Viva Belgrado: "Hicimos 55 conciertos en 2024 pero no podemos vivir de la música ni optar al paro”

Los caminos de la música verdaderamente independiente son inescrutables. De Córdoba a llenar salas en Tokio. Llevan en la carretera desde finales de 2011 y a día de hoy, Viva Belgrado puede sacar pecho porque no debe su éxito a una gran multinacional, sino a la autogestión. En los tiempos que corren, no es poco. Encajan en eso que se denomina 'do it yourself', y por no tener, no tienen ni a una persona que se encargue de la comunicación, a pesar de lo cual su Cancionero de los cielos se ha colado como uno de los mejores discos en las listas de 2024 de medios generalistas y especializados. infoLibre habla con Cándido Gálvez, cantante y guitarrista, del papel de la música como altavoz de precariedades y hasta de planes de pensiones justo antes de que este viernes llenen con casi 2.000 personas la emblemática sala madrileña La Riviera.
Ha pasado un año desde que salió Cancionero de los cielos. ¿Qué tal todo?
Ha sido un año muy positivo y el de mayor crecimiento del grupo, tanto a nivel de venta de discos como de asistencia de público a los conciertos y de atención mediática.
La asistencia a los conciertos y la atención mediática se nota pero, ¿y la venta de discos?
Por dar datos, hicimos una primera edición de 2.000 copias y luego una segunda de otras 1.000. La primera ya voló y ahora seguimos vendiendo la segunda, lo cual son muchas copias para una banda independiente, autogestionada. Porque, además, son exclusivamente copias físicas en vinilo, sin contar CDs y digital.
La atención mediática se nota, decía, porque Cancionero de los cielos es uno de los mejores discos de 2024 para numerosas publicaciones musicales especializadas y algunos medios generalistas...
Eso siempre hace ilusión, aunque al final nosotros tampoco hacemos música para aparecer en estas listas. Pero, claro, está guay que todo el trabajo que haces se traduzca en atención por parte de los medios, que por otro lado no tienen ninguna necesidad de prestar atención a Viva Belgrado. Me gusta mucho hacer hincapié en que somos una banda que se ha editado su disco con su propio sello y no tenemos gente detrás nuestra que pueda empujar. No tenemos ni siquiera una persona propia de comunicación. Por eso, creo que tiene mucho mérito que los medios se hayan fijado en el disco.
Siempre hay otra forma de hacer las cosas, no todo va por el mismo camino, en un momento en el que todo tipo de artistas llenan el WiZink a diario como si no costara y parece que ese es el éxito al que tienen que aspirar todos los músicos. ¿Hay otros tipos de éxito y de estar en la música?
Totalmente. Parece que ha habido un boom de la música en directo, es algo que comento con muchas bandas amigas. No sé si ya antes de la pandemia estaba en ello o ha sido después, pero por ejemplo que Viva Belgrado toque en La Riviera madrileña —con aforo para 2.000 personas— es para nosotros un hito mayúsculo. El otro día leía una entrevista en la que Iván Ferreiro recordaba que ellos con Los Piratas no llenaban La Riviera, a pesar de ser un grupo que sonaba a diario en Los 40 y que tiene himnos generacionales de nuestro país, y que ahora en solitario él la llena dos veces. Creo que ha habido un boom muy grande y que nosotros vamos en la ola.
También es verdad que Cancionero de los cielos es un disco más melódico, más accesible para llegar a un público más amplio. ¿Os ha ayudado para ampliar seguidores haber salido del nicho más post-hardcore?
No hay una forma exacta de medirlo y de decir 'hemos hecho esta canción con estrofa y estribillo ahora nos sigue x gente más'. Pero sí hemos notado que al hacer un trabajo de promoción más potente, sacando cuatro singles más melódicos nos han pasado cosas que nunca nos habían pasado. Cosas como sonar en Radio 3 y más atención de la prensa en general. Sí que hay un punto que con Viva Belgrado antes era difícil que pasara, porque la letra era muy verborreica con mucho grito, y no se prestaba a que la gente cantara en los conciertos (risas). Ahora en los directos nos impresiona que la gente sepa las canciones nuevas, no las viejas de hace diez años, y las cantan y hay momentos muy chulos con todo el público cantando que antes no habíamos tenido oportunidad de vivir.
¿La gente las canta en Córdoba y en Tokio? Porque es muy interesante que una banda autogestionada como Viva Belgrado esté tocando tan lejos de España. Habéis estado en Japón, en América y en muchos países europeos. ¿Eso se puede hacer desde la independencia?
