CORO UC3M

Cierra de un plumazo y sin avisar el sueño coral de Peces-Barba tras más de 30 años

El coro UC3M, en una actuación en el auditorio de la universidad interpretando la música de Johannes Brahms.

Digno Montalván llegó en 2018 a España para iniciar sus estudios de doctorado en estudios de derechos humanos. "Busqué espacios en los que implicarme y en mi país, Ecuador, había cantado en coros universitarios. Vi que en la Universidad Carlos III de Madrid había uno y decidí aplicar. Hice la audición, con muchos nervios porque por vídeos de YouTube había visto la calidad que tenía, ¡y me aceptaron! En el coro encontré gente talentosa, con muchísima disciplina y orden, que me ayudó en lo musical y artístico, descubriéndome capacidades que no pensé que tenía", explica a este periódico. "Fue una manera de vincularme con el país y su realidad, de hacer amistades que perduran hasta hoy. Gracias a la universidad y especialmente al coro, me sentí en casa estando a un océano de mi casa", relata sin ocultar su emoción.

Montalván, como el resto de los 45 integrantes del Coro de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), se sienten estos días huérfanos. Lo peor, según cuentan, es que no saben exactamente por qué. El rectorado de la universidad pública madrileña, con Ángel Arias al frente desde las elecciones de marzo de este año, ha decidido cerrar el sueño cultural de Gregorio Peces-Barba, rector fundador de la universidad, que apostó decididamente por su creación, en 1990, e impulsó su desarrollo. 

El actual equipo ni siquiera ha comunicado su cierre a los integrantes, según confirman varios de ellos.

La agrupación, dirigida por Nuria Fernández Herranz, era la punta de lanza de un proyecto pedagógico integral que en su andadura ha incluido también un curso de dirección coral con hasta 500 alumnos españoles y extranjeros (el de más tradición en España hasta su cierre coincidiendo con la pandemia), un coro juvenil y actividades socioeducativas. Aunque el apoyo de la universidad ha ido a menos con diferentes equipos de gestión, el sector lo considera una referencia como actividad coral pública y en ella han participado desde profesionales del canto a personas sin formación musical, desde jóvenes estudiantes de la universidad a personas de más edad consagradas a profesiones diversas. 

"Ante la falta de noticias y nuestra insistencia en comenzar los ensayos, como siempre habíamos hecho cada septiembre, solicitamos una reunión. Se nos explicó que querían hacer un cambio de modelo que pasaba por suspender la actividad", explica Nuria Fernández, su directora. "Lo lógico hubiera sido hablar con el personal técnico del coro para buscar ese nuevo modelo y nosotros nos ofrecimos a hacer propuestas, pero querían cortar la actividad de raíz", explica. 

"Nos hablaron de un modelo más participativo y con más alumnos, pero no supieron explicar cuál, cómo ni cuándo. La realidad es que la universidad lleva años poniendo trabas a la participación en el coro al no facilitar cambios de turno para compatibilizar los ensayos o justificar faltas a clase cuando los alumnos canten en un acto académico", relata Félix Márquez, coordinador. 

"No le encuentro explicación a lo que ha pasado, no entiendo el porqué. Se han cargado el proyecto. Si no quisieran contar con el equipo que lo llevaba, podrían haber buscado a otro y mantener una actividad consolidada y con resultados", explica Márquez, vinculado al proyecto durante dos décadas. "El sentimiento es de dolor, porque no ha habido ningún tipo de reconocimiento. Y yo puedo estar de acuerdo o no con las decisiones políticas, pero la respeto porque las toman los que tienen las responsabilidades. Ahora bien, que se deshagan de nosotros sin avisar a los integrantes, pese a que se lo pedimos, sin una palabra, es una humillación. No se puede tratar así a las personas", en palabras de Fernández Herranz. 

Este periódico se puso en contacto con la universidad con suficiente margen para recabar su punto de vista. No hubo respuesta inicialmente, pero horas después de que se publicase este artículo remitió a infoLibre lo siguiente: "A pesar de ser una universidad joven, con poco más de 30 años de historia, la Universidad Carlos III de Madrid es una institución comprometida con su trayectoria cultural y el patrimonio material e inmaterial que ha atesorado a lo largo de estos años. Por esa misma razón, recientemente se han querido estudiar con detalle todos los programas culturales de la Universidad y se ha visto conveniente repensar el modelo de todos ellos para acercarlos más a la participación de nuestro alumnado y a la vida de los campus. Por ese motivo, los distintos programas se irán reactivando conforme se puedan perfilar adecuadamente cada uno de ellos, incluido el coro". 

Intensa actividad y cantera de estrellas

Fuera de la universidad, el reconocimiento a la actividad que ha habido hasta ahora ha sido constante. Con cuatro discos grabados y premios en concursos nacionales, por él han pasado, entre miembros titulares y proyectos conjuntos, un millar de personas, decenas de profesores y directores de varios continentes. Entre los nombres propios de directores y docentes están Javier Busto, Michael McGlynn, Patrick Hawes, Lorenzo Donati, Marco García de Paz (director del coro RTVE), Paulo Vassalo Lourenço, Manuel Coves o Janet Galván. O en su día profesores como Juanjo Mena, uno de los directores sinfónicos españoles de más renombre internacional. 

