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Progreso y locura: la fascinación por Hildegart y Aurora

Cuenta la escritora Almudena Grandes que descubrió el caso de Hildegart —feminista y socialista asesinada por su madre, Aurora Rodríguez Carballeira, en 1933— allá por 1989, cuando leyó su historia clínica en El manuscrito encontrado en Ciempozuelos, del psiquiatra Guillermo Rendueles. La historia la acompañó hasta La madre de Frankenstein (Tusquets), su nueva novela, quinta entrega de la serie Episodios de una guerra interminable que barruntaba desde 2010, cuando inició la escritura de la saga. Y cuenta el escritor alemán Erich Hackl que a él le llegó la historia en 1977, a través del testimonio de Eduardo de Guzmán, periodista anarcosindicalista que siguió el caso y llegó a entrevistar a Aurora en la cárcel, plasmado en Aurora de sangre y reeditado con motivo del estreno de Mi hija Hildegart, película de Fernando Fernán Gómez. Él tardó solo diez años en abordar el caso literariamente: en 1987 publica Los motivos de Aurora, su debut en la novela, editado ahora por primera vez en España por la editorial Hoja de Lata.

No es nueva la fascinación por el personaje. A la nómina habría que añadir a Rafael Alberti, que le dedica un espacio en La arboleda perdida; a Fernando Arrabal, que llegó a estrenar La virgen roja en Nueva York; a Rosa Cal, investigadora que publicó en 1991 la primera biografía de Aurora, titulada A mí no me doblega nadie; a Carmen Domingo, que continuó con el estudio en Mi querida hija Hildegart, un volumen que prologó la misma Almudena Grandes... Y habría que sumar también, claro, al público. Al que ha acompañado con interés la historia durante años, al que ha ido a comprar La madre de Frankenstein desde el 4 de febrero —el libro está entre los más vendidos de cadenas como Casa del Libro— y de los que se asoman a Los motivos de Aurora, que lleva dos ediciones en dos semanas. ¿Por qué este caso de parricidio ha dejado huella en tantos? ¿Por qué sigue interesando a los lectores, mças de 85 años después?

En realidad, el embrujo empezó mucho antes del crimen. Hildegart era, en el momento de su muerte, la abogada más joven del país, había militado en el PSOE y abandonado luego la formación para pasar al Partido Republicano Democrático Federal, publicaba a menudo en prensa y había estudiado y publicado sobre sexología, control de la natalidad, eugenesia y marxismo. "La srta. Hildegart, muerta a tiros por su madre", publicaba el periódico ABC el 10 de junio de 1933. El juicio, celebrado un año después, fue también seguido con interés: "El dictamen del doctor Vallejo Nájera produce gran sensación en la sala", informaba el mismo periódico sobre el que era uno de los peritos de la Fiscalía y que sería luego uno de los ideólogos de las ideas sobre raza y eugenesia del nacionalcatolicismo. Porque el asesinato no formó parte solo de la crónica negra, sino también de la política. "Su juicio representó, además, un enfrentamiento entre las dos Españas", decía Almudena Grandes a este periódico, defendiendo que se exhibió a Aurora como el resultado de "la perversidad de las mujeres intelectuales". En la acusación, quienes consideraban que era dueña y responsable de sus actos; en su defensa, quienes aseguraban que el crimen era resultado de una enfermedad mental. 

"Uno empieza a interesarse en un caso sin saber muy bien por qué", dice Erich Hackl, que lleva unos días en la casa que conserva en Lavapiés. "Aparte del misterio del caso, me llamaba la atención el planteamiento de Hildegart, su educación, su participación política, y por qué justo la madre mata a la hija cuando esta está consiguiendo lo que la madre quería, esa mujer nueva". Hackl recorre en su novela desde la infancia de Aurora hasta el momento del asesinato de Hildegart, un territorio por el que caminaba casi a ciegas: entonces no se había publicado el estudio de Rosa Cal, que para el escritor, "como fuente de información no ha sido superado hasta hoy". Viajó entonces a España, en 1983, para consultar las hemerotecas, entrevistar a Eduardo de Guzmán y a uno de los psiquiatras que trabajaba en el manicomio femenino de Ciempozuelos cuando Aurora estuvo ingresada en él. Pero, sin el sumario del juicio ni el expediente penitenciario, y con los escritos de la condenada como fuente, Hackl avanzaba a tientas por algunos frentes. "Hay grandes partes inventadas o en las que la única parte testifical es la de la propia Aurora", dice, como excusándose. 

Almudena Grandes ha contado con esa información, pero se centra más bien en los últimos días de Aurora, su vida en el psiquiátrico, su evolución, de la que apenas quedaron registros, las posibles consecuencias de su enfermedad. Curiosamente, Guillermo Rendueles, protagonista en los agradecimientos de su novela, presentará el libro de Hackl en Gijón. Y ambos autores comparten también un cierto acercamiento desprejuiciado al personaje. Hackl quería "despatologizar el caso", y ve en esos motivos de Aurora "los efectos de un mundo en tensión, violento, con mucha represión" que la llevó poco a poco al desastre. De hecho, pidió quitar de la faja del libro una cita que describía a su protagonista como "monstruosa", algo de lo que también se queja Grandes: "Durante el franquismo, Aurora aparecía citada en los medios como el paradigma de lo que una mujer no tenía que ser, una mujer monstruosa, indeseable". Ella se esfuerza en disipar las leyendas que hablaban de que la mujer podría haberse fugado del manicomio —cuando murió en él en 1955— o su imagen como una madre violenta. 

¿Y por qué el caso de una mujer jovencísima, asesinada a los 18 años, y el de su madre, una criminal recluida durante décadas, llaman al público de 2020? Hackl aventura: "Primero, la situación de la mujer, que sigue vigente. Y luego la idea de un cambio radical, como defendían elas, algo que parece incluso más utópico que en los ochenta". Daniel Álvarez, uno de los editores de Hoja de Lata, sitúa también el éxito del libro en el "interés por la historia reciente de España". Porque ellos no hablan de sucesos, de crónica negra, sino de "historia de las mujeres de la República". "No se las conoce", dice, "cuando son muy significativas de las discusiones y las tensiones que podía haber entonces". Ahora, nuevos lectores se suman a la larga cadena de los fascinados por Hildegart y Aurora. Pero desde otra perspectiva. 

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