Se puede hacer con mucho empeño (risas). Y también porque nosotros tenemos la suerte de poder aprovechar un circuito de estos géneros punk, hardcore y emo vinculados al DIY —do it yourself— que, aunque es un poco endogámico, al final sí que cuando una banda de colegas nuestros de Madrid o de donde sea que hace un estilo parecido toca en Alemania lo hace donde nosotros tocamos, y lo mismo con Italia o Japón. Es algo que quizás no es tan accesible a un grupo de indie-pop, pero nosotros hemos tenido la gran suerte de poder aprovechar. Así que sí se puede. Evidentemente, no con las expectativas económicas que tenemos en España y en algunas ciudades de Latinoamérica, pero sí. Nosotros lo orientamos como 'viajes capricho', por así decirlo, para desconectar un poco, viajar a nuevos lugares, aprovechar para probar canciones nuevas en salas diferentes... airearte un poco del circuito en el que solemos tocar.
Cuéntanos cómo es tocar en Japón sin apoyo de discográfica ni, en definitiva, de nadie. ¿Eso cómo se afronta y cómo sienta?
Es importante que haya un trabajo previo. Si tus discos se han editado allí, si tienes vínculos con un sello que edita y distribuye tu música ya hay cierto seguimiento. Nosotros hemos tenido la suerte de tener un sello en Japón que edita nuestros discos en CD desde 2013 y, claro, cuando vamos no es que sea algo multitudinario, pero sabes que entre 150 y 200 personas van a un concierto de Viva Belgrado en Tokio. Luego si salimos de Tokio igual ya se queda en cincuenta.
Que es todo un logro también, porque eso pasa igualmente en España, donde si te sales de Madrid, Barcelona o Bilbao hay muchas ciudades en las que igual van cien personas a ver a artistas ya de larga trayectoria...
Claro. Incluso nosotros a día de hoy si tocamos en Cáceres el rango es entre 150 y 200 personas, mientras que si vas a Madrid, son muchas más.
¿De alguna manera seguís la estela de bandas como Berri Txarrak o Toundra, que también apostaban mucho por tocar lejos de España? ¿Es importante mantener ese espíritu aventurero en todo lo relacionado con la creación y la cultura?
Total. Berri Txarrak y también Standstill son las bandas que a mí me hicieron querer tocar siendo adolescente. Tienen además ambas un documental en el que enseñan cómo giraban. Recuerdo una frase de Gorka Urbizu —cantante y guitarrista de Berri Txarrak, ahora en solitario— en la que decía algo así como 'yo quiero sentir que soy músico y estar un martes en Múnich y un jueves en Tokio'. Eso lo tengo grabado en el cerebro y lo he hecho muy mío, por lo que es justo lo que yo he querido hacer: sentir que descubro países a través de la música.
¿Este recorrido os ha llevado también a montar vuestro propio sello, Fueled by Salmorejo?
Tomamos la decisión de dejar Aloud Music porque ya no tenía el tiempo y los recursos que Viva Belgrado exigía. Hablamos con varios sellos, pero queríamos probar a hacerlo nosotros porque sentíamos que teníamos los conocimientos y las ganas. También porque intentamos pensar a largo plazo y de cara al futuro nos parecía muy interesante tener esa estructura ya montada. Para, por ejemplo, si dentro de siete años el grupo tiene que parar porque alguno es padre. Tener nuestro sello nos permite tener una estructura para editar a otros grupos, montar conciertos o hacer management. Es un poco de arrebato de responsabilidad, como una especie de plan de pensiones.
Un plan de pensiones bien chulo...
No sé si tan rentable como otros (risas).
A pesar de ser uno de los discos del año para la prensa musical y de haber tocado por todo el mundo, no vivís de la música. ¿Es un empeño tan titánico como parece? Porque los grupos tocan sobre todo los fines de semana y hay que trabajar el resto de días...
Notamos mucho eso. En diciembre descansamos, entre comillas, los fines de semana, porque claro, seguíamos trabajando entre semana. La vida normal, de nuevo entre comillas, es muy golosa (risas). La echábamos en falta. No quiero sonar dramático, pero sí que lo notamos y, de hecho, este año vamos a intentar tomárnoslo con un poco más de calma y tocar un fin de semana sí y otro no o algo así. Y aunque seguimos con la idea de fondo de en algún momento poder dejar los trabajos, las expectativas económicas que uno tiene con 30 años no son las que tenía con 25, de manera que lo haremos un poco a caballo.
¿Se puede entonces llenar La Riviera siendo un grupo que no vive de la música?
Totalmente, eso pasa. Nosotros somos un claro ejemplo de ello, al menos de momento, y estoy seguro de que no somos los únicos. Eso sí, cuando tenga el más mínimo atisbo de que pueda dejar el curro, lo haré.
