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No abandonemos a nuestra Sanidad Pública

Javier Moneo

Los problemas de los profesionales sanitarios en la Sanidad Pública, tanto en Atención Primaria como en Especializada, en Ambulatoria y en Hospitalaria, son serios y acabarán siendo mucho más graves si permitimos que la Estructura Asistencial Privada llegue a ser imprescindible para el mantenimiento de la salud de los españoles por el progresivo deterioro del Sistema Nacional de Salud. 

Los médicos españoles tienen problemas desde hace muchos años —podría decirse que de siempre—, con determinadas especialidades especialmente afectadas, pero el maltrato profesional y la reducción de financiación de la Sanidad Pública están llevando a situaciones límite. Es un escenario complejo con muchas derivadas, pero para entenderlo conviene subrayar unas pocas cuestiones básicas:

  1. Los colectivos médico y de enfermería prestan un servicio directo e inestimable a la sociedad asumiendo grandes y graves responsabilidades. 
  2. Trabajo asistencial y formación continuada deberían estar integrados en una jornada laboral razonable que permita a los profesionales disfrutar de tiempo para la vida familiar y el ocio y muchísimo mejor remunerada de lo que está. Es necesario acabar de una vez por todas con el pluriempleo necesario para conseguir un salario aceptable.
  3. Todo lo que se invierta en el bienestar laboral y personal de estos grandes colectivos profesionales retornará con creces a la sociedad y la economía. 
  4. La existencia de un Servicio Sanitario Público de calidad es un derecho que debe estar al alcance de todos los ciudadanos, independientemente de su nivel económico. 
  5. La finalidad última de la Sanidad Pública es el servicio. La de la Sanidad Privada es el negocio
  6. Los actores sanitarios privados (aseguradoras, profesionales, hospitales ….) se benefician de que la Sanidad Pública no funcione como debiera absorbiendo la demanda asistencial de las listas de espera. Y también, sin coste añadido, de los servicios de profesionales magníficamente formados y altamente cualificados en centros públicos con el dinero de todos, de la cobertura de procedimientos terapéuticos complejos y de alta tecnología que asumen los hospitales públicos porque las pólizas privadas no los cubren y de la resolución de complicaciones surgidas en centros privados.
  7. En el sentido opuesto, el modelo de Aseguramiento Privado facilita el acceso a atención sanitaria de calidad de manera ágil y rápida a cambio del pago de una cuota mensual. Aunque se tacha a este modelo de elitista, la realidad es que es muy barato en comparación con los de países de nuestro entorno, asequible a una gran mayoría de la clase media y libera una buena parte de la presión asistencial que recaería en la estructura pública contribuyendo así a su sostenimiento. 
  8. Otro factor a tener en cuenta, quizá el más relevante para entender quién se beneficia más del empobrecimiento de la estructura asistencial pública, es el movimiento de aumento de concentración de los hospitales privados en grupos con grandes inversiones económicas de operadores españoles y extranjeros que ha desembocado en una competencia descontrolada por acaparar el mercado, consecuencia de un incremento exponencial de las exigencias de rentabilidad por parte de los accionistas.

En una entrevista televisiva durante el pico del conflicto madrileño en las urgencias de Atención Primaria, la presidenta de Madrid Díaz Ayuso hizo alusión en varias ocasiones a “la colaboración público-privada” como paradigma de la buena gestión sanitaria. Es el concepto (en realidad el programa) que da sentido a gran parte de lo que está ocurriendo en la sanidad madrileña y de otras autonomías de orientación económica liberal. Este término tan genérico fue puesto en circulación por los principales actores privados con intereses en la Sanidad y va infiltrando desde hace años las estructuras asistenciales y políticas de manera soterrada y muy eficaz. Es la principal plataforma interesada en que prevalezca la gestión privada sobre la pública. En definitiva, que el negocio prevalezca sobre el servicio.

La existencia de un Servicio Sanitario Público de calidad es un derecho que debe estar al alcance de todos los ciudadanos, independientemente de su nivel económico

El Sistema Nacional de Salud español, a pesar de su deterioro, sigue siendo un ejemplo internacional de calidad y un pilar insustituible del Estado de bienestar y del desarrollo económico del país. No sabemos por cuánto tiempo. Hasta hoy, las vías asistenciales pública y privada han caminado en paralelo para beneficio mutuo y no es justo ni acertado decir que el Sistema Asegurador Privado de Salud es cosa de ricos. Es cosa de clase media en toda su amplitud y aporta mucho al sostenimiento del SNS. La cuestión es si debe seguir siendo así o debemos permitir la degradación progresiva de lo público (con financiación deficitaria y quizá otras estrategias que fuercen desde dentro el mal funcionamiento de los servicios hospitalarios y extrahospitalarios) en favor del crecimiento desordenado de la estructura asistencial privada, sobre todo hospitalaria, inmersa en un movimiento especulativo que no parece responder a necesidades asistenciales reales.

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Javier Moneo, médico y socio de InfoLibre

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