"Entender al otro exige tiempo": la amistad de doce años entre una española y un somalí en 'Mi hermano Ali'

Una increíble historia de amistad a lo largo de doce años. Eso es, en esencia, Mi hermano Ali, cinta nominada al Goya en la categoría de Mejor Película Documental que da cuenta de la relación entre dos amigos, la cineasta Paula Palacios y Ali Ahmed, un joven que huyó de la guerra en Somalia con tan solo catorce años. Un encuentro fortuito entre dos mundos que tiene lugar en una cárcel de Ucrania en 2012 y que ha llegado a los cines con un mensaje de empatía, comprensión y esperanza.
"Yo estaba haciendo otro documental sobre migración en Ucrania y, estando allí, en la frontera veo cómo estaban deteniendo a un niño, porque a Ali se le veía muy joven, por intentar cruzar hacia la Unión Europea a pie, de forma ilegal cuando tenía 15 años. Él estaba intentando entrar en Eslovaquia y era la segunda vez que lo intentaba, así que le metieron en un centro de detención durante doce meses", relata a infoLibre la directora, quien aún continúa: "Le conocí ahí y le di mi Facebook. Él desde el centro tenía acceso a un viejo teléfono móvil y, como no tenía ninguna gana de escribir a su familia, me escribía a mí. Así estuvo cinco meses hasta que me convenció de hacer un documental sobre lo que estaba pasando en Ucrania con los somalíes y sobre él, para que ese documental le ayudase a salir de allí".
Contra todo pronóstico, el joven somalí convenció a la documentalista madrileña y se puso así en marcha un proyecto de largo recorrido en el que Ali filma su propia vida para dejar constancia en primerísima persona de la odisea de los migrantes del siglo XXI. Filmada en Ucrania, Estados Unidos, Catar, Arabia Saudí y España, a menudo por el propio Ali, este film es una fábula de amistad, una historia sobre crecimiento personal en un mundo hostil, en el que intentando cumplir el sueño americano, Ali cuestiona su suerte y se lanza en busca de una nueva tribu.
Un menor de edad, recordemos, que se vio obligado a dejarlo todo atrás y marcharse en solitario lejos de su hogar. "Culpabilizamos a las víctimas, que son muy fuertes y echadas para adelante", apunta Palacios, para quien uno de los puntos más sorprendentes de la película es que Ali tiene mucha madurez y nociones de geopolítica desde bien joven: "Esa actitud tan adulta y a la vez vacilona y nada víctima, al espectador le llama la atención porque parece que no le pasa nada, cuando en realidad está con 15 años solo en el mundo y, de hecho, salió con 14 y cuando empieza el documental ya llevaba un año y medio de periplo, encerrado en un centro de retención casi en la frontera con Bielorrusia, sin perspectivas de futuro y sin querer hablar con su familia para no tener que explicar donde está, porque no consiguió su objetivo de llegar a Alemania".
"Es muy difícil contar la historia de Ali, que no deja de ser un drama, porque es un menor que huye de la guerra y se separa de su familia", admite la directora, poniendo el foco en la "clave de comedia" que vertebra un relato centrado en su amistad y también sus "desencuentros por ser personas de dos culturas diferentes". Se convierte así el film en un puente tendido gracias al poder del cine como herramienta para el entendimiento. "La información es necesaria, pero los imputs de información en estos tiempos de redes sociales e inmediatez, con los algoritmos alimentándonos de lo que queremos ver, no están ayudando a cambiar miradas y perspectivas", lamenta, por lo que defiende las películas en general y las documentales en particular que pueden captar nuestra atención en exclusiva durante hora y media: "Es muy efectivo entrar en una sala de cine o poner la televisión y dedicarle un rato, como los 85 minutos que dura este resumen de doce años. Y mucho más si está contado en tono de humor y positivo".
Empatía, en definitiva. Una cualidad que parece estar evaporándose en estos tiempos líquidos, inconsistentes y, por encima de todo, veloces. "La vida rápida, el capitalismo y el mundo en el que vivimos hace que tengamos menos tiempo, y esa falta de tiempo hace que tengamos menos empatía", argumenta Palacios. "Entender al otro exige tiempo, y eso es lo que no tenemos en esta sociedad en la que vivimos con falta de tiempo. A mí me preguntan mucho cuantas horas tengo de material que no he utilizado en la película, pero no me preguntan tanto cuanto tiempo le he echado fuera de cámara a mi amistad con Ali", destaca, asegurando a su vez que con su relación hecha película han roto ciertos moldes: "Ali y yo somos como dos cangrejos que andamos de lado, intentando esquivar prejuicios prestablecidos por la sociedad. Por eso, nos dicen que lo normal sería que Ali y yo no nos hubiéramos hecho amigos, que no nos entendamos, ni que yo le hubiera estado siguiendo tanto tiempo".