¿Qué nos dice eso de la profesión de músico en España? Hay tantas bandas haciendo kilómetros y kilómetros por pura vocación... Y al ver a los grupos en el escenario, el público siempre piensa que os va súper bien.
Cuando los músicos consiguen vivir de la música no son ricos, sino currantes como cualquiera y con un sueldo normal para pagar su hipoteca y vivir mes a mes. A mí me parece cuando menos paradójico que nosotros, que hicimos 55 conciertos en 2024, hemos recibido bastante atención y el disco ha funcionado muy bien, no ya que no podamos vivir íntegramente de la música, sino que no podamos ni siquiera optar a la prestación por desempleo. Hay muchas cosas que revisar, por ejemplo en el tema de ayudas. No sé por qué los músicos no somos capaces de organizarnos y luchar por estas cosas, pero no estamos tampoco pidiendo nada raro. Estamos en mucha desventaja con nuestros compañeros en Francia, Alemania, Suecia, Noruega... y lo vemos constantemente porque estamos en contacto con bandas de estos países.
¿Lo de los 55 conciertos por qué es?
Actualmente en España hay que tener 60 conciertos cotizados para poder pedir la prestación por desempleo. Entiendo que esto está pensado para gente que toca en orquestas en verano y se pega la paliza de tocar entre mayo y octubre en orquestas, pero esa no es la figura de músico que existe actualmente aquí, por lo que hay una parte de los músicos que están desatendidos.
"Con ceros en la cuenta se vive mejor", pero es que los músicos solo están pendientes de escribir otra canción, como bien cantáis. Ese es el peligro de la vocación, y la música es muy vocacional...
Al final es una ocupación muy vocacional. Por eso nos pueden las emociones antes que la organización y la empresa.
¿Os tomáis demasiado en serio la música? Lo digo pensando en la intensidad emocional de vuestras canciones. "Es solo una crisis de fe", cantáis también.
Somos muy intensos tanto lírica como instrumentalmente y en la forma en la que nos comunicamos con el público. Somos consciente de ello, también porque venimos de hacer un ejercicio estético muy vinculado al emo, al hardcore, al post-hardcore... No sé si es una reflexión mía pero mi sensación es que en España siempre funciona mejor un discurso más vinculado a la parodia o a la ironía. Ahora en Madrid hay un montón de bandas, que me encantan, haciendo este tipo de ejercicio. En la tradición española está ese discurso más vinculado de alguna forma a lo divertido, lo esperpéntico, lo paródico y más irónico, y quizás lo que hace Viva Belgrado, ni mejor ni peor, es diferente. A nivel anglosajón sí que hay una cultura y un circuito muy vinculado a lo que nosotros hemos querido hacer y que aquí no existe. O si existe es tan minoritario que es difícil darle encaje.
¿Lo estáis creando vosotros?
Lo estaríamos creando si detrás nuestra viniera una estela de bandas, o incluso de repente una única banda que haciendo algo parecido a Viva Belgrado nos superara. Pero eso tampoco ocurre y seguimos estando más o menos solos.
Por eso ¿conectáis de manera tan fuerte con vuestro público? Es otra manera, tener menos gente, pero extremadamente fiel, que comparta el discurso y la manera de hacer las cosas. Viendo los discos del año que comentábamos, a lo mejor no estáis tan solos, porque hay varios con mensaje social y político de queja y denuncia, como pueden hacer por ejemplo Biznaga.
Sí, sí, de hecho nos sentimos muy cercanos a Biznaga y también a Bala, porque son bandas que vienen muy del underground y hacen un ejercicio estético duro muy de guitarras y que están también moviendo unos niveles de público y generando una repercusión súper grande. En ese sentido sí que nos sentimos cerca de estas dos bandas, creo que estamos en posiciones parecidas.
¿Hay más gente ahora que está cogiendo guitarras y diciendo cosas importantes? Igual hay un nexo ahí.
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A mí me parece importante tener ese altavoz que la banda te da y que te genera una cierta responsabilidad para hablar de cosas importantes. Y también pienso que el rock, del que siempre se dice que ha muerto, es una forma muy sencilla de comunicar que funciona muy bien. Cualquier chaval o chavala con una guitarra eléctrica con tres acordes de quintas es algo muy sencillo y muy estético y tiene mucha fuerza. Lo que se crea en una sala con la distorsión, el volumen y el sudor tiene tanta fuerza que no lo veo muriendo en ningún momento cercano.
¿Cuáles son los planes para este año?
Ahora tenemos Madrid. Seguiremos haciendo salas durante la primavera y después en verano algunos festivales. Luego queremos hacer una especie de fin de gira de un par de semanas por todo el Estado y entrar a grabar disco nuevo.