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Javier Ruibal abre su 'Saturno Cabaret' en la Barcelona de los 50: "La gente necesitaba huir"

Javier Ruibal abre su 'Saturno Cabaret'

Años cincuenta en el Paralelo de Barcelona. Saturno Cabaret. Un oasis no clandestino pero sí con cierto punto furtivo y encubierto donde se reúnen personajes variopintos de toda condición. Arropados por el manto de la oscuridad pintan cada noche un mundo de color que de puertas para fuera no conoce más que el blanco y negro de la posguerra y el franquismo pero que, en su interior, bulle con los ritmos del momento: mambo, boogie-woogie, bolero, zambra, tango, pasodoble, cuplé o rocanrol. Interpreta el cantante del local, un alter ego de Javier Ruibal (El Puerto de Santa María, 1955) llamado con sorna El bien peinao. Un mundo real pero fugaz que existe solo dentro de las paredes del Saturno, donde al amparo de las luces y las lentejuelas todos juegan a ser otros, esos que pudieron haber sido. "La idea era vivir por unas horas una ensoñación", apunta a infoLibre el músico gaditano, con quien charlamos sobre este nuevo lanzamiento discográfico.

¿Qué es este Saturno Cabaret?

Es una obra coral, algo que no había escrito nunca, que se cierra en sí misma, en la que retrato los personajes de un cabaret de los años cincuenta en el Paralelo de Barcelona. Todo visto como una película en plano secuencia donde la cámara va pasando de uno a otro y todos están relacionados, de manera que unos personajes van apareciendo en las canciones de terceros. Y lo mismo hay retratos de trabajos del cabaret como de clientes. 

Es muy complejo eso de ir interrelacionando las historias de las canciones.

La verdad es que nunca había hecho un disco monotemático y me lo he pasado muy bien, aunque también me lo he pasado regular en el sentido de que todos los personajes eran la gente de la noche de aquellos años, la que trabaja ahí y también los que iban a evadirse, y todos venían de un acorralamiento moral importante y de una prohibición sistemática. Por eso, muchos de los personajes han sido desplazados de su lugar por la política o la hambruna, así como otros simplemente por la pasión por dedicarse al arte y no encontrar otro lugar que el cabaret. Por un lado ha sido divertido escribirlo pero, por otro, también ha sido una catarsis personal en la que he sentido una altísima compasión por los personajes. Y, al mismo tiempo, por ejemplo por mis padres, que en aquellos años carecían de toda libertad, además de vivir con una estrechez económica importante debido a la dictadura y a la falta de derechos. 

En la Barcelona de los años cincuenta donde está el Saturno empieza a cambiar un poquito esa situación.

Claro, empieza a haber un poquito de color. Los Estados Unidos le dan la cara al régimen, instalan sus bases en España... de alguna forma es una pre-pertenencia a la OTAN, pero sin ningún quorum político de ninguna índole, era el dictador el que decía 'aquí y aquí' y se ponían las bases. La inyección económica, desde luego, vino bien porque a la gente le alivió mucho, aunque era un arma de doble filo, porque por un lado mejoraba la economía pero por otro te situabas definitivamente en la órbita de Estados Unidos. Claro que la gente no tenía ningún conocimiento de eso, la gente había sido cretinizada políticamente quitándole toda la información, toda la capacidad de discernimiento... todo el núcleo pensante de la intelectualidad y la política española previa, que era la República, se va al exilio, y la gente queda huerfanita de tantas cosas que solo se entendió eso de 'qué alegría, qué bien que vienen los yankis y traen dinerito'.

¿Podemos pensar en el Cabaret Saturno como una especie de pequeña república entonces? Un espacio colorido de libertad para evadirse de una realidad de lo más gris.

Sí, pero ocurre que al cabaret iban los acorraladores y los acorralados. Allí también iba el pudiente, el que formaba parte del régimen y el perseguido. Todos eran conscientes de que algo faltaba. Ante todo, una posibilidad de una cierta alegría y liberación, aunque fuera viendo una liga en una pierna, o escuchando un cuplé un poco picantón. Así era de limitado todo.

Como bien dices, en un cabaret entonces cabían todos, los que reprimían y los reprimidos, los ricos y los pobres. Coincidían en un lugar regido por su propia ley. Es un poco mágico.

