Diez poemarios de 2021

'Soy éxodo y llegada', de Natalia Sosa; 'El escenario', de Karmelo C. Iribarrren; 'Falsa primavera', de Susana Benet; y 'En la tierra desolada', de Fermín Herrero.

Es imposible hacer una selección objetiva de un año de poesía. Primero porque el lector de poemas es el más subjetivo de los lectores. Segundo porque el número de libros de poesía que se editan en España es tan inmenso que resulta inabarcable e inaccesible para un solo lector y hasta para una docena. Aun así, son varios los centenares de poemarios que hemos examinado a lo largo de 2021, y hemos ido preparando una reseña semanal con muchos de ellos, sin que tampoco en ese otro espacio tengan cabida todos, por mucho que pueda antojarse que la anchura parece mayor. La selección que sigue se ha confeccionado pensando ante todo en el disfrute de los lectores, en la oportunidad de regalar poesía en estas fechas tan obsequiosas, pero también en dar visibilidad a algunos libros que quizá han pasado demasiado deprisa ante los ojos y merecen una segunda vida. Ruego que me disculpen todos (y son muchísimos) los que, mereciendo ser citados, no han cabido entre estos diez. 

Soy éxodo y llegada

Natalia Sosa

Torremozas (2021)

No estar es la palabra radical que conozco, / los primeros signos que aprendí siendo niña / en todos los contornos / y en todas las esquinas

Natalia Sosa Ayala (Gran Canaria, 1938-2000) vivió y escribió a contracorriente, nadando contra el olvido a la que la condenaban su condición de mujer, su condición de lesbiana y su insularidad. Por si todo esto fuera poco, con 51 años sufrió un ataque cerebral que paralizó la mitad izquierda de su cuerpo.  

Hasta entonces había escrito sobre todo novelas, pero a partir de ese trance se consagró a la búsqueda de su ser interior, usando la poesía como herramienta de desvelamiento, para explicarse a sí misma su vida.  

Sus versos expresionistas, desgarrados en ocasiones, hubieran terminado languideciendo en ese olvido para el que parecían destinados, de no ser por el esfuerzo de Blanca Hernández y del Gobierno de Canarias que han rescatado sobre todo los últimos, publicados a partir de la década de los noventa, incluido el póstumo Los poemas de una mujer apátrida (2003).

Donde muere la muerte

Francisco Brines

Tusquets (2021)

Quiero decir que dejes / las palabras gastadas, bien lavadas, / en el fondo quebrado / de tu alma, y que, si pueden, canten

Son varios y muy destacados los poetas que nos han dejado a lo largo de este año que se termina. Entre ellos, tres premios Cervantes: Joan Margarit (1938-16 de febrero), José Manuel Caballero Bonald (1926-9 de mayo) y Francisco Brines (1932- 20 de mayo). Pero también Antonio Martínez Sarrión, Justo Jorge Padrón, Joaquín Benito de Lucas, Aquilino Duque o Guadalupe Grande, por citar autores españoles que merece la pena releer.

 Margarit y Brines han dejado libros póstumos para la imprenta. En el caso del catalán es casi un diario en verso, Animal de bosque, donde el poeta de Sanahuja ha ido enhebrando vívidos sus últimos meses. Brines en cambio había ido decantando sus poemas durante un cuarto de siglo con vistas a un libro que no terminaba nunca de sentir acabado. Al final, murió sin finalizarlo y han sido sus herederos los que han recogido sus notas y han procurado ser fieles a sus intenciones.

 Su prosodia tan personal, casi táctil, está ahí plenamente reconocible y se aprecia en poemas como "El vaso quebrado", que pone broche de oro al libro y a su trayectoria, y que contiene además algo de poética, algo de despedida y algo de testamento para sus hijos literarios, Carlos Marzal y Vicente Gallego.

Obra completa I Poesía

Eugenio Montejo

Pre-Textos (2021)

Me sostiene el asombro de estar vivo / y el misterioso acecho de mi duende

La lectura de Eugenio Montejo (Caracas, 1938-Valencia de Venezuela, 2004) puede resultar tan inagotable como cualquiera de los clásicos que nos resultan familiares. Es un clásico. La editorial Pre-textos está recuperando sus obras completas, que empiezan con este primer volumen de su poesía.

Leyéndolo, por momentos parece que hemos abierto el arcón de Pessoa, lleno de sorpresas que nos hablan con el coro de los gallos ventrílocuos, el coro del pasado de Eugenio Montejo. Entre sus constantes, hay algunas que son tan enormes como la decepción de Dios. También el amor, que tiene una dimensión carnal: "no es de nosotros el amor, es de los cuerpos / que se desnudan en su música táctil / y aquí nos dejan abandonados.

