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'The Washington Republican Carnival'

Librepensadores nueva.

Fernando Pérez Martínez

El día de reyes en el occidente, el finis terrae europeo, aburría soberanamente con la tópica crónica de niños ricos inapetentes empachados de juguetes, niños pobres haciendo lo propio con la producción lúdica de los bazares chinos y los adultos con cara de circunstancias, disculpando su vergüenza de explotadores del candor e ingenuidad infantiles, en la “tradición de apenas unos años” de engaños y amenazas para que los nenes se porten bien o el niño Jesús y sus sicarios de Oriente les castigarán desde el Más Allá con el ostracismo mágico, precursor de otras represalias de los santos y angelitos que odian a los niños “malos”. Lo de siempre que de tanto repetirse nos llega a pasar desapercibido.

Al otro lado del charco Atlántico el mísero emperador desnudo y todavía presidente de USA, qué gran país, se niega a entregar su juguete y a plegarse a la voluntad de la democracia más elogiada del planeta libremente expresada en las urnas por el pueblo estadounidense, qué gran democracia. La turba de sicarios del perdedor de las últimas elecciones, jaleada por el casi expresidente rabioso por la derrota democrática e incapaz de encajarla, a la sombra de banderas esclavistas, de peces cristianos y de otros trapos, entre ellos el del candidato ahora despedido. Disfrazados con cuernos de búfalo, pieles tatuadas con pinturas de guerra y otros despojos de los pueblos americanos masacrados por el genocidio, el engaño y la marginación sobre los que se fundó la épica de la breve y criminal historia de los EEUU, qué gran país…, atacó el parlamento en un intento de golpe de estado. Gente que, como dejó escrito Don Antonio Machado, embiste cuando se digna usar la cabeza.

La carnavalada no pasaría de hacernos soterrar una sonrisa si no fuera porque el escenario de la mascarada es la sede de la soberanía de la mayor potencia armamentista del planeta, cuyo ejemplo siguen cientos de dirigentes de los cinco continentes. A lo tonto a lo tonto, improvisando prepotentes, sin pensar en las consecuencias como su líder e inductor les muestra y aplaude. Llevando por todo bagaje y procedimiento, sus disfraces de Madelman tormenta del desierto, de Barby fuerzas especiales, brujo de la tribu y otros protagonistas de historietas de la Marvel, quizá macerados en agua de fuego y otros acondicionadores del temple espiritual se lanzan ciegos y unánimes a lo que se tercie a mayor gloria del descalabrado presidente de EEUU. A mi juicio uno de los más degradados de su breve periplo entre los países que se dicen civilizados, y que ciertamente lo son según con quien los quieras comparar.

No es una broma, pasó el día nuestra carnavalada pretendidamente venial, por burlar sólo a los niños buenos. Perfectamente innecesaria y que atenta contra la racionalidad, cualidad humana que nos eleva sobre la humanidad crédula y supersticiosa que ha causado millones de mártires conocidos o no, y que merecen nuestro respeto, frente a la ponzoña de siempre disfrazada, ahora como antes, de buena intención mentirosa. La verdad nos hace libres. La ñoñería y el engaño no es más que la estrategia comercial de unos, o la falta de argumentos para justificar sus aquelarres milagreros de otros.

Sigan atentos a la cosa mediática. Veremos desgajarse a “box”, el búfalo de la cornamenta esclavista, iluminado por la intolerancia del dios cristiano que figura en los billetes de dólar y defendido por devotos y providenciales pistoleros que vivían anónimos en el partido republicano estadounidense, hasta que ganó las elecciones el actual presidente, al parecer con ayuda del ex KGB Putin según cuentan, y el fracaso electoral de 2020 expuso a la luz la indecencia de esa tumoración política que infestaba al partido conservador estadounidense. Algo tendrá que decir el partido cuando pase el carnaval y se depuren responsabilidades políticas y penales. De momento van cinco muertos en la farsa del pasado día que avergonzó a los estadounidenses, qué gran pueblo…

Fernando Pérez Martínez es socio de infoLibre

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