Bueno, es que ahora hay las libertades suficientes para buscar equivocadamente la libertad sexual entrando en internet, por ejemplo. Lo que había entonces era una represión muy grande y un ensañamiento contra la población en general. Y, claro, había gente que había conservadora que no tenía por qué estar de acuerdo con la autoridad competente, pero iba ahí a resarcirse y a escapar un poquito. El lema de unas canciones, titulada Mundo obrero y que rinde homenaje a los luchadores contra el franquismo, dice en el estribillo que las penas se quedan fuera y te esperan a la salida. Es decir, la idea era vivir por unas horas una ensoñación de que uno podía ser quien le hubiera gustado ser. Jugar a parecerse al que le hubiera gustado ser.

Has comentado lo del plano secuencia y la sucesión de personajes. No cuesta nada imaginarse cómo sería, cómo es, este Saturno Cabaret repleto de imágenes.

Totalmente. Este Saturno seguramente tiene unos cortinones de terciopelo ajados y mugrientos... imagínate cómo olería un cabaret de los años cincuenta, que era un establecimiento de la más baja estofa (risas). Pero la gente iba pensando que se metía en una película de Rita Hayworth. Esa fantasía, ese deseo, porque la gente necesitaba huir hacia algo que les diera un ratito de felicidad y de libertad, que les iluminara un poco. Un poquito de lentejuelas y de purpurina obraba el milagro, aunque luego la realidad fuera en blanco y negro permanente, pero el color lo ponía el espacio y la imaginación de la gente. En ese sentido, el ambiente y los personajes se presta mucho a novelar, a hacer una película. igual con esto se puede hacer hasta una serie e ir retratando la vida de cada uno.

¿Cuáles son tus personajes favoritos del Saturno?

Me conmueven especialmente varios. Uno es Paquito, el que se encarga del atrezo, de las pelucas y la ropa, que cuida a las niñas y que por supuesto es gay. Un gay de aquella época súper perseguido y maltratado, que es el único hombre que ellas tienen y el único que las defiende cuando se ponen moscones los clientes y quieren abusar de ellas y él se da de hostias con el que haga falta. Luego hay otro personaje, el de Mundo obrero, que supuestamente podría ser de la Roca o de la Seat, que va con su mujer el domingo al cabaret para que se sienta bien tratada y la hablen de usted, aunque en el fondo es ella la que le está siguiendo la corriente a él para que él se sienta importante. Otro tercer personaje es Rita Delirio, una cabaretera que trabaja en la clandestinidad con un sindicalista haciendo los panfletos llamando la huelga durante el 1 de mayo, con lo que ella, amparada en ese submundo del cabaret, se juega la vida y es activista clandestina. Me conmueve mucho porque dice su canción "Rita Delirio, la más caliente, la más morbosa, lleva dentro la más valiente".

Es un no parar de personajes, porque también está por ahí La cupletera.

Hombreee (risas). La cupletera, mujer de bandera que es dueña de su cuerpo y de su vida y encima tiene al comisario comiendo de su mano. ¿Qué más lujo que dominar a un comisario de la época? 

No faltan tampoco los cócteles, porque las canciones están regadas de mojitos, daiquiris y bloody marys.

Incluso llamo Bloody Mary a una mujer super enigmática, bellísima y silenciosa que todos los días va a beberse su Dry Martini. Y están los daiquiris y mojitos venidos de Cuba huyendo de Batista. La nomenclatura de la coctelería da mucho juego aquí (risas).

Tiene todo un punto canalla, como corresponde a un cabaret. ¿Dejas salir esa faceta tuya aquí más que otras veces)

Bueno (risas). Todos los artistas de la canción, tanto melódicos como líricos o cantautores, siempre tenemos un punto canalla porque hemos vivido mucho la noche. Más que nada como un premio porque no basta con el aplauso y después del aplauso hay que seguir por ahí celebrando que uno se ha escapado de la rueda productiva y vive de una fantasía. Es tan fabuloso vivir de hacer arte en escena que esto nos pasa a todos, también a los teatreros. La noche es el premio que está más allá del aplauso.

Ahora que se habla tanto de libertad, no hay mayor libertad que esa. Y que el aplauso dure hasta que se acuesta el artista.

Al día siguiente tienes un clavo increíble (risas), pero has celebrado la buena fortuna de tu elección. Porque elegiste dedicarte a esto y te salió bien. No siempre sale bien, porque hay otro personaje, por cierto, El bien peinao, el cantante de la orquesta, que es mi alter ego, soy yo mismo, que jugó sus cartas para ser la estrella de la radio pero por unos amoríos desafortunados le parten un par de huesos y encima le cercenan su caminito a la gloria. Él es como el periscopio de la sala, el cantante que cuenta las historias de todos los que pasan por allí. Es Ruibal, pero en realidad yo soy un personaje más de los que pasan por ese cabaret, y así me gustaría también que el oyente lo percibiera.

