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Mejor que nosotros mismos, nadie

Mario Diego Rodríguez

Tengo la sensación de no saber leer o de no comprender lo que leo. Al parecer, escuchando Yolanda Díaz, Sordo y Pérez, a la salida de las negociaciones con respecto a la reforma laboral, asistiríamos de nuevo a un día histórico; otro de entre muchos, en el que los trabajadores salen ganando nuevos derechos, cosa que no ocurría desde hace mucho tiempo.

Ya sabíamos que la reforma laboral no sería derogada puesto que nuestra ministra, después de haber proclamado —sin cesar— que la reforma laboral del PP sería derogada sí o sí, aprovechó su presencia en una emisión de televisión para decirnos que definitivamente ésta no lo sería porque técnicamente es imposible. Lo que sí genera algunas dudas a propósito del nuevo día histórico al que habríamos asistido, son las declaraciones de Garamendi.

Al parecer, escuchando Yolanda Díaz, Sordo y Pérez, a la salida de las negociaciones con respecto a la reforma laboral, asistiríamos de nuevo a un día histórico.

 Según el presidente de la patronal, las líneas generales de la reforma "son aceptables". Y añadió: "Se mantiene el esqueleto de la reforma laboral de 2012" […]. "Esa libertad de la empresa genera seguridad jurídica y hay un tema que para mí es muy importante, crea paz social, la paz social es clave" […]. Y prosigue, “la realidad es que este Gobierno planteaba una derogación absoluta de esta reforma y al final quedó en algo razonable para nuestro entender, para seguir trabajando con la seguridad jurídica que queríamos. Se ha conservado esa flexibilidad que nosotros pedíamos."

¿Los tres mosqueteros, defensores de los intereses de la clase trabajadora y los representantes de la patronal asistieron a la misma negociación?

 Hay que reconocer que la campaña de prensa de Yolanda Díaz, Sordo y Álvarez podrá, por el éxito obtenido, servir de ejemplo para los futuros candidatos en las próximas elecciones generales. Han sido capaces de vender la ilusión, eso sí, con la ayuda de los grandes medios, tanto afines como no, de que asistíamos a un cambio primordial en las relaciones laborales, poniendo fin a la temporalidad y precariedad.

 Sin querer parafrasear Garamendi, la realidad es otra. Con la reforma de 2012 se dio barra libre a la patronal, ampliando las causas para aplicar la noción de despido procedente. Las causas “económicas, técnicas, organizativas o de producción” siguen siendo aplicables, con lo cual, las empresas contabilizando beneficios podrán seguir despidiendo. Tampoco cambia nada en cuanto a la drástica reducción de las indemnizaciones por despido ni en cuanto a la eliminación de los salarios de tramitación por despido improcedente.

 Por otra parte, la supuesta limitación de la contratación temporal se resume, como ha pasado con la sostenibilidad de las pensiones, en un cambio de denominación. El denominado “contrato por obra y servicio” pasa a llamarse en el nuevo léxico “contrato temporal estructural”, que podrá seguir utilizándose según el libre criterio del empresario. Cierto es, y no hay que callarlo, que su duración máxima se reduce de tres a un año. ¿Cambia realmente el impacto sobre la temporalidad? ¿Y ese cambio justifica el vanagloriado slogan de "día histórico"?

Se podría formular la misma pregunta en relación con la tan cacareada prevalencia del convenio de rango sobre el de la empresa. Esta deberá respetar los acuerdos firmados a nivel del sector o nivel territorial, sí, pero únicamente tratando del aspecto salarial. Sin embargo, tratándose de jornada laboral, horario, compensación de horas extra y las otras muchas condiciones laborales que regenta el día a día de los trabajadores en la empresa, ésta última podrá seguir haciendo lo que le da la gana, diga lo que diga el acuerdo de rango superior.

Lo cierto es que lo acordado no solo es insuficiente y deja vigente lo esencial de las reformas laborales sucesivas del PSOE y del PP, sino que el dinero público, o por lo menos una gran parte, continuará sirviendo para compensar las eventuales pérdidas de la patronal ocasionadas por cualquier desfase en la economía.

Los trabajadores de Cádiz, Galicia y otras comunidades, nos han indicado el camino. Necesitamos sí o sí retomar, ampliar y generalizar las luchas si queremos tomar cartas en el asunto. Es la única posibilidad de poder cambiar nuestra suerte.  

Mario Diego Rodríguez es socio de infoLibre

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