Primero fue la invasión de Ucrania por parte de Rusia; luego, los aranceles con los que el presidente norteamericano, Donald Trump, ha jugado durante meses; y ahora, la escala del conflicto en Irán, con el bombardeo llevado a cabo por Estados Unidos el pasado sábado. La inestabilidad política internacional no da tregua y eso se traduce en incertidumbre para los mercados y para los bolsillos de los consumidores. “Ahora la variable más importante sigue siendo el precio del petróleo y sus consecuencias para la inflación y la política monetaria”, advierte Dario Messi, director de análisis del banco suizo de inversión Julius Baer. De hecho, hasta la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, reconoció en la tarde del lunes su “fuerte preocupación” porque este conflicto impulse de nuevo la inflación y dé lugar a una nueva crisis en los precios de la energía.
La geopolítica ha revivido algunos fantasmas que recuerdan al momento que se vivió después de la invasión rusa de Ucrania. “La red mundial de comercio tiene muchos puntos estratégicos como lo es el estrecho de Ormuz y si Irán decide cerrarlo, seguramente pueda causar cuellos de botella”, explica a infoLibre Miguel Ángel Ortiz, profesor de economía internacional de CUNEF. “Como en Ucrania, hay una gran incertidumbre y una búsqueda de alternativas para que el comercio global no se pare”, concluye.
Toda la atención está puesta ahora en el estrecho de Ormuz, un paso marítimo entre el Golfo Pérsico y el Golfo de Omán, por donde fluye hacia el Índico un 20% del flujo mundial de petróleo, según cifras de Bloomberg. Tras el ataque de Estados Unidos, el Parlamento iraní ha exigido el cierre de este paso, aunque por el momento no hay una decisión en firme. Sin embargo, la amenaza ha sido suficiente para volver a colocar la palabra incertidumbre en los mercados y ha provocado la reacción inmediata de varios países pidiendo cautela. La alta representante de la Unión Europea (UE) para la Política Exterior, Kaja Kallas, advirtió este lunes a Irán de que el cierre “sería extremadamente peligroso y no sería bueno para nadie”. También China, que es aliada de Teherán, ha pedido “intensificar los esfuerzos” para “evitar un impacto en el desarrollo económico mundial”.
Una eventual escalada en el precio de los barriles, también podría afectar a la inflación, ya que se traduciría en mayores precios en las gasolineras y también en la factura energética de los hogares. Además, este encarecimiento del petróleo puede trasladarse a una amplia gama de bienes y servicios, desde los alimentos hasta el transporte público, debido al aumento en los costos logísticos y de producción. También, como señala el analista de Julius Baer, esta situación podría hacer girar las políticas de tipos de interés al alza, encareciendo de nuevo el crédito. Aunque todo esto está sujeto a lo que Teherán decida finalmente hacer.
En 2024 franquearon el estrecho de Ormuz una media de 20 millones de barriles diarios, en buques procedentes de Irak, Irán, Kuwait, Emiratos Árabes y Arabia Saudí, y este es uno de los puntos sensibles que señalan los analistas. De hecho, el precio del barril de Brent llegó a subir este lunes un 5,7% y cotiza a 81,40 dólares, el mayor precio desde enero. Sin embargo, para Darío Messi, “se espera que el impacto económico global se mantenga limitado por el momento”, más allá del susto inicial. Eso sí, matiza, todo esto estará sujeto de la reacción de Teherán: “dependerá en gran medida de la respuesta de Irán y cómo EE UU decida actuar a continuación”, concluye.
Desde los grandes acontecimientos geopolíticos, hasta los bolsillos de los consumidores, no hay una distancia tan larga y muchos efectos son casi inmediatos. Ortiz explica que el aumento de precios suele tener un trasvase rápido hacia el bolsillo de los consumidores “sobre todo, si se cierra el estrecho”, pero apunta que en el caso de los combustibles “las economías han diversificado mucho el suministro” y este factor ayudará a amortiguar el impacto.
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Otro factor importante aquí es que los eventuales cuellos de botella que pudiesen formarse podrían poner tensión de nuevo en los mercados globales: “Esto funciona como una máquina bien engrasada en la que si uno de los puntos falla, arrastra todo lo demás. Con lo cual no solo se verían afectadas materias primas como el petróleo, sino las industrias dependientes o los bienes intermedios, que se encarecerían”, concluye. Es una cadena en cuyo final están los comercios y los bolsillos del consumidor.
Un mercado acostumbrado a los sustos
Por otro lado, las bolsas parecen estar acostumbrándose a las sacudidas y los analistas señalan que el impacto no ha sido tan negativo como cabría esperar. “Los mercados financieros siguen guiándose por una regla ya conocida: la escalada debe continuar aumentando de forma significativa e impredecible para que se descuente una disrupción sostenida. Hasta que Irán responda, este sigue siendo un mercado impulsado por titulares”, resume Norbert Rücker, otro analista de la firma de inversión. En España, este lunes el IBEX 35 abrió en rojos, pero ha ido recuperándose a lo largo del día y la caída en los mercados internacionales no ha sido profunda.
Para el profesor de CUNEF, la incertidumbre es un factor que erosiona y causa desinversión, pero que también desencadena reacciones de cautela que pueden contener el impacto a corto plazo. “A partir de los años noventa vivimos en una economía mucho más volátil y los mercados están acostumbrados a lidiar con ella”, concluye. Está por ver, hasta donde resiste las pruebas que la geopolítica se empeña en imponerle.
Primero fue la invasión de Ucrania por parte de Rusia; luego, los aranceles con los que el presidente norteamericano, Donald Trump, ha jugado durante meses; y ahora, la escala del conflicto en Irán, con el bombardeo llevado a cabo por Estados Unidos el pasado sábado. La inestabilidad política internacional no da tregua y eso se traduce en incertidumbre para los mercados y para los bolsillos de los consumidores. “Ahora la variable más importante sigue siendo el precio del petróleo y sus consecuencias para la inflación y la política monetaria”, advierte Dario Messi, director de análisis del banco suizo de inversión Julius Baer. De hecho, hasta la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, reconoció en la tarde del lunes su “fuerte preocupación” porque este conflicto impulse de nuevo la inflación y dé lugar a una nueva crisis en los precios de la energía.