Isabel Serrano Durán es socióloga, politóloga y creadora de contenido político y social. Es, a su vez, autora de Muros de Silencio (Ediciones B, 2024) un ensayo que ayuda a comprender cómo el régimen franquista puso en el punto de mira a las mujeres para borrar, invisibilizar y silenciar sus logros y su papel clave a lo largo de la dictadura y de la historia.
Con casi 60.000 seguidores en Instagram y 65.000 en TikTok, realiza una labor de divulgación y concienciación política necesaria en estos tiempos y es una de las principales referentes sobre la memoria histórica en redes sociales. De eso y mucho más habla en su conversación con infoLibre.
¿Qué hizo que se interesara por la memoria?
Quería encontrar respuestas, saber qué había pasado en mi familia, qué eran esos vacíos que mi abuela no era capaz de completar. Leer otras historias me hizo comprender que la historia de mi familia no era un caso individual, sino que el fusilamiento de mi bisabuelo, el sufrimiento de mi bisabuela, el hambre, la violencia, el analfabetismo... eran experiencias colectivas de un país al que el franquismo había condenado.
¿De ahí surgió la motivación para escribir Muros de silencio?
Escribí Muros de silencio porque mi abuela, cada vez que me contaba estas historias de vida, me decía que tenía que escribir un libro. Finalmente lo hice. El espíritu que lo mueve es ella, pero el resultado no es un libro de su vida, sino de todas esas mujeres que resistieron, sobrevivieron y dieron sus vidas por la libertad.
Siempre dicen que la historia la escriben los vencedores. A mi me gusta ampliar esa frase y decir que la escriben los hombres vencedores. Porque en sus relatos nunca hay mujeres
¿Cuál es el papel del feminismo en la recuperación de la memoria histórica?
No podemos mirar la memoria sin perspectiva de género. Si no lo hacemos así, estamos condenando al olvido a la población femenina que sufrió consecuencias irreparables. Siempre dicen que la historia la escriben los vencedores. A mi me gusta ampliar esa frase y decir que la escriben los hombres vencedores. Porque en sus relatos nunca hay mujeres. En el instituto nos enseñan las grandes batallas donde hay una gran ausente: la mujer. Recuperar historias de vidas femeninas es fundamental para reparar nuestras heridas. Si no miramos con perspectiva de género nuestro pasado más reciente se quedarían fuera elementos tan importantes como la justicia con los bebés robados o la reparación de las víctimas del Patronato de Protección de la Mujer, que han sido invisibles hasta hace relativamente poco.
Recuperar historias de vidas femeninas es fundamental para reparar nuestras heridas
¿El papel de las mujeres está invisibilizado cuando se habla de memoria?
Sí. Al final, cuando hablamos, por ejemplo, de los que se fueron al monte, se mira casi siempre a ellos, no a las mujeres que se quedaron en el llano protegiendo, cuidando, avisando cuando subía la Guardia Civil, sirviendo de refugio, de mensajeras... En definitiva, siendo el soporte de la resistencia antifranquista. Hemos estado olvidando a muchas mujeres, sus historias y el daño es irreparable. Porque cada año que pasa sin recuperar esas historias, son mujeres que fallecen sin que nadie las haya escuchado, sin que se les haya reparado el sufrimiento.
La educación es clave. En los planes de estudio, el franquismo casi ni se roza
¿Qué papel juega la educación en el proceso de hacer entender la importancia de la memoria?
Es clave. En los planes de estudio, el franquismo casi ni se roza. La forma en la que nos enseñan la historia es muy impersonal. Cuando voy a institutos a hablar sobre lo ocurrido, cuando les pones rostro, cuando ellos y ellas pueden ver la cara de sus vecinos, de sus tías, de sus abuelas, de su familia... crece el interés y la sensibilidad. Si solo nos hablan en abstracto, de forma impersonal, nos alejamos de hechos recientes que tienen mucho de presente.
¿Hasta qué punto permearon los principios del nacionalcatolicismo en la sociedad y en las mujeres en concreto?
Las mujeres fuimos las principales receptoras de la moralidad franquista. Nuestro comportamiento, nuestra imagen, nuestra posición social, cambió radicalmente. Querían mujeres cuidadoras, "mirando al hogar", que siguieran la moral católica. Nosotras fuimos duramente golpeadas porque representábamos la España que querían enterrar. Durante la República, las mujeres disfrutamos de grandes avances y todo aquello había que dejarlo atrás. Y para ello se crearon formas de castigo únicamente enfocados a las mujeres o instituciones centradas en corregir nuestra moral.
¿Por qué los campos de concentración en España no son tan conocidos como los de otros países?
Los campos de concentración en nuestro país no se liberaron, se cerraron. Son procesos radicalmente diferentes que hacen que unos sean universalmente conocidos y otros sean condenados al olvido. Además, aquí estos campos no estuvieron abiertos durante los 40 años de dictadura. Fueron un soporte al inicio. Después, la represión, los castigos, el hacinamiento de las personas, los asesinatos colectivos... se trasladaron a las prisiones repartidas por todo el país.
Los campos de concentración en nuestro país no se liberaron, se cerraron. Son procesos radicalmente diferentes que hacen que unos sean universalmente conocidos y otros sean condenados al olvido
¿Cómo afectó el luto impuesto a la transmisión de la memoria de los y las represaliado/as?
