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Mundo injusto y egoísta

Francisco Goya Santesteban

En estos días de balances, y tras un nuevo año marcado por la pandemia, volvemos a encontrar como siempre lo mejor y lo peor de la condición humana.

Este 2021 ha sido un año de fuertes contrastes: empezamos inmersos en pandemia y con la esperanza de que para verano se terminase y volviésemos a una normalidad' que para muchos y muchas ya no será la de antes. Las previsiones no se cumplieron ya que pasó el verano y seguíamos en pandemia, después, en otoño, surgió la variante Omicrón, volvíamos a una situación ya conocida, si bien hay una diferencia fundamental, las vacunas, que, parece demostrado, han ayudado a que los efectos médicos sean mucho menores.Sin embargo esto también genera contradicciones: los países ricos corren para poner terceras y cuartas dosis, se compran test masivos por ejemplo para el fútbol profesional, mientras en otras partes del mundo no se llega tan siquiera a las primeras dosis o los test en las farmacias se agotan. Contradicciones una vez más: quienes pueden pagarlo continúan adelante con más o menos perjuicio, no sé cancelan partidos o se evitan eventos masivos, nos reunimos, dentro o fuera, dejémoslo a la libertad ¿responsabilidad? individual...

Mientras, la sociedad está ya muy cansada y afloran problemas de salud mental, agresividad y violencia en algunos casos. La Covid se ha convertido en causa y consecuencia, pero quizá también en coartada para comportamientos injustos y egoístas.

Ha habido otros problemas que se han añadido, el terremoto de La Palma, los precios en escalada imparable de la luz, los conflictos en las fronteras europeas o una vez más, las dificultades que tienen las personas migrantes que cuando son protagonistas es en muchos casos de forma negativa cuando en muchos casos solo esperan una oportunidad que se les niega por desconfianza y miedo.

El mundo acelerado, cambiante globalizado en el que la tecnología, los algoritmos, las redes sociales marcan nuestro día a día, hace que hayamos perdido en parte la conexión con los demás, que no veamos a la persona que tenemos enfrente como alguien con quien cooperar, compartir y de quién aprender, sino como un rival a quien temer o con quien competir.

No somos capaces de ver que al otro lado del mostrador, del teléfono o que quien nos pone la vacuna, hay una persona que puede tener también sus propios problemas, dudas o dificultades y que si no nos contestan a nuestro urgente problema es porque, quizás, estén atendiendo otras situaciones también urgentes y quizá graves.

Mi deseo para este 2022 es que fuéramos capaces de pensar y actuar pensando más solidariamente, más en el otro, con afán cooperativo y no competitivo, de no tener miedo al diferente, de no juzgar y escuchar más, quizá solo sea un idealista y esto sea una utopía, pero tengo la suerte de tener a mi alrededor personas que me demuestran cada día que vivir pensando en los demás, incluso olvidándose de uno o una misma, es posible. Ojalá vivamos un tiempo menos crispado y más amable.

Francisco Goya Santesteban es socio de infoLibre

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