La estela de los clásicos

El banquete de los humanistas. Un brindis por los clásicos - Varios autores

Cypress Cultura. Sevilla, 2025.

Para los que defienden la tradición occidental como sólidos cimientos donde se asienta la literatura del presente, el breve compendio El banquete de los humanistas es, sencillamente, la justificación teórica de un espíritu encendido. Un muestrario de propuestas heterogéneas que evidencia la necesidad de volver los ojos a las páginas de siempre. A las obras y autores del canon cuyo aporte mantiene continua atemporalidad por su profunda sabiduría y los efectos revitalizadores para ampliar horizontes humanistas.

La naturaleza de la tradición, como presencia ineludible, interioriza la idea de que la literatura solo puede surgir de la literatura. Es un eco transmutado y dispuesto a engendrar voces nuevas. Consciente de las zonas de sombra que han creado las redes digitales con su expansiva actualidad, y la prepotencia de la Inteligencia Artificial como sucedáneo del verdadero conocimiento, la revista Humanistas invitó a un grupo de poetas, intelectuales, críticos, filósofos y autores a comentar la singular variedad de rastros que dejan los clásicos. Así nace este brindis incesante que amalgama gratitud intelectual, búsqueda de orígenes y solidaria empatía filológica.

El editor José Luis Trullo, ensayista, gestor cultural y aforista, establece una disposición temática abierta. Dedica la apertura del volumen a la poesía, con colaboraciones líricas de Luis Alberto de Cuenca, Jesús Cotta y Demetrio Fernández Muñoz. Las composiciones glosan a personajes referenciales del inmenso catálogo de protagonistas y secundarios del acervo occidental. El espíritu poético de Luis Alberto de Cuenca fortalece además una consideración muy atinada, una certeza que suena a razón vital: “Siempre tendemos a reconocernos / en lo mejor de aquello que se encuentra / más allá de nosotros, en el reino / de los modelos y los arquetipos”.

Mario Pérez Antolín recurre al decir fragmentario para enfocar lo clásico como fuente de asombro y patrimonio intelectual inapagable. En la misma línea, José Luis Trullo reflexiona sobre la actualidad del concepto, pese a los factores que dificultan la recepción, como el virus de la novedad o las preferencias por lo accidental y contingente. Las meditaciones de Alfonso Lambana Sánchez y José María Jurado entroncan con los estados de ánimo que apreciamos en los que hacen del viaje lector un modo de vida; quienes leen completan su misma identidad, adquieren otra presencia más comprensiva y más sabia. La apasionada propuesta de Antonio Barnés descubre en El Quijote el diálogo de lo antiguo con lo nuevo; el recorrido de ida y vuelta por los autores clásicos es la base de la educación humanista.

José Luis Morante centra su análisis en la idea de tradición, clasicismo y cultura en los aforismos de Juan Ramón Jiménez. Más allá del poeta universal, el incansable creador de Moguer nos legó una obra plural, un abrazo de estética, filosofía y conciencia.

Ignacio Gómez de Liaño plantea algunas cuestiones sugestivas, no con ánimo de cerrar respuestas, sino con la idea de releer el libro El juego de abalorios de Herman Hesse. Su interpretación propone un quehacer lúdico con los contenidos de nuestra cultura, como si fuera un ingenioso juego capaz de ejercitar imaginación y memoria. Por su parte, Javier Recas Bayón centra su análisis en Gadamer, el filósofo que asentó y normalizó el campo de la hermenéutica como disciplina de interpretación racional y comprensión de sentido. Su método indaga la conciencia de lo permanente.

Desde una perspectiva filológica, Francisco Martínez Cuadrado se centra en el ámbito cultural de la lengua latina y sus enlaces con las disciplinas humanísticas y el pensamiento ilustrado, un pensar ético y estético nunca ajeno a valores de verdad, justicia y convivencia.

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El texto de Carlos Rodríguez Estacio, La luz vertical, subraya la diferencia entre cultura y civilización. Con mirada pesimista, alude a la pérdida del papel esencial de la escuela, como depositaria del conocimiento y guardiana de la riqueza cultural del pasado. Y apunta una salida de emergencia. Urge rearmar la inteligencia crítica y volver “a la luz vertical “, percibida en “el cielo de los clásicos”. Para Javier García Gibert, la tradición humanística ennoblece al ser humano, le concede tablas de valores inmarchitables, capaces de tomar distancia de las estridencias del presente histórico.

Dos diálogos, con Gabriel Insausti y Juan Gil, clausuran esta miscelánea, este hermoso pretexto para argumentar la vigencia del canon y su capacidad para entender la historia y sus motivaciones, a través de la sistematización del pensamiento. La sensibilidad de hoy está marcada por la incertidumbre y el cuestionamiento continuo. Los clásicos tienden puentes. Suponen un afán de exploración de la memoria viva, de la palabra indispensable a través del tiempo.

José Luis Morante es poeta, aforista y crítico y autor del libro 'Viajeros sedentarios' (La Garúa, 2025).

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