Sacar tiempo para quienes sufren

Federico Mayor Zaragoza

La compasión en un mundo injusto

Juan José Tamayo

Fragmenta Editorial (2021)

Acaba de aparecer el nuevo libro de Juan José Tamayo, La compasión en un mundo injusto, en una excelente y muy cuidada edición de la editorial Fragmenta. Lo dedica a Roberto y Carolina, "con el deseo de que la compasión sea el faro de vuestro proyecto de vida en común".

"¿A qué pudo deberse —se pregunta— tamaña amnesia e incluso desdén, cuando no desprecio, hacia la compasión, virtud que se encuentra en el quicio de la ética, de todas las éticas: cívicas, filosóficas, religiosas…? No son pocos los filósofos que han coincidido en denigrar el concepto mismo de conmiseración. El propio Nietzsche contrapone la compasión a la razón y cita a cinco filósofos que, a su juicio, coinciden con su menosprecio: Platón, Aristóteles, Spinoza, La Rochefoucauld y Kant". "¡Nada menos! Lo que sucede es que, "con frecuencia, se ha presentado esta virtud como sentir pena desde fuera, lamentándose con solo aspavientos, sin mover un dedo para aliviar el dolor de quienes lo padecen".

El primer capítulo, Mis viajes en pandemia, pone de manifiesto una de las características positivas del confinamiento por el coronavirus: el "conócete a ti mismo".

Al referirse a sus múltiples viajes telemáticos, escribe: "Uno de los más enriquecedores viajes ha sido viaje al interior, al encuentro conmigo mismo tras años de desasimiento y de dispersión debido a las múltiples actividades de mi agenda… En este viaje interior he aprendido a relativizar lo irrelevante y a poner en valor lo que realmente lo tiene…". Otro de los viajes de mayor rentabilidad espiritual ha sido a los "libros y librerías. Espacios de resistencia".

"Habla por el que no puede hablar y defiende la causa de los desvalidos. Habla para juzgar con justicia y defiende la causa del humilde y del pobre" (Libro de los Proverbios, 31,8). Todo consiste en "mirar la realidad con los ojos de las víctimas". Y de este modo —como uno de los principales objetivos de este libro-aniversario—, el número 75 de su producción bibliográfica, que coincide con sus 75 años recién cumplidos, Juan José Tamayo propone "practicar la compasión en todas las esferas de la vida, individual y colectiva, personal y comunitaria, pública y privada, política y económica, cultural y religiosa".

Inicia su "viaje a la realidad" con el capítulo titulado Un mundo injusto y desigual, en el que aborda las "brechas de la desigualdad" y —muy importante, por tratarse de fenómenos potencialmente irreversibles— "la injusticia ecológica", tema al que dedica, por su gran actualidad, todo el espacio que se merece. Otro aspecto que considera fundamental en la situación actual del mundo y que ha sido totalmente marginado por la gobernanza neoliberal plutocrática que venimos sufriendo a escala planetaria es "la insolidaridad con las personas migrantes y refugiadas". La "injusticia de género", la "injusticia económica y cultural" y la "injusticia cognitiva" completan este capítulo, con la advertencia del peligro de que retorne el "fracaso social" y arraigue el "cristoneofascismo" como nueva religión, que consiste en la alianza entre la extrema derecha política y los movimientos cristianos integristas y fundamentalistas legitimadores del neoliberalismo.

El capítulo tercero, La compasión en las religiones, comienza con una frase del filósofo Aurelio Arteta: "La compasión no es humillación, sino la respuesta adecuada a toda humillación". Las reflexiones propias del confinamiento por la pandemia del covid-19 deberían conducirnos a una nueva era, en la que la conciencia colectiva de la situación alcanzada permita actuar antes de que sea demasiado tarde. A este respecto, me impactó mucho una frase de Raquel Vázquez, citada por Jorge Reichmann en su Mudanza del isonauta: "Y ahora es todo de repente un ya no". Es cierto que, científicamente, hay muchos "ya no", pero el número de "todavía sí" es superior y requiere pasar a la acción (Agenda 2030, ODS) decididamente, sin demora.

Ahora, más que nunca en el pasado, es preciso "atreverse a saber" y "saber atreverse". He comentado muchas veces la impresión que me produjo, al llegar a Oxford, ver el Sapere aude de Kant en el emblema del condado, y, cuando regresaba a España después de una larga estancia en la Universidad, pensé que si bien "atreverse a saber" es esencial, debe ir acompañado de "saber atreverse", porque el conocimiento en mentes resignadas e indolentes no se traduce, con firmeza y templanza, en oportunas actitudes en favor de la convivencia fraterno-sororal "sin compasión", escribe Juan José Tamayo, "no hay respeto por la vida de los otros…". Y cita a Pedro Laín Entralgo, quien, en Teoría y realidad del otro, presenta al Buen Samaritano como paradigma del encuentro interhumano, más allá de toda consideración religiosa.

Cita también el papa Francisco, quien, en la encíclica Fratelli tutti, destaca un aspecto nuevo de la compasión en la parábola: hacer tiempo para las personas sufrientes, dedicarles tiempo, darles nuestro tiempo. El Buen Samaritano le dio (a la persona malherida) algo que en este mundo ansioso retaceamos tanto: le dio su tiempo. Fue capaz de dejar todo a un lado ante el herido y sin conocerlo lo consideró digno de dedicarle su tiempo.

La vida de los versos y la vida de los otros

Me parece de gran interés el "recorrido" que realiza por la compasión no solo en las grandes creencias —cristianismo, islam, budismo, hinduismo, judaísmo…— sino en distintas comunidades indígenas de Amerindia. "No puede haber compasión sin justicia, sin reconocimiento de la igual dignidad de los seres humanos", concluye, abordando temas tan relevantes como "la compasión como memoria subversiva de las mujeres olvidadas" y "humanismo, transhumanismo y compasión". Son capítulos estos de gran originalidad al descubrir la ausencia de compasión en las tendencias transhumanistas actuales y mostrar especial sensibilidad hacia las múltiples formas de discriminación de las mujeres que con frecuencia terminan en feminicidios por mor de la masculinidad hegemónica y sagrada.

Al terminar de leer este libro que tantas reflexiones despierta, la estima y admiración por el profesor Tamayo se acrecientan y se desea, muy sinceramente, que viva muchos años más para seguir iluminando, en momentos de horizontes muy sombríos, los caminos del mañana.

Federico Mayor Zaragoza es director general de la UNESCO y presidente de la Fundación Cultura de Paz.

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