"No nos toman en serio ni la profesión ni la industria": el periodismo musical se rebela contra la precariedad

Aunque escuchamos más música que nunca y los conciertos se llenan más que nunca, el periodismo musical sigue perdiendo espacio en los grandes medios generalistas mientras los especializados luchan por mantenerse a flote (los lectores están ahí y no son pocos, pero a la publicidad pocos la conocen de verdad). Que si el lector no quiere leer crónicas de conciertos, que si han desaparecido las críticas de discos, que si todas las entrevistas son iguales. Con el periodismo en general en crisis desde ya ni se sabe, es el musical el que se lleva todos los palos y se alimenta de migajas, debatiéndose entre la supervivencia o la muerte. La vida pop era esto.
Debate es, precisamente, lo que promueve la PAM (Periodistas Asociados de Música), asociación con una década de vida, que cada año entrega el Premio Ruido, y que este lunes organiza el I Congreso de la Prensa Musical con la vocación de crear un espacio de diálogo y construcción colectiva que congrega a gran parte de los medios musicales españoles, así como a responsables de las secciones culturales de los principales medios generalistas. Un cónclave para poner al sector frente al espejo y que quiere poner en valor el trabajo bien hecho y reivindicar la calidad de la profesión.
Mirando al futuro con optimismo, siendo constructivos, la agenda de asuntos a tratar da para mucho más de un día: Modelos de supervivencia, precariedad y profesionalización, la inversión publicitaria y su desinterés por los medios especializados, buenas prácticas, saturación promocional, de las suscripciones al micromecenazgo, el reto de la adaptación para sobrevivir. ¿Hay vida más allá de Madrid o Barcelona? Esta pregunta también es buena y de esto también se va a hablar.
"Los periodistas musicales llevamos muchos años de padecimiento", resume a infoLibre Manuel Pinazo, director de la revista digital Muzikalia, con 25 años de vida ya a sus espaldas, y presidente de la PAM. "La crisis que estamos viviendo está cronificada quizás desde antes de la crisis de 2008, y cada vez va todo a peor. En los últimos años, a raíz de la pandemia, se han empezado a ver las costuras de manera muy preocupante", continúa.
Y desarrolla: "Los medios especializados grandes subsisten con publicidad y cuando se cortó el grifo de la música en directo en la pandemia cayeron algunos. Los medios pequeños o medianos tienen siempre una financiación irrisoria, y aunque muchos de ellos tienen una buena reputación y contenidos de mucha calidad, no tienen el impacto que merecen ni el apoyo de los grandes de la industria musical, que podrían mantenerlos con una inversión muy pequeñita. Subsisten por el entusiasmo de quienes los llevamos, que ante todo somos fans de la música, y por ilusión te pones a editar una revista antes de entrar a trabajar o al llegar a casa a las tantas, quitándote horas de muchas cosas, pero porque te llena".
El problema de los periodistas musicales es que nos gusta la música, y estamos a veces dispuestos a hacer cosas por un dinero que en otra profesión no se aceptaría
"A los periodistas musicales se nos toma como la parte menos seria de la profesión periodística, y también la parte más débil de la industria de la música", tercia la también integrante de la Junta de la PAM y periodista musical freelance Laura Pardo. "Se ha visto que cuando se han juntado otros colectivos han conseguido mejoras, pero el problema de los periodistas musicales es que nos gusta la música, y estamos a veces dispuestos a hacer cosas por un dinero que en otra profesión no se aceptaría. Tenemos que empezar a dignificar la profesión, intentar que la gente que se quiere dedicar al periodismo musical no tenga que subsistir con siete trabajos más y haciendo chapucillas. Hay muchas cosas que subsisten por voluntarismo, porque nos gusta la música, no porque nos dé de comer", plantea.
Este congreso es también un acto de reivindicación de un oficio centenario, de un tiempo a esta parte devaluado y que trata de adaptarse al siglo XXI sin perder su esencia en un camino en el que los anunciantes y la propia industria, en su enésimo desdén, se fijan más en figuras como los influencers que en el 'viejo' periodista musical. "Los influencers, en un muy alto porcentaje, son unos paquetes y hacen unos contenidos malísimos, lo que pasa es que tienen una base muy sólida de seguidores y eso tiene impacto. Lo triste es tener que hacer ver a las marcas que la inversión deberían hacerla en los medios que lee la gente que va a sus eventos y sus festivales, y no en esos influencers", argumenta Pinazo.
Hay cierto tipo de gente joven a la que también le interesa tener una visión crítica o un análisis más crítico
En este contexto, en el que el influencer de turno dice dos obviedades y se lleva la pasta, se revela como esencial la propia crítica musical en sí misma. Un género en desuso, desbancado por la promoción pura y dura y plana, a pesar de que en esa visión crítica es donde en esencia reside la independencia y el valor del periodista y, por extensión, del medio donde firma. "A nosotros las críticas nos funcionan súper bien, mejor que antes. No digo que lo más leído, pero sí que se lee el triple que al principio. Y puede ser justamente porque la crítica ha desaparecido de un montón de medios musicales. Digo esto pensando principalmente en medios generalistas, donde medios que antes publicaban críticas ya no lo hacen", indica el director de Jenesaispop y miembro de la Junta de la PAM, Sebas E. Alonso. "El periodismo musical tiene que ofrecer una visión crítica, más precisamente en este momento de saturación musical absoluta. Puede que no sea una cosa masiva que sea atractiva para las masas, pero si para vender entradas de conciertos, festivales o vinilos, es decir, para llegar al público más especializado. Además, hay cierto tipo de gente joven a la que también le interesa tener una visión crítica o un análisis más crítico", apostilla a infoLibre.
