'La fabulación infinita' de Terenci Moix, nuestro Truman Capote: "Hoy sería un influencer"

Terenci Moix

Nuestro Truman Capote. Un influencer antes de que atisbáramos mínimamente el dominio que las redes sociales iban a tener sobre nuestras vidas. Escritor de éxito, la estrella televisiva total. Gran entrevistador y mejor entrevistado. Referente homosexual en efervescente libertad permanente. Ocurrente, lenguaraz y contradictorio. Un personajazo para el que el calificativo de 'excesivo' se queda corto. "Teniendo en cuenta que soy la persona más adorable que conozco, que reúno en mí todos los dones de la naturaleza, que no se puede ser más inteligente, más encantador, más simpático y más mono... pues encuentro que soy muy poco vanidoso", llegó a afirmar de sí mismo sin ponerse ni un poquito colorao.

Hablamos, claro, de Terenci Moix (1942-2003), figura poliédrica del millar de aristas recordado ahora, en el veinte aniversario de su muerte, en Terenci: La fabulación infinita, un nuevo original de Filmin en cines desde este viernes en forma de largometraje (91 minutos), y que estará disponible en la plataforma de streaming desde el 22 de septiembre en su versión extendida de serie documental de cuatro episodios (176 minutos).

En cualquiera de sus dos versiones, el documental se sumerge en la vida y obra del emblemático escritor mediante anécdotas y entrevistas a sus amigos y familiares más cercanos. Entre ellos encontramos a Boris Izaguirre, Colita, Núria Espert, Luis Antonio de Villena, Anaïs Schaaff, así como a algunas de sus exparejas, incluidos Vicente Molina Foix o el actor y gran amor de Terenci, Enric Majó. Todo ello documentado con abundante material de archivo televisivo gracias a la coproducción de RTVE Catalunya y con grabaciones domésticas del propio escritor.

Precisamente la separación de Enric Majó es uno de los pasajes capitales del relato. No en vano, muy probablemente fuera la primera gran ruptura pública entre dos hombres homosexuales de nuestro país. Un punto de inflexión en la vida de Terenci, quien se hundió en una profunda depresión que le llevó, en última instancia, a tomar la decisión de hacer de su vida una ficción como aquellas películas del Hollywood de los años cincuenta con las que construyó su propio ideario de escapismo de una Barcelona por entonces nada cosmopolita y glamurosa. Conoció el infierno real y no le gustó, así que escapó de él reinventándose, cambiando su aspecto, poniéndose peluquín y viviendo la vida a lo Cleopatra que le dio la gana.

"Terenci al final era un fabulador, vivía siempre en el relato y en la idea de contar. Esto parte de pasar su infancia todos los días metido en el cine en esa Barcelona triste de la posguerra donde no había nada más brillante que lo que había en las pantallas. Eso le influye muchísimo para luego convertirse en la persona y en el escritor que acaba siendo", apunta a infoLibre la directora del documental, Marta Lallana, quien prosigue: "Tenía fascinación por ser siempre el centro de atención, relatar y fabular sobre su vida. Incluso a veces mentía si así era más interesante. Lo que siempre hacía era retrasmitir toda su vida, se parecería un poco lo que es ahora un influencer. Tenía esta manera de hacer totalmente pionera en aquellos años, y eso lo hizo ser un personaje tan mediático que se sabía vender muy bien. Cuando murió se murió su mejor vendedor".

Tanto es así que la cineasta recuerda ese momento con un punto de delirio hedonista incontrolable en el que Moix sufre una crisis nerviosa con un intento de suicidio y, antes de que le llevan al hospital, pide por favor "avisar a la agencia EFE" para que haya un comunicado. Un gesto de diva folclórica que da buena muestra de su obsesión por ser el epicentro de la conversación pública, siempre y en todo momento hablando de sí mismo. "Si siguiera vivo seguiría escribiendo, sabría seguir vendiéndose como lo había hecho en el pasado, sería un adicto total a todas las redes sociales. Seguiría buscando la popularidad y el cariño de los demás", asegura a infoLibre Álvaro Augusto, coescritor del documental junto a la propia Lallana.

