¿Hasta dónde alcanza el compromiso de los bancos contra el cambio climático?

BBVA y Santander están dentro de la lista de los bancos más contaminantes del mundo, elaborada anualmente por la organización ecologista estadounidense Rainforest Action Network (RAN) y cuya edición de 2019 se publicó esta semana. La inclusión de las dos entidades financieras más grandes de España fue adelantada la semana pasada por Ecologistas en Acción con la intención de darle un toque de atención a la primera, que celebró su junta de accionistas el pasado 15 de marzo; y no debería sorprender, ya que el documento, titulado Banking on Climate Change, escoge a sus 33 víctimas según el total de la financiación a combustibles fósiles a lo largo de su ciclo de vida –exploración, extracción, transporte y consumo– y esa lista coincide con la de mayores bancos del mundo, en la que también se cuelan las entidades españolas. La conclusión del trabajo es la habitual cuando aparecen juntas grandes compañías, capitalismo global y cambio climático: se hacen esfuerzos, pero no los suficientes. También las españolas.

El dinero lo mueve todo. También la acción climática, claro. Ya en tiempos del Acuerdo de París (2015) se señalaba la importancia de que las entidades financieras se sumaran a la lucha contra el cambio climático, regando generosamente a las iniciativas limpias y cortando el grifo a las actividades más dañinas para el medio ambiente. "El informe de 2018 del IPCC (…) mostró claramente la dirección que las naciones del mundo deben tomar, y la trayectoria de emisiones que necesitamos para llegar allí. Los bancos deben alinearse con esa trayectoria terminando la financiación a los combustibles fósiles", afirma el documento. De la lista de 33 entidades, el Grupo Santander y el BBVA aparecen como la cola del león: en el puesto 31 y 32, respectivamente, en cuanto a financiación de combustibles fósiles durante 2016, 2017 y 2018 se refiere. Los años posteriores a la aprobación del gran pacto del clima.

Santander aportó un total de 14.973 millones de dólares a proyectos relacionados con los combustibles fósiles en estos años, por encima del BBVA, cuya cifra total se queda en 12.080 millones. Sin embargo, mientras que Santander bajó de 4.636 millones en 2017 a 4.576 en 2018, BBVA creció: pasó de 3.178 millones en 2017 a 4.480 el pasado año. RAN analiza, además, a las entidades en cuanto a sus compromisos para excluir de sus carteras determinadas actividades relacionadas con la energía sucia.

En cuanto a las labores de exploración, ambos se oponen a todo lo relacionado con el carbón, pero sin oír hablar de otros combustibles. El BBVA, por su parte, rechaza los proyectos de extracción en el Ártico, pero no las empresas que utilicen combustibles procedentes de esta zona especialmente protegida: el Santander no cuenta con políticas al respecto. Por otro lado, el informe señala al BBVA como uno de los bancos que no tiene una excepción definida con respecto al fracking: sin embargo, el banco sí que comunicó, cuando publicó su estrategia de desarrollo sostenible del grupo, que esta técnica quedaría vetada.

Llama la atención que el Banco Santander es el quinto banco del mundo en el ranking de extracción de petróleo y gas natural en las profundidades del mar. Solo en las labores de minería de carbón y de quema en centrales térmicas, las entidades españolas repuntan: sobre todo, el BBVA, que ha establecido una prohibición total de financiación de proyectos tanto de extracción como de uso. El banco también vetará a las empresas cuya actividad, en un porcentaje del 40% o superior, esté relacionada con el carbón. Si el porcentaje es inferior, la compañía podría recibir dinero de la entidad. "Algo que, aunque parezca un buen propósito, no está en línea con los objetivos climáticos anteriormente expuestos. Además ni siquiera este compromiso es muy estricto, pues en caso de que dichas empresas tengan una estrategia de diversificación en marcha, cuyos criterios o plazos el banco en absoluto especifica, el umbral del 40% ya no aplica", afirma Ecologistas en Acción.

En cuanto al Santander, la estrategia de energía y minas del grupo prohíbe expresamente la financiación de proyectos relacionados con carbón, pero a diferencia de su competidor, no deja fuera a ninguna empresa carbonífera. Tal y como explica el Instituto Internacional de Derecho y Medio Ambiente (Iidma), la entidad formó parte de un grupo de bancos que otorgaron el pasado año a la polaca PGE, una de las diez empresas más contaminantes del continente, un préstamo sindicado de 950 millones de euros para apoyar los planes de desarrollo de sus centrales de carbón.

No es (solo) sostenibilidad

Cuando la estrategia de desarrollo sostenible del BBVA salió a la luz en febrero de 2018, el por entonces director global de Negocio Responsable del banco, Antonio Ballabriga, reconoció que no solo se trataba de Responsabilidad Social Corporativa: "Existe una oportunidad clara de negocio", aseguró. El compromiso de los bancos españoles, europeos y mundiales contra el carbón, un negocio de capa caída, no se percibe con igual claridad en otras actividades que sí son, por ahora, rentables, y que no tienen en cuenta que cumplir con el Acuerdo de París exige dejar la mayor parte de los recursos fósiles que quedan bajo tierra.

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En parte relacionado con ello, el informe de Rainforest Action Network renuncia expresamente a analizar el apoyo a las energías renovables que los 33 bancos más contaminantes del mundo efectúan mediante su financiación. "Si bien reconocemos la enorme importancia de aumentar la financiación de las tecnologías limpias y apreciamos que muchos bancos han establecido objetivos en estos sectores, la crisis climática no solo exige que los bancos aprovechen las múltiples oportunidades con ánimo de lucro en la revolución de la energía limpia, sino también que estén preparados para redibujar sus modelos de negocio relacionados con la energía sucia", explica la organización.

A nivel mundial, el informe da una serie de datos que permiten vislumbrar el enorme negocio que, a día de hoy, siguen representando las energías sucias para los grandes bancos del planeta. Los combustibles fósiles han sido financiados con 1,9 billones de dólares por estas 33 entidades desde que el Acuerdo de París fue adoptado en 2015. Ningún banco tiene un compromiso que merezca un sobresaliente para la organización, en ninguna de las actividades analizadas.

Llama la atención que las entidades chinas, ubicadas en el país que más emite CO2 del planeta, no cuentan con absolutamente ningún tipo de política que restrinja sus actividades con respecto al medio ambiente. Y en el primer puesto del ranking, JP Morgan Chase, de Estados Unidos, el banco más grande del mundo por su capitalización bursátil, que financia generosamente el boom del fracking en el país norteamericano. El mes pasado, por cierto, se supo que traerá a España su negocio de banca comercial.

BBVA y Santander están dentro de la lista de los bancos más contaminantes del mundo, elaborada anualmente por la organización ecologista estadounidense Rainforest Action Network (RAN) y cuya edición de 2019 se publicó esta semana. La inclusión de las dos entidades financieras más grandes de España fue adelantada la semana pasada por Ecologistas en Acción con la intención de darle un toque de atención a la primera, que celebró su junta de accionistas el pasado 15 de marzo; y no debería sorprender, ya que el documento, titulado Banking on Climate Change, escoge a sus 33 víctimas según el total de la financiación a combustibles fósiles a lo largo de su ciclo de vida –exploración, extracción, transporte y consumo– y esa lista coincide con la de mayores bancos del mundo, en la que también se cuelan las entidades españolas. La conclusión del trabajo es la habitual cuando aparecen juntas grandes compañías, capitalismo global y cambio climático: se hacen esfuerzos, pero no los suficientes. También las españolas.

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