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El cine vuelve al desierto para reivindicar la identidad saharaui: "Sin cultura no hay pueblo"

Desde 2003 en los campamentos de refugiados saharauis se celebra un Festival Internacional de Cine.

El Festival Internacional de Cine FiSahara y su Escuela Audiovisual han sido reconocidos este lunes con el Premio González Sinde 2022 de la Academia de Cine "por su extensa y esforzada trayectoria visibilizando, formando y entreteniendo a la población saharaui a través de su festival anual de cine, cultura y derechos humanos, y su dedicación a la educación de la juventud saharaui con su escuela de formación audiovisual Abidin Kaid Saleh".

Una distinción merecida que llega a escasas horas de que arranque la decimoséptima edición de un FiSahara que este año tiene lugar del 11 al 16 de octubre en el campamento de población refugiada saharaui de Ausserd (Argelia). Con el lema ¡Descolonicemos!, el festival pone el foco en el hecho de que el Sáhara Occidental es la última colonia de África de la que, pese al giro reciente en política exterior, España sigue siendo la potencia administradora.

"El del Sáhara Occidental es un proceso de descolonización que no ha sido completado, una ocupación ilegal de un territorio que pertenece al pueblo saharaui y una negación del derecho a decidir por sí mismos democráticamente su futuro", recalca a infoLibre María Carrión, directora ejecutiva de este certamen no competitivo, que durante seis días se convierte en escenario de cine con proyecciones a cielo abierto en el desierto, encuentros, mesas redondas, música o concurso de cortos, y que muestra su cultura y recibe la de otros países.

Una programación de lo más variada, poblada de "historias que se cuentan demasiado poco y que están silenciadas aunque merecen ser contadas". "Esto lo articulamos a través de la cultura y el cine. En una situación de colonialismo siempre hay un intento de negar la identidad y la cultura de un pueblo. En el caso de Marruecos, por un lado intentando borrar la identidad del pueblo saharaui y sustituirla por otra diciendo que son marroquíes que están en el sur de Marruecos, y por otro apropiándose de su cultura cuando les conviene", apunta Carrión, quien recuerda que por cada evento que se hace en los campamentos hay "otro que se hace en el territorio ocupado por parte de Marruecos para intentar contrarrestar". 

Como es habitual, la celebración de FiSahara provoca "mucho ruido" mediático en los medios de comunicación marroquíes que, "como no saben muy bien cómo criticar" al festival, se dedican a decir que es "un derroche porque en los campamentos no hay de nada". "Pero es que sin cultura no hay pueblo y no puede haber una lucha", subraya la directora ejecutiva, al tiempo que defiende la injusticia de ese razonamiento: "Los saharauis mismos te dicen que no podemos poder esas dos cosas al lado en competencia al mismo nivel, porque sus cuerpos necesitan la alimentación, pero también sus mentes ¿Y la lucha y la visibilidad?".

Siempre en lucha, los saharauis atraviesan actualmente un momento delicado en una crisis interminable. No en vano, el pasado agosto las tres agencias de la ONU sacaron un comunicado "sin precedentes" pidiendo a los donantes que se implicaran más, ya que les han recortado el 75% de la alimentación, con lo cual "no llegan ni a la mitad de lo que necesitan en la canasta básica para poder sobrevivir". En ese contexto tan hostil es, precisamente, donde cobra más sentido un certamen cultural como FiSahara por su capacidad para atraer miradas y que el conflicto no quede en el olvido.

"Todas las personas que asisten al festival siempre vuelven transformadas y se unen de alguna manera a la causa. Todo suma y eso es muy importante para el pueblo saharaui", asegura Carrión, para acto seguido pasar a poner en valor la relevancia de algunos de los asistentes de este año, pertenecientes a diversos ámbitos de la cultura, el periodismo y el activismo.

Personalidades del mundo del cine como la actriz Itziar Ituño (Loreak, La casa de papel), Abdoulaye Diallo (director del Festival de Cine y Derechos Humanos y Libertad de Expresión La Droit Libre en África) o Guillermo Toledo; del Derecho Internacional como la abogada de presos políticos saharauis Tone Sorfonn Moe; del periodismo como la comunicadora afrocolombiana Emiliana Bernard; de la política (Embarka Brahim Bumajruta, Salem Lehbsir); y de la música como Amaral, que darán el concierto de clausura.

Durante una semana, este escaparate de cine, cultura e identidad saharaui reunirá a dos centenares de personas llegadas desde una veintena de países (España, Noruega, Burkina Faso, Estados Unidos, Colombia, Gran Bretaña, México, Francia, Argentina, Holanda, Italia...). Más de una veintena de películas y algunos de sus directores abordarán a través del cine la problemática de la colonización y sus estragos en territorios como el Sáhara Occidental (Wanibik: el pueblo que vive frente a su tierra, del argelino Rabah Slimani), Palestina (Naila y la rebelión, de la brasileña Julia Bacha), Argelia (En Mansourah nos separaste, de la argentino-francesa Dorothée Myriam Kellou) o Burkina Faso (Burkinabè rising: el arte de la resistencia en Burkina Faso, de la brasileño-coreana Iara Lee).

Asimismo, el cine español de temática saharaui también ocupará un lugar muy especial, con proyecciones de la nominada a Mejor Cortometraje Documental en los Premios Goya 2022, Dajla: cine y olvido, con presencia de su director, Alfonso Dueñas; Mutha y la muerte de Hamma-Fuku; Limbo, la promesa olvidada o El susurro del viento. Además, como en otras ediciones, el festival contará con una programación especial para los más pequeños que incluye proyección de cortometrajes de animación de Miyu Distribution o las actuaciones de Pallasos en rebeldía.

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Con todo este contenido afronta FiSahara una edición muy especial después de haber sobrevivido a lo largo de los años a crisis económicas, sanitarias o a la guerra. Reivindicación y celebración en la que no falta cine saharaui hecho por saharuis en la Escuela de cine que está en el corazón de un festival que contará también con una docena de grandes jaimas montadas por mujeres saharauis para mostrar la herencia cultural milenaria tan rica que tiene este resistente pueblo. 

FiSahara, una iniciativa entre el Ministerio de Cultura Saharaui, la ONG NomadsHRC y otras organizaciones internacionales, es uno de los acontecimientos más esperados del año por los habitantes de los campamentos. Este octubre vuelven a abrir sus jaimas a los actores, directores y periodistas que visitan el campamento, y al caer la noche disfrutarán de las más de veinte películas que se proyectarán en una gran pantalla al aire libre y de las que saldrá, elegida por un jurado popular, la historia ganadora, que recibirá una camella blanca, símbolo de paz para el pueblo saharaui.

La presentación del festival contó el pasado viernes en Madrid con el apadrinamiento de los actores Carlos Bardem y Pepe Viyuela, quienes asistieron a ediciones pasadas. El primero de ellos al festival por su "resiliencia y capacidad para resistir a todo a todos, y por su capacidad de abrir un espacio para poner el foco informativo en esta injustica que sufre el pueblo saharaui desde hace décadas". El segundo, por su parte, recordó que FiSahara fue el modo que tuvo de acercarse a la "realidad saharaui", una causa a la que permanece vinculado desde entonces en un claro ejemplo del poder transformador del cine en su sentido más amplio y de este certamen en su materialización más particular.

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