También hay alumnos que encontraron en sus clases de técnica vocal el empujón que no sabían que necesitaban para llegar a lo más alto de la lírica. Es el caso de la soprano Rocío Pérez. O de Saioa Hernández, elegida por el Teatro Real para encarnar el papel protagonista de Medea, la ópera que ha abierto la temporada. "¿Pero tú qué haces estudiando Derecho y no canto?", le preguntaron en el coro cuando empezaba, según explica en una entrevista en 20Minutos esta misma semana. Ahora es comparada por los más entusiastas con Maria Callas, célebre intérprete de Medea, o Montserrat Caballé,

Silvia, otra de sus integrantes hasta el último día, entró en el coro con 11 años. Ahora tiene 30. "Vinieron al cole a presentarnos el programa infantil y mis profesoras me animaron. Me presenté a la audición y me cogieron. He pasado más de media vida en una actividad que no es sólo aprender un instrumento o practicar un deporte. Es conocer a la familia que tú eliges, compartir las alegrías, las penas, enamorarte y desenamorarte, viajar a países como Irlanda para trabajar con compositores importantes como Michael McGlynn, cantar desde Händel a música contemporánea", explica. 

"Cambiar el modelo no puede ser un ‘me lo cargo"

"En septiembre pensamos que los ensayos se demoraban por el cambio en el rectorado, pero luego nos enteramos de que a los que querían hacer la audición les mandaron un e-mail genérico diciéndoles que en la universidad ya no había ninguna actividad coral. De la web, desaparecimos. Pero a nosotros no nos han dicho nada", lamenta. "Cambiar el modelo no puede ser un ‘me lo cargo’. El impacto fue fuerte, tanto que algunos compañeros se echaron a llorar", explica.

La Universidad mantiene otras actividades artísticas, como la orquesta o el teatro. Pero el coro es inherente a la academia, según Fernández Herranz. "El coro siempre ha sido la agrupación por excelencia ligada a la universidad. La música coral se ha ido transformando, pero desde el canto gregoriano es el germen de toda la música occidental, tal y como la entendemos. Es transversal como género porque aúna la música, la literatura y la capacidad escénica", explica la directora, que además es doctora en Humanidades por la misma Universidad Carlos III y desarrolla una intensa actividad coral en España y América Latina. 

"El coro siempre ha sido un espacio de formación para los integrantes. La técnica vocal ha hecho que los cantantes mejorasen su voz. Pero ha sido mucho más que eso porque conforma un espacio de convivencia y crecimiento. Nos avalan 30 años de calidad que se ha mantenido. Y cualquiera que conozca el mundo coral sabe lo difícil que es eso, logrado con un equipo fantástico" integrado en su última etapa también por Ramón Gil y Celia Alcedo, cuenta la directora. "La universidad pierde unos embajadores entusiastas de la institución. También la posibilidad de generar una oferta para la ciudadanía". No sólo en grandes festivales o conciertos, sino en Getafe o Leganés, sede de los dos campus. 

Estrenos y recuperación de patrimonio

Los grandes hitos de la formación incluyen la recuperación y reestreno de obras del Padre Antonio Soler o Jaume Casellas y la interpretación por primera vez de obras contemporáneas, además de giras por Portugal, Holanda, Cuba y Hungría. Entre sus últimos programas están el Gloria de Vivaldi, el Réquiem de Mozart o el de Brahms, interpretados con orquestas sinfónicas en Talavera de la Reina, Madrid o Palma de Mallorca, respectivamente. El último programa, de música contemporánea, fue titulado How can I keep from singing? (¿Cómo podría dejar de cantar?), un título que, pasado el último concierto y el verano, parece casi una ironía del destino. 

Las reacciones se suceden en las redes sociales y las publicaciones cuentan con cientos de comentarios entre la tristeza y la indignación. 

Hace ya varios años que Digno Montalván cantó en la audición, con voz temblorosa, su Vasija de barro ("Cuando la vida me cubra / Tras una cortina de años / Vivirán a flor de tiempo / Amores y desengaños"). Cuenta que le sorprendió gratamente que la directora conociera esa canción típica de Ecuador. Años después, es oficialmente desde hace unos días un investigador post-doctoral en la misma universidad.

"La realidad de una tesis es un proceso solitario, competitivo y a la vez expuesto. El coro me ayudaba a escaparme del estrés y los nervios. Una forma de distraer mi mente para pensar en términos no competitivos sino cooperativos y sacar adelante un proyecto conjunto", relata. 

"Y todo en un contexto de excelencia y de esfuerzo. Con ensayos los viernes de 18:30 a 22:00 que obligaban a sacrificar tiempo familiar, vacaciones, puentes o el inicio del fin de semana. Por pura vocación y sin ningún tipo de retribución", aclara. "Que se cierren las puertas no puede provocar más que decepción y una cierta injusticia por las formas. Porque en el coro encontré a la universidad. Más allá de los edificios, más allá del nombre y de las letras. Encontré, a través de la música, su rostro más humano".

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