Después de su paso por el centro de detención, Ali consigue llegar a Estados Unidos como refugiado y construir una vida prometedora, inimaginable al principio de su camino. Allí coincide con la primera llegada a la Casa Blanca de Donald Trump, ahora de regreso ya oficialmente de nuevo como presidente y, al mismo tiempo, gran enemigo de los inmigrantes. "Cuando le puse en la peli en 2017, mucha gente me decía que se iba a quedar desfasado cuando estrenara la película. Pero cuando estábamos estrenando en la SEMINCI el pasado octubre, justo antes de las elecciones de Estados Unidos, resulta que sale de nuevo Donald Trump. No me lo podía creer. Este es un golpe del destino malo y enrevesado", apunta.
Me pareció peligroso en su momento que le eligieran, y me parece extremadamente peligroso que haya vuelto una segunda vez
Y todavía continúa la cineasta, quien ya se centró en la migración en su premiada ópera prima, Cartas mojadas, de 2020: "Trump pone etiquetas muy prejuiciosas y casi pasadas de moda, como cuando en la película le vemos hablando de la yihad. Me pareció peligroso en su momento que le eligieran, y me parece extremadamente peligroso que haya vuelto una segunda vez un tipo que habla en esos términos, y por lo que he leído su plan es deportar a muchos inmigrantes, sobre todo latinos. Siempre tiene una cruzada con unos o con otros. No me parece que necesitemos esto ahora mismo en el mundo, pero estoy muy negativa con respecto a cómo estamos yendo a nivel mundial con todo. Con las guerras, con la humanidad, con la empatía y con reelegir a alguien como Trump".
Mi hermano Ali es, en cualquier caso, una "historia esperanzadora" pues, al fin y al cabo, el "drama inicial" termina siendo "muy positivo". "Él es consciente de que ha tenido muchísima suerte, porque de los chavales que estaban con él en el centro de detención en Ucrania, dos han muerto ya. Uno en el mar, porque fue deportado de vuelta después de cumplir los doce meses de detención y volvió a intentar cruzar. El otro también murió de causas vinculadas indirectamente con la migración", señala Palacios, antes de remarcar: "Lo digo siempre y lo dije en mi documental anterior, Cartas mojadas. Si tienen que huir, van a seguir intentando huir, por lo que por muchas trabas que les pongamos lo único que estamos haciendo es matándolos".
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Por eso, otro de los grandes mensajes del film es lo beneficioso de fijarse más en las similitudes que en las diferencias. "Somos distintos y a mí me diferencian muchas cosas de Ali, como se ve en la película, pero también creo que me acercan muchas otras, y lo que es interesante es fijarse en lo que nos acerca, no en lo que nos separa", defiende la directora, para quien la cuestión es desde donde queremos ver las relaciones y al resto de la gente, "si queremos estar fijándonos en lo diferente o queremos ver lo que nos acerca para así a lo mejor entender esas diferencias".
Si gana el Goya la verá mucha más gente, llegará a más sitios y de eso se trata, de que este mensaje positivo llegue a más espectadores
Admite para terminar Palacios que "sería muy emocionante ganar el Goya" porque, además, una película social sobre el tema de la inmigración siempre es más difícil de promocionar. "Si gana el Goya la verá mucha más gente, llegará a más sitios y de eso se trata, de que este mensaje positivo llegue a más espectadores", indica, recordando además que desde este mismo viernes la película podrá verse ya en dos plataformas: Filmin y Movistar Plus+.
Y terminando: "Los que sabemos de inmigración estamos un poco frustrados, siempre pensando qué podemos hacer para solucionarlo. Además, hay mucha desinformación y mucha gente que no sabe, sobre todo, según de qué territorios. En España el mundo latino lo tenemos más controlado, pero del africano, que por aquí pasa menos, no conocemos tanto sus historias y las dificultades que tienen. En particular, llama mucho la atención que un somalí haya llegado a Ucrania desde Somalia, cuando son rutas migratorias bastante comunes, pero aquí no lo conocemos tanto".