera muerto, ni al tormento a que fue sometido ("padre, aparta de mí este cáliz" dice en la cruz según cuentan los evangelios) entre otras muchas cosas. Los evangelios son una muestra antiresignación, luchando contra los dos poderes establecidos: Roma y el clero judío. Desde la iglesia oficial nos venden monsergas contrarias a sus propias enseñanzas para que no nos rebelemos.

Tampoco me ha gustado nunca que Teresa (que renuncia voluntariamente al sexo y a la maternidad, según cuenta) tuviera una lucha tan activa contra el aborto y la anticoncepción en un lugar tan poblado como la India, donde la gente muere de hambre porque no hay materialmente con qué alimentar a tanta gente. Era ese tan su motivo vital real que en el discurso de aceptación del Nobel de la paz dijo poco de los pobres, pero soltó perlas como: "El destructor más grande de la paz hoy en día es el llanto del inocente, niños nonatos". Ella que vivía cerca de la miseria, no consideraba que lo que destruía la paz era la destrucción sistemática de seres humanos en condiciones infrahumanas de pobreza mientras otros se hacían escandalosamente ricos. Me resulta curioso. El problema no son los que sufren en la vida, sino aquellos a quienes no se les da la ocasión de venir a esta vida a sufrir. Demontre con la caridad cristiana. Casi mejor que no intervengan demasiado en el mundo. O terminaremos todos sufriendo en la esperanza de un "mundo mejor" después de muertos. Pero mientras tanto, sufre. No me imagino a un buen padre haciendo sufrir a su hijo unos años para pasados esos años darle bienes y bendiciones.

Una cosa más que no me ha gustado es la enorme publicidad (enmascarada, eso sí, tras visitas de estado, recepción de parabienes y galardones, etc.) que su trabajo recibía. Una vez más tengo que recordar los evangelios, donde, a propósito de cómo se debe dar limosna, Jesús dice "que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu mano derecha". Y cito los evangelios porque son, para los cristianos en general y los católicos en particular, la fuente de su conducta y su moralidad. O deberían ser porque si los aplicaran posiblemente el mundo sería muy diferente. En España por ejemplo igual había menos corruptos que robaran a todos para enriquecerse ellos. Gracias a esa publicidad (además en los lugares adecuados para "limpiar" algunas conciencias como las del haitiano Papá Doc o el estadounidense Ronald Reagan) consiguió para su trabajo bastantes millones de dólares. Pero no parece que hayan servido para mejorar la vida de los desfavorecidos a los que dice cuidar.

En definitiva, me parece bien que cada rama del pensamiento humano se cree sus figuras señeras, sus modelos de vida a imitar. Pero volviendo a los evangelios, por sus actos les conoceréis. Y no veo claridad en algunos actos. Me ponen los pelos de punta las imágenes de los enfermos colocados en el suelo sobre colchones (eso sí, ordenaditos y separaditos por sexos no vaya a ser que hasta muriéndose les dé por follar) sin trazas de paliativo alguno del dolor. Sé que es una alternativa mejor que agonizar en un callejón con ratas corriendo sobre tu cuerpo. Pero me resisto a creer que con la cantidad de dinero que recauda la orden, no haya posibilidades de mejorar o paliar un poco esas últimas horas. Y, de ser verdad lo que cuentan los médicos, cooperantes y periodistas que salen en el vídeo (y salvo que sean todos ateos partidarios del aborto obligatorio y la anticoncepción desde el nacimiento no tengo por qué creer que mienten) es muy preocupante esa labor que siempre ha aparecido como "ejemplar". Recuerdo que de joven contábamos un chiste macabro (humor negro) sobre que no entendíamos por qué se esterilizaba la aguja en los condenados a muerte por inyección letal. Lo que cuentan los periodistas en este vídeo me lo han recordado. Y se me han quitado las ganas de bromear acerca de eso.

Joaquín Ramón López Bravo es socio de infoLibre

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