El espacio de la música en las secciones de cultura de los medios generalistas va menguando y menguando. Antes te encontrabas los viernes cuatro o cinco reseñas de discos, crónicas de conciertos...
En la misma dirección señala Pinazo, para quien "por desgracia" cada vez quedan menos medios que hagan crítica musical. "Nosotros no renunciamos a la reseña, en Muzikalia hay una al día. Mucha gente dirá que eso no se lee, pero nosotros somos una revista mediana y tenemos 250.000 usuarios únicos al mes. Y hay reseñas que tienen mogollón de lecturas, unas más que otras, pero de repente igual alguna semana pasa una cosa súper marciana y 9.000 personas la reseña de Godspeed You! Black Emperor, un grupo de post-rock súper raro. Y la de Zahara luego la leen menos", destaca, todavía reflexionando un poquito más: "El espacio de la música en las secciones de cultura de los medios generalistas va menguando y menguando. Antes te encontrabas los viernes cuatro o cinco reseñas de discos, crónicas de conciertos... En Muzikalia hay cosas que sabemos que se leen menos, pero estamos apostando, sembrando y apoyando también a músicos que necesitan visibilidad para hacer cierta escena local".
Si se pierde la crítica, que es la que aporta singularidad y profundidad (también la crónica, es verdad), luego pasa lo que con buen tino remarca Pardo: "Probablemente gran parte del sector piense que ya no nos necesita porque están las redes para hacerse su autopromoción". ¿Para qué invertir en publicidad para difundir unos contenidos que puede compartir por sí mismo en redes sociales el artista, la discográfica o la promotora? "Tenemos que hacer más reportajes de fondo, no dar simplemente noticias de actualidad", propone la periodista. como una de las vías para que la situación pueda ir a mejor.
Sin saber hacerlo, con el periodismo musical se van a quedar los influencers, que van a funcionar como funcionan, recomendando cosas a cambio de dinero o productos
"La industria de la música está dando muchísimo dinero. Si gran parte del trabajo del periodista en un medio es dar publicidad y cubrir esos festivales, ¿por qué no puede recibir una parte? No como una payola, por supuesto, sino actuando con criterio e independencia", plantea Pardo. "Sin saber hacerlo, con el periodismo musical se van a quedar los influencers, que van a funcionar como funcionan, recomendando cosas a cambio de dinero o productos, pero sin formación ni conocimiento. Los periodistas musicales, al ser a la vez tan fans, hemos acumulado mucho conocimiento extraoficialmente, por así decirlo, y tienes un bagaje que alguien que lo haga solo por dinero no lo va a tener. Somos muy importantes, damos credibilidad porque tenemos conocimiento. El problema que he visto siempre es ser demasiado fans, estar dispuestos a poner trabajo gratis porque nos gusta la música. Eso a un albañil se lo pides y ya sabes lo que te dice", razona.
En este contexto, la precariedad es la palabra que de manera más transversal atraviesa a la prensa musical. Haberla hayla, vaya. Pero partiendo de ese reconocimiento, la intención es trascenderla para ver qué hay más allá. "Incluso un medio que va medianamente bien como Jenesaispop, somos tres personas trabajando, pero deberíamos ser cinco para hacer un trabajo bueno de verdad", admite Alonso, antes de lanzar un mensaje más optimista de cara al futuro a través de la búsqueda por una vez conjunta de soluciones. "Espero que salgamos del discurso victimista de qué mal está todo, de la precariedad y de que somos el sector más vulnerable de la industria musical. Que lo somos, peor que los artistas", indica.
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Y habla de nuevo Pardo: "Es guay trabajar en algo que te gusta, pero no puede ser gratis, hay que poder vivir de ello. Los más mayores han vivido una época muy buena, había más dinero y se trataba mejor por lo menos a ciertos periodistas. Nosotros somos los primeros que nos tenemos que creer que esto es un trabajo, pero para eso hay que ir juntos, para que si tu dices que 'no', el de al lado no diga que 'sí'. Va a costar un tiempo porque hemos acostumbrado mal a la industria con cosas como 'a este le ofreces el viaje al festival y te lo publica todo'. Ya, pero yo no como del viaje. Hace falta educación al resto de la industria o a quien nos tenga que pagar, porque lo nuestro es igual de importante que el resto".
Coincidiendo con todo lo anterior, termina Pinazo proponiendo, que es de lo que se trata todo esto, por ejemplo, que los medios más pequeños se puedan "unir y montar una central conjunta donde las marcas puedan ofrecer una campaña que les llegue a todos a repartir". "O contratar entre varios medios a cierta productora cuando venga un artista de promo para hacer unos vídeos guays que se paguen entre todos y se puedan usar en sus redes", plantea, antes de terinar: "Se trata también de que los medios pequeños o medianos vayan teniendo oportunidades, incluso llegar a instituciones y encontrar algún tipo de ayuda para mantener una estructura mínima. Porque si un medio tiene que deslomarse para sacar todas las novedades y no encuentra un rédito económico de eso, ¿qué sentido tiene que hagamos este curro?"
De todo esto se habla este lunes en la sede de AIE (Sociedad de Artistas Intérpretes o Ejecutantes de España), entidad que patrocina este congreso, que también cuenta con la colaboración de la Fundación SGAE, así como con la participación de multitud de periodistas musicales de varias generaciones como Diego A. Manrique, Julio Ruíz, Sara Morales, Arturo Paniagua, Santi Carrillo, Jordi Bianciotto, Marta España o Patricia Godes. La cuestión es que no pare la música y que siempre haya alguien para contarla.