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Parecería que en África cabrán todos

Antonio García Gómez

Naturalmente me refiero a todos los parias del mundo… y alguno más, por indocumentado, por irregular, por alegal, por desesperación al verse nada rodeado de fieras. Como si de un saco de mierda sin fondo se tratara, pudiendo terminar su peripecia vital en África, hospitalaria a la fuerza, retén de la miseria mundial, mientras aguanten sus costuras que ya han comenzado a reventar.

Que lo mismo caben los millones y millones de aparatos electrónicos retirados y contaminantes del mercado mundial de primer orden que las toneladas, a millones y millones, de ropa de tercera o cuarta mano, también del primer mundo, que, asimismo, seres humanos vivos y, de nuevo, desechados por la trituradora de quienes mandan y gobiernan desde sus posiciones de fuerza y riqueza, por la pura avaricia de quitarse de encima a los “expurgados” por pobres, por extranjeros, por indeseables.

Gobiernan desde sus posiciones de fuerza y riqueza, por la pura avaricia de quitarse de encima a los “expurgados” por pobres, por extranjeros, por indeseables

Desde la política europea de “devolver” a África a cuantos parias resulten sobrantes, léase a Ruanda, Madagascar, El Magreb… o adonde toque, se comercie y se logre, a precio de carne de migrante pobre, excluido, de ilegales señalados, de condenados por haber nacido… llevarlos para que no vuelvan a dejarse ver por la parapetada, por medrosa, Europa.

Desde la intención ya manifiesta, por lo tanto, de Reino Unido de deshacerse de cuantos migrantes les sobre o decidan, o ese sería el cálculo, pagando a Ruanda para que “los acoja” a modo, a 20.000 euros “la pieza” devuelta, pasando por el que ahora se baraja con los gazatíes, de los que quiere desprenderse Israel, tras haber acabado ya, en tres meses, con más de 22.000, repartidos y disueltos por la olvidada pero recurrente África. Dos millones de ellos condenados a ser “esparcidos” por el África negra y unos doscientos mil restantes que podrían quedarse “junto a los israelitas”, al dictado de sus órdenes, más que nada por aquello de asegurar el servicio, de parias a señores.

Y, sin embargo, el olvido con el continente africano es de nota, es culposo, es premonitorio de algo que sucederá, aunque ahora mismo nadie quiere verlo, y que viene de muy atrás.

Resulta que, ahora mismo, la población africana alcanza los 1.750 millones de habitantes. Se calcula que para 2030 esa población ya habrá superado los 2.500 millones, y para 2050, seguramente ya rondará los 3.500 millones de seres humanos. Calculen y déjense caer del guindo ante lo inevitable.

Y paralelamente, en el viejo y ajado primer mundo ya no caben más muros, más vallas, más odio. Y queriendo expulsar a quienes han decidido sobrevivir, solo lograremos asistir a su llegada, por las malas o por las buenas.

Y, ya de paso, los dioses, “únicos y verdaderos”, Dios, Alá, Yahvé, a sus andadas, aceptando oraciones de paz, respeto y convivencia, tan baldías como hipócritas. 

Por cierto, los más de 140 negros africanos, migrantes y recogidos en Canarias, realojados durante dos o tres meses en un hotel de Torrox —asunto que provocó la premonición racista y miserable por ende de un concejal de esa localidad, augurando una epidemia doble de robos y tifus— ya abandonaron el hotel, sin haber dejado huella alguna de ninguna de esas calamidades. Y el concejal sigue en su puesto. Y es que no nos merecemos tanta mala calaña entre quienes gobiernan o lo intentan hacer, con todos los prejuicios a sus lomos.

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Antonio García Gómez es socio de infoLibre. 

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