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Arte

Yoko Ono, redención a los 80

Apenas ha cambiado físicamente desde aquellos años sesenta en los que, en la cama con una de las más fulgurantes estrellas del firmamento pop, su reciente marido John Lennon, reivindicaba bajo las sábanas el fin de la Guerra de Vietnam. El pelo más corto, sí, la piel inevitablemente más ajada, pero la misma Yoko Ono, icono quizá involuntario pero fundamental de la modernidad, visitará esta semana Bilbao, ciudad que le tiene reservado un homenaje con motivo de su 80 aniversario, celebrado el año pasado. Y lo hará mostrando algunas de las más desconocidas de sus mil caras, las de su polimórfica vertiente creativa. Aquella, recordarán, por la que el desaparecido Beatle la calificó como la artista desconocida más famosa del mundo. 

Seis décadas de dedicación al arte, la música y el activismo, efectivamente, bien valen una fiesta. Los fastos arrancan hoy mismo con la realización por parte de la japonesa de tres performances en el museo Guggenheim de la capital vizcaína: dos de ellas históricas, Pieza cielo para Jesucristo y Pieza promesa, y una nueva versión de una de sus más modernas Pinturas de acción. En dos días, el viernes, se inaugurará una gran retrospectiva de su trabajo, Half-a wind-show(hasta el 1 de septiembre), un título que alude a una de sus grandes exposiciones, celebrada en 1962 en Londres, y que sirve de pretexto para acumular bajo un mismo techo más de 200 obras de todas sus etapas creativas, además de varias vallas publicitarias con los mensajes Fly, Dream e Imagine (Vuela, Sueña e Imagina), que se colocarán en varios puntos de la ciudad. 

Más que la esposa del gran hombre; menos que la terrible arpía en la que la metamorfoseó a ojos de la prensa y la opinión pública durante tanto tiempo (solo hace unos meses Paul McCartney la exculpó públicamente de su supuesta responsabilidad en la disolución de los Beatles), Ono es ante todo una artista original y prolífica. “Una figura fundamental para el arte conceptual y de la performance, además de miembro activo de Fluxus”, en palabras de Álvaro Rodríguez Fominaya, uno de los comisarios de la muestra, de las mayores que se han organizado en torno a la figura de Ono, y que se ha levantado en colaboración entre el Guggenheim y el Schirn Kunsthalle de Fráncfort. 

Yoko Ono, artista visual

Llegada a EEUU desde su Tokio natal después de la Segunda Guerra Mundial, a principios de los años cincuenta, Ono (1933) tomó enseguida contacto con miembros de la vanguardia artística de le época, con quienes colaboró en numerosas ocasiones, desde el músico experimental John Cage al bailarín y coreógrafo Merce Cunningham o George Maciunas, el fundador del grupo interdisciplinar Fluxus.

De aquella época datan, dice Rodríguez Fominaya, “performances que continúan en el imaginario de mucha gente”. Una seguramente sea aquella Cut Piece (Pieza corte) de 1964, una acción en vivo en la que el público era invitado a subir al escenario para cortar jirones de la ropa de Ono como metáfora de las agresiones a las que se ven sometidas las mujeres. “El discurso feminista forma parte de su discurso integral”, explica el comisario. “Lo mismo que la política y la naturaleza, que se tratan de forma colateral en su obra”. 

Destacada artista performativa, Ono también participó decisivamente en el desarrollo del arte conceptual, especialmente a través de sus conocidas Instrucciones para pinturas, textos con directrices para realizar cuadros que cualquiera puede convertir en objetos físicos, y que se recogieron en el mítico libro de 1964 Pomelo. Fue esta época de iniciación en los cincuenta y sesenta la de mayor dedicación al arte por parte de Ono, quien a partir de entonces repartiría su pulsión creativa con la música. “Sigue haciendo exposiciones”, subraya el comisario, “pero al compartir el tiempo disminuye en cantidad su producción plástica”.

De sus etapas posteriores -que abarcan hasta la actualidad- podrán verse en el Guggenheim varias instalaciones de gran tamaño, muchas con un denominador común: la interacción. "El contacto con el público es una cuestión muy importante para entender su obra", asegura el comisario, que hace referencia a piezas como Teléfono en laberinto, en la que los espectadores tienen que recorrer un camino entre paredes de plexiglás hasta llegar a un cubículo en el que, una vez dentro, se puede ver lo que ocurre fuera, pero no así al contrario. "Hay muchas obras que ni siquiera han pasado por su mano, sino que han sido creadas a través de la participación de otros". 

Yoko Ono, cineasta experimental

El cine experimental marcó la etapa de la carrera de Ono ente 1964 y 1972, años en los que realizó 16 películas, algunas firmadas junto a Lennon. El Guggenheim mostrará títulos como Violación (1969), que documental la persecución real a una mujer por parte de un cámara y un técnico de sonido; Mosca (1970), que recrea el viaje de uno de estos insectos sobre un cuerpo desnudo; o Película nº1 (Pieza cerilla), que captura cómo se consume un fósforo quemado. 

Yoko Ono, músico

Los trabajos de Ono como músico se remontan igualmente a su juventud, realizados tanto de manera individual como en colaboración con Lennon, junto a quien creó la Plastic Ono Band, o con otros artistas. Desde entonces ha realizado más de una docena de discos experimentales, entre los que se encuentra aquel Yes, I'm witch de 2007, un álbum de remixes de sus temas hechos por otros artistas, con el que daba carpetazo a la leyenda negra que la ha perseguido durante buena parte de su vida con un irónico Sí, soy una bruja

"La exposición se concentra en su faceta plástica", subraya el comisario, "pero habrá un espacio dedicado a su discografía, porque hay una transversalidad en su obra: por ejemplo, a veces se cruza su música con sus películas experimentales". Rabiosamente transgresora en sus orígenes, Ono ha sido acusada de volverse más complaciente en su mirada artística una vez le llegó -aunque fuera indirectamente- la fama. Para Rodríguez Fominaya, no obstante, no se trata de una cuestión personal, sino de evolución social. "Los sesenta fueron un momento irrepetible en cuanto al cambio de paradigma", señala. "Es difícil comparar, porque los momentos son diferentes, y aquel cambio que se produjo entonces probablemente tampoco se está dando ahora".

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