Las viudas de los represaliados fueron condenadas al silencio absoluto. Muchas lo hacían por supervivencia, otras por proteger a sus seres queridos y, en ocasiones, por vergüenza. Esto hace que la transmisión oral de lo ocurrido se corte. Además, a las mujeres se nos ha educado (y más en aquella época) en restar importancia a lo que nos ocurre a nosotras para darle más relevancia a lo que le pasa a los hombres de nuestro alrededor. Es por esto que la transmisión, incluso cuando viene por parte de las mujeres, viene viciada. Y es probable que una mujer cuente antes lo que le sucedió a su marido que el señalamiento público, los registros casi a diario en sus casas, la violencia económica, el rapado o el encarcelamiento que sufrieron como consecuencia de ser viuda o familiar de un fusilado, huido al monte o encarcelado.
¿Qué papel jugaron las mujeres en la conservación y transmisión de la memoria?
Las mujeres somos quienes transmitimos las historias de vida. El cuidado lleva consigo muchas horas de conversación y de conocimiento de lo acontecido. Las mujeres hablamos entre nosotras, compartimos y tejemos redes de apoyo mutuo para salir adelante. Somos quienes soportamos el peso familiar y, por ello, finalmente conservamos las historias. Muchas de esas historias no se conocen por miedo o por vergüenza. Nuestra labor, como generaciones nuevas, es preguntar y conocer. Yo siempre digo que el mayor regalo que me ha dado mi abuela ha sido la memoria.
Las mujeres somos quienes soportamos el peso familiar y, por ello, finalmente conservamos las historias
Podemos observar en los últimos años un auge de la extrema derecha a nivel global, ¿Existe un riesgo de que los procesos de recuperación de memoria, como las exhumaciones, se vuelvan más complejos?
A la derecha y a la extrema derecha no les gusta que miremos al pasado para rescatar la memoria de las víctimas del franquismo y que reparemos el daño como un acto de justicia. No les gusta porque estamos atentando contra "su historia" y "su verdad". Si miramos atrás, descubrimos que la forma en la que nos han contado el pasado está sesgada por sus antecesores. Nuestro país tiene un problema y es que la derecha que tenemos no tiene raíces democráticas. No es una derecha que reniegue del pasado. Y si lo hacen, lo hacen con la boca pequeña y sin decirlo demasiado en alto porque saben que entre sus filas hay quienes se molestan.
¿Hay algún relato de memoria histórica que le haya impresionado al investigar sobre el tema?
Sobre todo los relatos de resistencia. Me sorprende la valentía en momentos tan complicados. Hay quienes hicieron pequeños gestos de resistencia, como fue mantener con vida a sus familiares asesinados con pequeños homenajes íntimos. Cuando te prohíben incluso llorar, llevar una piedra manchada con la sangre de tu marido... eso me parece un acto de resistencia. También me llevo todo lo aprendido de aquellas mujeres encerradas y olvidadas durante tantos años en la institución del Patronato. Me sorprende y me entristece que esas historias hayan estado ocultas. Es el reflejo de que la democracia no llegó a todos los lugares a la vez.
¿Existe en los últimos años una mayor o menor conciencia respecto a esta cuestión?
Creo que ambas opciones son posibles. Considero que hay población más sensibilizada con los horrores de la dictadura franquista, que pregunta, que tiene interés en conocer, en divulgar... Pero también hay otra parte que cada vez criminaliza más a quienes miramos al pasado para hacer justicia y coger impulso. Es sinigual la violencia a la que nos enfrentamos, por ejemplo en redes, por hablar de memoria y de hechos que se vivieron en nuestro país. La radicalización y la falta de vergüenza de la ultra derecha en definirse públicamente como tal hace que el ejercicio de recuperación, reparación y justicia sea visto con peores ojos, que se criminalice y se nos acuse de querer "reescribir" la historia, cuando lo único que buscamos es que quienes han estado enterrados en el olvido, por quienes hoy nos insultan, tengan la luz y la dignidad que merecen.
Es sinigual la violencia a la que nos enfrentamos, por ejemplo en redes, por hablar de memoria y de hechos que se vivieron en nuestro país
¿Se está haciendo lo suficiente a nivel institucional en materia de memoria histórica? ¿Qué más podría hacerse?
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Los avances de las leyes en materia de memoria son claros. Pero sí considero que se puede hacer más. Creo que las instituciones tienen todavía muchas deudas pendientes. Por ejemplo, como he comentado, con las mujeres del Patronato. También con los bebés robados. Creo que la justicia no ha hecho lo suficiente, que los criminales no han pagado por sus acciones y que en las escuelas no se enseña suficiente el valor de la democracia y el esfuerzo, así como las vidas que han costado conquistar todos los derechos y libertades de los que gozamos hoy.
¿Qué otras obras sobre memoria histórica recomendaría a los lectores de infoLibre?
Creo que en función del nivel de aproximación y de los gustos de cada persona las recomendaciones cambian. Si les gusta la novela, es imposible no recomendar los maravillosos libros de Almudena Grandes. Cualquiera de los Episodios de una Guerra Interminable merecen su lectura, pero a mi me gustó especialmente El lector de Julio Verne. Si están más familiarizados con la lectura de ensayos periodísticos, cualquiera de los libros de Natalia Junquera. Los ensayos de Tomasa Cuevas recogiendo la vida de las mujeres presas me parecen una joya que ha sido infravalorada. Y, si la lectura no es lo suyo, creo que hay piezas audiovisuales muy buenas para concienciar sobre la necesidad de la memoria democrática, como El silencio de los otros o, mi película favorita, La lengua de las mariposas.
Isabel Serrano Durán es socióloga, politóloga y creadora de contenido político y social. Es, a su vez, autora de Muros de Silencio (Ediciones B, 2024) un ensayo que ayuda a comprender cómo el régimen franquista puso en el punto de mira a las mujeres para borrar, invisibilizar y silenciar sus logros y su papel clave a lo largo de la dictadura y de la historia.