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Íñigo Errejón, "La Furia" le calma

María Granizo Yagüe

MÁS. Adverbio de cantidad. Seña de identidad de un niño que jugando aglutinó a sus compañeros scouts, añadió su nombre siendo adolescente a las Juventudes Anarquistas, sumó amistades en la Universidad de Somosaguas con las que fundaría Podemos, y se doctoró, con sobresaliente cum laude, con una tesis sobre el primer gobierno del MAS en Bolivia. Ocho años después, en 2019, reparó en que "hay sumas que restan" y, para tratar de alcanzar más, apostó por el menos y ese MAS fue el motivo de su ruptura política con Pablo Iglesias. Esta vez, en versión Más Madrid.

Íñigo Errejón de pequeño.

Pero hubo un tiempo en que amistad era compartir, no competir. Volviendo la vista atrás es cuando Errejón, a sus 37 años, aparca al político y recupera a Eneko, al niño que añora, con entusiasmo y brillo en la mirada, tardes infinitas de infancia, "de partidos de fútbol de chapas con mi hermano", idílicas si ganaba el Real Madrid, "de juegos con los G.I. Joes, y de una euforia compartida", con sus compañeros del Colegio Público Infanta Elena, "cuando se ausentaba un momento el maestro de clase y sentíamos que ganábamos unos minutos a la libertad".

Lejos de la ingenua algarabía infantil y confinado entre el Congreso de los Diputados y su apartamento en el madrileño barrio de La Latina, Errejón gana ahora espacio a la libertad gobernando su tiempo, aprendiendo "a guardar en un cajón el teléfono móvil y haciendo la guerra a las pantallas". También, disciplinando sus horarios y subiéndose a su vieja bicicleta estática para pedalear una hora diaria soñando con reencontrar los hábitos y los afectos, "los amigos y la familia, ir a leer al sol, y caminar sin restricción de tiempo, sin restricción de horarios, sin prudencia, simplemente caminar".

La magia de los deseos conduce al Portavoz de Más País a dejarse arrastrar por Simone Weil para hablar de espíritu de revolución y parafrasear a Nina Simone definiendo la libertad como vivir sin miedo: "la transformación social es cuando los débiles pueden vencer y la libertad es construir vidas en las que todo el mundo pueda vivir sin miedo. Sociedades en las que la gente viva su día a día no sólo sin miedo a lo que le puedan hacer, sino también sin miedo a la privación, a la precariedad, miedo a la incertidumbre".

El orgullo de Errejón tiene doble nombre: Angy y José Antonio. Ella, su madre, bióloga y activa feminista a la que su hijo aplaude en twitter cada vez que participa en una ponencia por la defensa de los derechos de la mujer. De ésta y de José Antonio, su padre, responsable de Políticas Ambientales de la Agencia estatal de Evaluación y Calidad y firmante del manifiesto de Tenerife que dio origen a Los Verdes, le viene su compromiso político y ecologista. Ellos son su "principal referencia vital y política pero también intelectual" y a ellos debe su "capacidad de esfuerzo y mi amor por los libros". Con su bic azul subraya párrafos, relee ensayos, crónica literaria e histórica y, aún en desacuerdo con su posición ideológica, se deja llevar una y otra vez por las páginas de Las Máscaras del Héroe de Juan Manuel de Prada. También regresa a la Trilogía de Rafael Chirbes sobre la sociedad española desde la posguerra hasta la transición.

Aun alejados en tiempos y circunstancias, y sólo guiados por la anécdota, el título de esos tres libros podría encabezar también la trayectoria del político madrileño: La larga marcha, La caída de Madrid y Los Viejos Amigos. El devenir político y su anuncio de la marca Más Madrid, en enero de 2019, dejaron atrás a compañeros, amigos, cómplices de sueños y de transformación, con los que Errejón, en marzo de 2014, había fundado Podemos. Cinco años después de aquel alumbramiento, con el partido en plena crisis en las encuestas, el madrileño anunció su alianza con Manuela Carmena para concurrir a las elecciones como candidato a la Comunidad de Madrid. Desde entonces, hasta que el covid-19 moldeara nuestras vidas, del camino juntos y de la antigua amistad sólo quedó el pasado y un punto y aparte. Ahora, "porque la pandemia nos está ablandando y las razones por las que te distanciaste de alguien empiezan a ser menos importantes", Errejón no oculta que ha escrito a Iglesias para desearle salud y el Vicepresidente Segundo le ha respondido con la misma "cordialidad".

Sin renegar del pasado, el líder de Más País desahoga su disconformidad escuchando Por algo más que por gusto, el disco de la banda alicantina La Furia que, a comienzos de los 90, rendía tributo al London Calling de The Clash. Sudando, pedal tras pedal, el diputado corea las composiciones de Joe Strumer y Mike Jones invadidas por el pesimismo que generó a la banda británica la llegada de Margaret Thatcher, al número 10 de Downing Street, en 1979. Y para no quedarse atrás, bucea en las novedades nacionales y da al play de Era, el disco del cuarteto Zea Mays que envuelve de rock euskaldun la soledad de su confinamiento.

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Residente de una calle estrecha, Errejón no tiene "más horizonte que el edificio de enfrente". Por eso, aspira a reencontrar vistas amplias y "eso siempre pasa por el mar, quiero mirar hasta que se me pierda la mirada en el infinito del mar". Hasta llegar a la costa, afianza su soltería conmoviéndose con Scarlett Johansson y Adam Driver asistiendo a su lucha personal y creativa por superar su divorcio en la película de Noah Baumbach Historia de un matrimonio. La pantalla también le atrapa poniendo imágenes a La línea invisible, la serie en la que Mariano Barroso nos traslada a aquel 7 de junio del año sesenta y ocho en el que el líder de ETA Txabi Etxebarrieta cruzó la línea de la barbarie asesinando a la primera de las 853 víctimas de la organización terrorista. Y para combatir el drama de la realidad, el politólogo madrileño fantasea junto a David Simon una historia alternativa de EE.UU en La Conjura contra América.

Y como en panza llena no hay pena, Errejón se remanga para ponerse a prueba con una de sus últimas aficiones, la cocina: "no es que cocine bien pero me relaja y disfruto mucho haciéndolo, es un placer, un placer lento, como los placeres que merecen la pena en la vida". Sin embargo, ni un buen cocido le hace olvidar la tragedia sanitaria que atravesamos pero, enfatizando lo positivo, regresa al político para aventurar que "después de esto va a costar mucho que ningún gobierno justifique recortes en la sanidad pública porque ya hemos visto que cuesta vidas. O que nos volvamos a desentender de las residencias de mayores o a privatizarlas porque hemos visto que cuestan vidas, o volvamos a mirar para otro lado cuando la gente que tiene más dinero no pague impuestos aquí".

Dispuesto a poner un paréntesis en su confinamiento para ocupar su escaño en el hemiciclo, Íñigo Errejón despide su Playlist citando a Gramsci para que cada vez sean MÁS los que "se adueñen del mundo de las ideas, para que las nuestras, sean las ideas del mundo".

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