Cultura

¿Qué pintas en mi libro?

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Es casi un lugar común afirmar que, en los museos del mundo, cuelgan muchas mujeres, pero muy pocas mujeres cuelgan… su obra. Una carencia que subsanan poco a poco. “Los museos son, por definición, organismos conservadores. Y más aún los museos históricos, como nuestro Prado. Es normal que les cueste mucho revisar su relato, cambiar las autorías, etc. Trabajan siempre con cautela y con argumentos científicos, y así es como debe ser, por otra parte —dice Ángeles Caso—. Además, claro, los conservadores e historiadores nos hemos formado en un relato totalmente androcéntrico, y eso cuesta mucho deconstruirlo. Pero ya se está haciendo en todo el mundo occidental, y es algo imparable”.

Caso tiene parte de responsabilidad en este cambio de tendencia, suyas son tres obras: Ellas mismas, Grandes maestras y Ellas mismas, Grandes maestrasPintoras Pintoras(infantil) de las que se han vendido más de 15.000 ejemplares. “Y eso que son libros caros, que somos una editorial diminuta y que no tenemos distribuidora…” A pesar de que años antes había publicado con un gran grupo, Planeta, Las olvidadas. Una historia de mujeres creadoras, para lanzar esos trabajos tuvo que crear una editorial, Libros de la Letra Azul. “Desde entonces he sido muy consciente de que es un tema que interesa muchísimo. He recorrido media España dando conferencias sobre lo que yo llamo ‘la genealogía cultural femenina’ y sé bien con qué ansia las mujeres estamos deseosas de reconstruir nuestro árbol genealógico. También he visto cómo cada vez más hombres se han ido uniendo a estos descubrimientos. Así que confieso que sí, que estoy satisfecha por lo que he podido aportar a ese respecto”.

Su experiencia, sumada a otras, podría llevarnos a la conclusión de que, en esta reivindicación, el mundo editorial va por delante del mundo de la pintura. Una afirmación que Manuel Jesús Roldán, autor reciente de Historia del arte con nombre de mujer, matiza. “El mundo editorial del libro de ‘consumo rápido’ es avanzadilla en muchos aspectos porque responde al mercado y responde las demandas de la sociedad del momento. El buen editor sabe incluso adelantarse a esas demandas, o incluso crearlas… Con las mujeres artistas es obvio que comienza a existir una cierta demanda social, ojalá no se confunda con una moda, pero también responde a la injusticia de un silencio de siglos”.

Cosa distinta es el mundo editorial académico, incluso el de la didáctica docente, mucho más inmovilista y de más lenta reacción. “La comparación es fácil: mientras que ya aparecen en el mercado editorial un buen número de títulos dedicados a mujeres artistas o a una perspectiva amplia sobre la presencia histórica de la mujer en la artes, en los libros de Bachillerato o en los programas de estudio universitario apenas llega algún nombre a la tradicional lista de hombres”.

Haberlas, haylas

Carmen Santamaría, periodista y escritora, acaba de publicar Último viernes de octubre, novela en la que las pintoras son referencias auténticas o históricas dentro de una trama ficticia. “¿Por qué me interesan? La idea inicial, al diseñar los capítulos de la novela, era mencionar a las pintoras del siglo XX, quizás movida por mi admiración a Maruja Mallo. Cuando estaba buscando datos sobre ella y sobre las pintoras de su tiempo, me sorprendió (y molestó) la escasez de textos, de información disponible sobre la actividad artística de las mujeres en esas décadas y a lo largo de todo el siglo. Encontré alguna biografía, algún catálogo, un tratado de arte femenino.”

Santamaría se proclama amante de la pintura, pero confiesa que sus conocimientos son de aficionada. Así que se puso a investigar, y fue descubriendo a una serie de artistas cuyos cuadros le parecieron bellos, originales, distintos, innovadores. “Supe también de sus peripecias vitales, sus relaciones con los pintores masculinos, sus dificultades para exponer, para pintar incluso. Entonces decidí compartir lo que iba descubriendo.” De este modo entraron las pintoras de lleno en la novela. “No quise limitarme a mencionar sus nombres y sus títulos. Debía contar que trabajaron duro, que fueron pioneras y que sus cuadros siguen existiendo”. Porque, afirma, la literatura “puede ser un primer instrumento para acometer la tarea de recuperación de esos personajes olvidados, muchísimos de los cuales son mujeres”.