Aunque las obras completas de cualquier poeta contienen inevitablemente una dosis importante de hojarasca, la densidad de perlas que podemos encontrar en Montejo, compensan sin ninguna duda: "Y es solo su voz lo que defiende, / porque en el tiempo no es un pájaro / sino un rayo en la noche de su especie, / una persecución sin tregua de la vida / para que el canto permanezca".

La fuente del Encanto. Poemas de una vida (1980-2001)

Andrés Trapiello

Vandalia (2021)

Pasó la juventud. / Nos queda por vivir todo ese tiempo / que llaman plenitud. / Disponte a ser feliz. Va a ser muy duro

La peculiaridad de esta antología personal de Andrés Trapiello (Manzaneda de Torío, 1953) es que no solo contiene poemas, sino que vienen además contextualizados en la vida del autor, que nos lleva de la mano a su infancia y luego a sus amistades y a sus lecturas favoritas, mezclando la intermitencia de la poesía con la inmersión de una prosa cautivadora.

A medida que avanza el libro, decrece la narración y ganan en importancia las reflexiones y la mención a maestros como Machado, Unamuno y sobre todo Juan Ramón Jiménez, por quien Trapiello reconoce predilección. Los poemas aparecen menos aislados y son más numerosos y notables. Al final se arraciman y las aclaraciones pierden espesura. Ese cambio de ritmo no impide disfrutar de piezas como "E.D.", "Mesa" o "Reflejo", por citar tan solo tres de las emblemáticas de su autor.

Falsa primavera

Susana Benet

Libros Cal y Canto (2021)

La trama está servida y el destino / fijado de antemano. / El tiempo que me otorgan es tan breve / que incita a la codicia

Antes que poeta, Susana Benet (Valencia, 1950) es haiyina (autora de haikus) y ha entrenado la mirada para ver lo que nos pasa desapercibido en el día a día.

En este último libro, Falsa primavera, profundiza en un tema que ya estaba presente en su obra anterior, pero de forma atenuada: la sensación de que el tiempo se acorta y que el destino empuja inapelable. Es primavera, pero no del todo. "Por mucho que me esfuerce, / no encontraré la calma / de la que fui arrojada, ni podré / silenciar tantas voces / que conmigo, esta noche, han despertado".

Consigue aun así sobreponerse, salvarse y salvarnos a los lectores con una habilidad que nos recuerda la de su maestro y amigo José Luis Parra, una influencia privilegiada: "Qué despacio regresan / a las ramas / las incipientes hojas, / las diminutas flores. // Y cómo crece entonces / de pronto, en mi interior, / la rara flor / de la alegría".

Su voz de mujer tiene sin embargo un timbre personalísimo. Conviene leer, por antológico, el poema titulado Madre, un canto a la vida que junta tres generaciones en unas pocas palabras. "No puedo ver su rostro, / pero sé que posee / el rostro de las madres / pacientes, que se inclinan / como se inclina el árbol / al sostener sus frutos".

En la tierra desolada

Fermín Herrero

Hiperión (2021)

Qué ingenuo, creías estar / nombrando al mundo. Pero cómo temblaba el agua

Fermín Herrero (Ausejo de la Sierra, 1963) es un poeta de universo rural. Sus poemas sin título se vertebran en versos que se encabalgan zigzagueantes unos en otros y se rompen como si la sintaxis importara menos que el ritmo, que al fin y al cabo lo rige el propio mundo con sus leyes secretas.

Se trata de observar, de vivir, de aceptar. Se trata de "dejar constancia aunque no sepa de qué. Las cabezas / de trigo, cuando granan, se inclinan". Los poemas de Herrero nos acercan el croar de las ranas que acallan al río mientras la noche avanza, nos ayudan a entender que para disfrutar de esos prodigios es necesario comulgar con ellos, dejarse ir en ellos, porque, como el conde Arnaldos, el agua del arroyo solo dice su canción al que con ella va. La poesía de Herrero, como la naturaleza, te lleva si dejas que te embarque: "He visto amanecer. La calma y la alegría / de los pájaros, junio, las estrellas / en el frescor de la alborada".

Poemas escogidos

Judith Wright

Pre-Textos (2021)

Cuando se pierdan la hoja y el pájaro postreros / como un árbol perdure mi pensamiento aquí

Ha sido 2021 un gran año de mujeres poetas traducidas. Algunas de ellas han ido instalándose en nuestro panorama, empezando por la premio Nobel Louise Glück y siguiendo por la omnipresente Ana Blandiana. No obstante, corremos el riesgo de que pase desapercibida esta selección de poemas de la australiana Judith Wright (Nueva Gales del Sur, 1915- Canberra, 2000).