La película acaba con una redada porque es así como tiene que acabar una buena noche. A ritmo de rocanrol, además.

¡Sí! Hay boogie-woogie y a ritmo de rocanrol entra la policía, llamada por el comisario, que sospecha que hay algo ahí debajo. Efectivamente lo había, con gente de actividad clandestina. Y es una redada de la que no salen todos por igual, pues unos salen esposados y otros salen protegidos por la ley.

"¿Si nos cierran el Saturno, quién nos quitará las penas? Pues nos mudamos al Molino", cantas. Si nos cierran un espacio de libertad, nos montamos otro.

Es que la libertad es inalienable. Y, como suele decirse, uno no puede ceder a no tenerla, tienes que buscarla como sea. Por eso, se me ocurrió que en aquellos años de tanta represión el cabaret podía ser un lugar de libertad y podían suceder estas cosas. Además, un cabaret que se precie tiene que tener de vez en cuando una redada, porque de lo contrario, ¿qué cabaret es ese donde nunca pasa nada? (risas).

El Saturno cierra al ritmo apresurado del rocanrol policial, pero en él hay mucho más. Hay mambo, cuplé, tango, pasodoble, salsa... ¿cabe todo?

Las músicas del disco son las propias que sonarían en ese momento en la época. Yo siempre he tratado de juntar musicalmente Roma con Santiago y a ver qué sale. Flamenco con el flamenco o la música magrebí... Esta era la excusa perfecta para hacer un bolero, un pasodoble, un cuplé, un rockabilly, una zambra... porque los personajes lo pedían. Así que también me he dado el gusto de hacer una paleta de colores sonoros que me complace mucho. 

Decías que en este disco eres tú, pero no eres tú porque eres un personaje más. Un engaño que no se puede mantener cuando empieces a presentarlo en vivo porque ahí ya estás tú.

Claro, porque uno tiene la cara que tiene (risas). Decía un amigo que a ciertas alturas de la vida uno tiene la cara que se ha ganado a pulso. Así que ahí no hay trampa ni cartón.

El estreno en directo es el 17 de enero en el Teatro Circo Price de Madrid dentro de la programación de Inverfest.

Eso es. Y tengo la suerte de que tengo unos amigos artistas maravillosos y generosos que se apuntan al cabaret y voy a cantar con Joan Manuel Serrat, Miguel Ríos y Miguel Poveda. Ese es uno de los grandes regalos que la vida te da y en esta ocasión la guinda del pastel.

A Joan Manuel además le sacas del retiro.

Efectivamente. Le decía el otro día que no le vamos a dejar nunca retirarse, porque también ha cantado hace poco con Rozalén. Él creía que se iba a ir fácilmente (risas). Es que creo que como no cante de vez en cuando va a terminar trepando por las paredes, porque el que tiene un oficio tan bonito y ha estado tantos años recibiendo tanto afecto del público se puede poner malito de falta de cariño. Yo le he dicho 'tú aprende de Miguel Ríos, que él no se retira, sino que se aparta unos metros y siempre vuelve'.

¿Qué va a poder ver la gente en este Saturno Cabaret en vivo?

Me gasto un dineral (risas). Esto no hay quien termine de pagarlo. Pero he tirado la casa por la ventana. Llevamos escenografía de Ras, que son unos artesanos de la escena de Cádiz con los que ya he trabajado varias veces. Los bailarines son mi hija Lucía Ruibal y David Nieto. Hay animación visual y una banda de ocho músicos que me acompañan. La verdad es que estamos muy contentos. Y en cuanto a dramaturgia estoy, además, supervisado por Bernardo Pérez y Juan Echanove.

¿Y después del estreno en Madrid?

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De momento está esa fecha y luego el 15 de marzo en Cádiz. Las demás fechas se están viendo y ya se anunciarán.

¿Qué sería un éxito para Javier Ruibal con este Saturno Cabaret?

Que los oyentes traten de imaginarse cómo era aquello, que se diviertan escuchando el disco y se lo bailen. Que se lo recomienden a todo el mundo y que, si lo quieren tener firmado, lo pidan en www.losuyo.es, que es mi todo, mi editorial, mi discográfica, mi oficina. Desde ahí lo enviamos gustosamente firmado. 

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