Lo contamos en un reportaje anterior, no es infrecuente que la ficción venga al rescate de la historia, donde comparecía Baltasar Magro, cuya última protagonista es María Blanchard. “Una novela —continúa Santamaría— es el umbral para adentrarse en la exploración de esos personajes, pero luego hay que dar un paso más: necesitamos biografías completas, estudios sobre sus obras, la reedición de sus poemas o que sus cuadros se cuelguen en los museos o en las salas de exposiciones.”

Trabajo de equipo

Ni que decir tiene que la avanzadilla en esta lucha han sido las perjudicadas por el statu quo, las mujeres. Pero Caso no cree justo atribuirles a ellas todo el méritostatu quo, . “Es verdad que somos más, pero para hacer mis libros he estado en contacto con museos y universidades de medio mundo, y me he encontrado a muchos historiadores hombres contribuyendo a este esfuerzo colectivo, muchos más de los que parece. Y también, lamentablemente, a unas cuantas mujeres que se niegan a revisar sus prejuicios. Como en el resto de las cosas de la vida, por otra parte.”

Me vuelvo hacia Roldán, y le pregunto si las reticencias que aún se observan entre algunos varones se deben a que incorporar a las mujeres postergadas obliga a recolocar a artistas que eran tenidos por “fijos” en los titulares de la historia del arte. No lo ve así. “En los libros de Historia del Arte no sobran hombres, faltan mujeres. No es una ecuación matemática ni la alineación de un equipo de fútbol. Entran todos, hombres y mujeres. Que la posible entrada de mujeres en esa ‘alineación’ sacara a hombres del equipo titular no sería más que una cuestión del gusto del historiador o del crítico del momento. De hecho, a lo largo de la historia ha habido siempre autores que han pasado por momentos de gran aceptación o momentos de olvido”. Cita a Murillo, que conoció tiempos de desprestigio; a Latour, que fue un desconocido; y Juan de Mesa, que cayó en el olvido frente a Martínez Montañés. “La inclusión de mujeres en los libros debe ir más allá de un simple ‘quitar y poner’, debe tratarse desde una perspectiva más amplia que contextualice su situación en los siglos pasados y que elimine esa visión ‘masculina’ del siglo XIX en el que se crearon los grandes museos (y por tanto el gusto artístico de lo que es y no es arte) y en el que se escribieron los grandes manuales de Historia del Arte que luego se han ido copiando, especialmente sus estructuras”.

Entonces, sigo preguntando, además de los nombres propios, ¿qué más cambia en la historia del arte cuando se incorpora a las mujeres preteridas? “Lucy Lippard sentenciaba ‘que el Arte no tiene género, pero los artistas sí’. La incorporación de mujeres permite una visión global, contextualizada, sin mutilaciones, justa, más completa”. Desde el punto de vista de la aportación estética no debe variar mucho: hombres y mujeres crearon en la mayoría de las ocasiones ajenos a su sexo, el condicionante social viene de fuera. “La frase ‘pinta como un hombre’ es una constante en la valoración histórica de las mujeres que pintaban en siglos pasados. Es decir, la consideración era la exterior, la obra de Luisa Roldán podría pasar por la de Pedro Roldán, la de Judith Leyster por la de Hals o la de Camille Claudel por la de Rodin. Hablamos de creaciones de mujeres parejas en calidad a la de los hombres. Cambiaría esa vista tan parcial que nos ha impedido ver a mujeres en un plano de igualdad con los hombres. Nada más y nada menos…”

Para terminar, y como aún es tiempo de regalos, pido a Santamaría y a Caso que me recomienden libros para leer a pintoras.

Carmen propone tres que le han ayudado a conocer nombres, datos, localización, ambientaciones, etc. sobre las pintoras españolas: Mujeres españolas en las artes plásticas. Pintura y escultura, Pintura y esculturade Pilar Muñoz; Obras de mujeres artistas en los Museos Españoles. Obras de mujeres artistas en los Museos EspañolesGuía de pintoras y escultoras 1500-1936, Guía de pintoras y escultoras 1500-1936de Vicent Ibiza i Osca; y Las olvidadas, de Ángeles Caso. “De Caso hay otro libro admirable, que obtuve más tarde: Ellas mismas. AutorretratosEllas mismas. Autorretratos”.

La aludida, por su parte, sugiere Leonora, de Elena Poniatowska, una novela sobre la pintora surrealista Leonora Carrington; ArtemisiaArtemisia, de Alexandra Lapierre, también novela, en este caso sobre la pintora barroca Artemisia Gentileschi; y un ensayo “que es ya todo un clásico”, Mujer, arte y sociedad, de Whitney Chadwick.

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