"Literariamente, Truman y Terenci no tienen nada que ver, pero eran figuras muy parecidas. Los dos salieron del armario en una época en la que era muy difícil hacerlo y los dos eran personas sedientas tanto de fama como de reconocimiento y amor"

Nuestro Truman Capote, decíamos, aunque con sus diferencias, tal y como explica Augusto: "Literariamente, Truman y Terenci no tienen absolutamente nada que ver. Capote nunca rebajó la calidad ni la ambición de su obra en favor de las ventas, cosa que Terenci sí que hizo a partir de 1986 cuando ganó el Premio Planeta, pero las figuras son muy parecidas. Los dos salieron del armario abiertamente homosexuales en una época en la que era muy difícil serlo, los dos eran personas sedientas tanto de fama como de reconocimiento como de amor, de necesidad de encontrar el apoyo y la validación de los demás. Era gente que le gustaba mucho la fama, que aprovecharon mucho los medios de comunicación para potenciar su propia figura, eran muy buenos publicistas de sí mismas. Y a ambos les encantaba codearse con la élite social".

Esa salida del armario a la que hace referencia Augusto es la que le convierte en un importante referente gay que se enfrentaba abiertamente a los valores de la época franquista y a la educación religiosa. Eso sí, el guionista aclara que llegó a ese punto de referencia LGTBI "por narcisismo y no por activismo", pues en realidad estaba preocupado de sí mismo: "Él no era Ocaña, que salía por las calles de Barcelona a desafiar al patriarcado vestido de mujer. Él lo que hizo fue contar en televisión que sufría porque su pareja le había dejado, y eso es verdad que normalizó el hecho de que había personas del mismo sexo que eran parejas que se enamoraban y rompían. Pero lo hizo por pura necesidad de expresarse y encontrar el amor de los demás, no porque considerase que era muy importante hablar de homosexualidad en público. Al mismo tiempo, seguro que ahora mismo estaría completamente indignado con el auge de ciertos discursos homófobos y reaccionarios. Volvería a escribir aquellos artículos en El País que fueron tan importantes contra Cela hablando de los derechos LGTBI".

La fabulación infinita nos muestra también la cara no ya menos amable, sino tremendamente cruel de Terenci Moix. Tan amigo de sus amigos como destructor de vidas de sus parejas. Amante voraz con los peligros que ello conlleva. "Ha pasado el tiempo adecuado como para poder hacer este documental, que no es una hagiografía, sino que exploramos el retrato de todas las caras del personaje de manera honesta", destaca Lallana.

‘Misterio en Venecia’: el tributo de Kenneth Branagh a Poirot que no interesa a nadie

‘Misterio en Venecia’: el tributo de Kenneth Branagh a Poirot que no interesa a nadie

Para construir este relato huyendo del formato de, como suele decirse, bustos parlantes, ha sido muy importante el material de archivo doméstico, principalmente el proporcionado por la última pareja del escritor, y a través del cual se abre una ventana a reuniones con amigos en las que vemos rostros populares como Rosa María Sardá, Javier Sardá o Josep María Mainat. Esto, junto a la multitud de grabaciones televisivas aportadas por TVE han llevado al documental a otro nivel de riqueza audiovisual con la construcción de secuencias casi cinematográficas.

Un documental que, por cierto, fue siempre una serie en origen. Así nació el proyecto, inicialmente con tres capítulos en mente, si bien la cantidad ingente de material terminó propiciando su ampliación a cuatro. De este modo, la película que llega a los cines es un resumen de la serie en formato largometraje, tal y como explica la directora y coguionista: "La diferencia básicamente es que la peli dura la mitad de la serie, donde se profundiza mucho más. Decimos de risas que la película es el tráiler más largo de la historia".

Aunque a su manera estemos ante una fábula, no tiene necesariamente una moraleja. O quizás sí, pues Augusto no duda al asegurar que, tras haber conocido tanto a Terenci Moix, ha llegado a algunas conclusiones y enseñanzas perfectamente válidas veinte años después de su marcha. "Nos ha enseñado que tenemos que ser más libres", destaca. "Y que incluso las personas más brillantes y geniales tienen sombras, igual que cualquier ser humano, aunque tendamos a idealizarlas. Además, parece un tópico, pero también nos ha enseñado que en la vida hay que divertirse. Esa es una lección vital que Terenci nos transmitió a todos", remata.

Más sobre este tema
stats