Wright luchó toda su vida por preservar los ecosistemas amenazados y los derechos de los aborígenes como si fueran una misma cosa. Y lo hizo con ensayos ardientes y certeros pero también con poemas de una contundencia cristalina. Cuando hablaba del planeta, hablaba sin tapujos, y cada día lleva más razón: "celebro el torbellino, la sequía inaudita, / el arroyo agostado, el furioso animal / que aguarda retador, / pues nos destruye aquello que matamos".

Antes de defender el planeta, tuvo que ganarse el derecho a ser oída: "la sangre que me late es la que me legaron / y mi pecho es la casa donde ellos se disputan el poder, / todos con el deseo de salvarme, / de transformar mi ser en el de otros". El pecho del que habla en el original inglés es su propio corazón, casi comestible en manos de los patriarcas.

El escenario

Karmelo C. Iribarren

Visor (2021)

Muy pronto / me defraudó / la esperanza. // Y eso / que apenas / esperé nada

El poeta Karmelo C. Iribarren (Donosti, 1959) no se parece a nadie más que a sí mismo. En los últimos años le han salido imitadores que no alcanzan a imitarle del todo porque lo que escribe Iribarren parece fácil, pero es muy complicado. Escribir breve en versos cortados requiere controlar bien los tiempos y aportar la dosis justa de ironía para que surja el fogonazo.

La guinda la pone el personaje, ese paseante descreído que camina bajo la lluvia de Donosti, y que es el mismo y sin embargo no es el mismo que habla en los poemas: "Mi poesía / y yo / nos parecemos tanto / que hay gente que nos confunde".

Desde su aparente escepticismo, Iribarren lamenta que a su pasado empiecen a faltarle referencias: "Me acerco a un mundo / en el que mis recuerdos / no van a tener donde ocurrir". El escenario sigue siendo la misma ciudad, la misma lluvia, y no obstante da cabida a nuevos matices temporales, del tiempo atmosférico y del que corre sin que nadie sepa cómo atajarlo. Poemas como "Desde mi ventana" o "La sabiduría", por citar solo dos, han venido para quedarse entre los mejores del autor.

Cuando me vaya

Mari Luz Escribano Pueo

Valparaíso (2021)

Mi padre es un silencio que mira cómo crezco

Mariluz Escribano Pueo (Granada, 1935-2019) era la niña que jugaba en la Huerta de San Vicente cuando la familia García Lorca había partido y su propia madre guardaba luto riguroso. Sufrió la pérdida del padre, la guerra, la carestía y el exilio.

Sus peripecias vitales no le impidieron perdonar, rehacerse, ser catedrática y ejercer casi cuarenta años en la Facultad de Magisterio de Granada. Decía que el magisterio era un sacerdocio laico. Escribió en prensa, contribuyó a salvar algunos espacios míticos, como el cedro de San Juan de la Cruz.

Sin embargo, su vertiente de poeta se va imponiendo más lentamente y gracias al desvelo de Remedios Sánchez. La antología Cuando me vaya ayuda a poner las cosas en su sitio. La Escribano poeta apunta hacia el perdón y la concordia, y sin embargo la suya es una poesía donde la memoria tiene un peso enorme. De su madre dice: "desde el patio la llamo, / desesperadamente, / y sólo el mar responde, / es decir, sólo el viento, / quiero decir la brisa, / aquella que movía su pelo, levemente, / mientras la luz de otoño deshacía / la suave penumbra de los arces".

Poesía completa

Pablo García Baena

Renacimiento (2021)

Y tuve miedo y frío. Me calaba la lluvia. / Me cubrí la cabeza para no ver / y todos aquellos que pasaban eran como yo mismo

Pablo García Baena (Córdoba, 1921-2008) fue un orfebre del idioma, un poeta absolutamente singular que teñía de sensualidad y de versos todo lo que tocaba. "Todo lo que expreso lo he vivido o lo he visto". Y vivió muchos años y no dejó de escribir.

Componente del grupo Cántico, tuvo que empeñarse en esa batalla desigual de hacerse visible desde la periferia y desde una escritura que rehuía las modas sin parecerse a nadie.

Su obra, inmensa, la tenemos ahora, aderezada y compactada en dos volúmenes, que son dos cofres primorosos como los que vendía en su tienda de antigüedades y regalos en Torremolinos. Incluso en los poemas aparentemente más sencillos, en la contención de sus últimos libros, Baena no puede sacudirse los ornamentos que él llamaba "la capa pluvial" y que son su distintivo.

 

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Arturo Tendero es periodista y poeta. Su último libro es La hora más peligrosa del día (La Siesta del Lobo, 2021). Estas reseñas y otras más de poesía pueden encontrarse en su blog El mundanal ruido.

 

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