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Mujeres fuera del armario: "Hemos pasado de malgastar nuestra energía en disimular a sacar el genio lésbico"

Manifestación del Orgullo LGTB, a 25 de junio de 2022, en València.

Marta dice ser de esa generación "lo suficientemente joven como para haber podido soñar con tener una familia y haberlo logrado", pero a la vez "lo suficientemente vieja como para haber vivido el miedo a ir de la mano" con su pareja. Sus vivencias son también las de otras mujeres lesbianas que han hecho trizas el armario que las asfixiaba, pero que dejan a sus espaldas un camino plagado de obstáculos. Lo recuerdan este miércoles, Día de la Visibilidad Lésbica.

Algunas, de hecho, todavía transitan ese terreno minado. El ámbito laboral es, quizá, uno de los ejemplos más paradigmáticos. Mientras que el 60% de las mujeres lesbianas han salido del armario en su ámbito personal, sólo el 35% ha hecho lo propio también en el terreno laboral. Son las conclusiones del estudio La diversidad LGTBI en el contexto laboral en España, dirigido por Óscar Muñoz. El porcentaje es todavía más llamativo cuando se cruza con los datos relativos a los hombres homosexuales: el 46% de ellos, casi la mitad, sí se atreve a salir del armario en el trabajo. El mismo estudio analiza las que pueden ser las causas de la brecha: el 55% de las encuestadas afirma que la razón principal es evitar rumores, el 33,8% admite preocupación ante un posible cuestionamiento de su valía profesional y el 31,2% señala miedo al rechazo o al aislamiento.

Una guía elaborada en 2020 para la inclusión de la diversidad sexual y la identidad de género en empresas y organizaciones, elaborada en conjunto entre los gobiernos de España y Portugal, también revela que "mientras los varones gais van obteniendo cierta visibilidad y reconocimiento, es todavía difícil encontrar referentes de lesbianas, bisexuales y trans visibles", producto de una "pauta estructural de discriminación" que nada tiene que ver con una "responsabilidad individual", por lo que "no se puede colocar sobre las mujeres pertenecientes a estos grupos la responsabilidad de hacerse visibles".

La trampa del armario: protección e invisibilización

Sobre la "doble discriminación" que sufren las mujeres lesbianas habla Eva Pérez Nanclares, copresidenta de Euro Central Asian Lesbian Community y secretaria general de LesWorking. Las mujeres asumen, por un lado, las cargas propias de la división sexual del trabajo y las brechas de género, pero también la discriminación que pesa sobre los hombros del colectivo LGTBI. "Podemos tener una vida plena en lo personal, pero lo trasladas al ámbito profesional y hay un bloqueo. Preferimos ser discretas para salvaguardar nuestra protección", dice al otro lado del teléfono. Todavía hoy, las lesbianas se debaten entre la seguridad que a veces proporcionan los márgenes y enfrentarse a "potenciales situaciones de comentarios o rumores". El miedo, estima Pérez Nanclares, es "muy fundado: la discriminación o el potencial rechazo está ahí, según qué lugares y qué sectores". 

También Boti García Rodrigo, directora general de Diversidad Sexual y Derechos LGTBI del Ministerio de Igualdad, se refiere a la protección que a veces concede el armario. "El hecho de que la mujer haya estado históricamente relegada a los espacios privados y a una afectividad mutua más aceptada socialmente, ha construido un armario específico lésbico que es, por un lado, una protección pero, por otro, también un grave problema", sostiene a preguntas de este diario.

Tradicionalmente, observa la activista, no han levantado las mismas sospechas la afectividad explícita entre dos mujeres que entre dos varones. "Esto está apoyado por el hecho de que históricamente tampoco se concibe la sexualidad de las mujeres, y menos sin la presencia de un varón. Por este motivo muchas legislaciones del mundo prohíben la homosexualidad masculina pero no la femenina", completa. Una forma más, al fin y al cabo, de invisibilización que si bien "ha servido de protección, es también una trampa psicológica porque ha obligado a muchas mujeres lesbianas a vivir como escondidas, con miedo a la revelación y sin referentes en los que reflejarse".

Acoso, comentarios y desinformación

La Encuesta LGTBI 2019 de la Agencia para los Derechos Fundamentales (FRA, por sus siglas en inglés), revela que una de cada cuatro encuestadas que se identificaron como lesbianas y mujeres bisexuales indicaron haber sufrido acoso verbal en los últimos cinco años. Mujeres lesbianas y bisexuales han denunciado hasta la saciedad la falta de formación en las consultas ginecológicas y hasta este año, además, las mujeres homosexuales estaban obligadas a contraer matrimonio para poder filiar a sus bebés. Una situación que ha revertido la Ley de Igualdad LGTBI.

Lo sabe bien Marta, quien ha transitado por distintas formas de discriminación. Hace quince años, una mujer desconocida pronunció un sonoro "qué asco" cuando la joven fue a despedir a su novia a la estación. Unos años después, dice, dejaron de mirarla tanto, pero las mujeres lesbianas pasaron de ser "objeto de rechazo a ser objeto de deseo", lamenta. Y recuerda la foto que un hombre les hizo, sin su permiso, a ella y su pareja cuando se daban un beso en una calle de Barcelona.

Orientadora educativa de profesión, relata que su primera experiencia laboral en un centro estuvo marcada por dos largos años en el armario: "Como no quería mentir, simplemente no hablaba de mi vida". La discriminación más acuciante llegó tiempo después, en los pasillos de un colegio católico. "Empecé a contar a los compañeros lo que hacía el fin de semana, como cualquiera", expone. Pero se topó de frente con la dirección. "La directora me llama a su despacho y me dice que respeta las tendencias de cada uno, siempre que los alumnos no se enteren". Corría el año 2019 y de aquella experiencia la herida que más le duele a la docente es la que queda marcada en la piel del alumnado: "Es importante que a nivel escolar se nos permita ser nosotras mismas, no sólo por nuestra felicidad, sino también por la de los estudiantes. ¿Cómo me va a contar a mí un chico, o chica, o chique, que tiene problemas en su casa o sufre bullying si yo misma no soy auténtica?", se pregunta.

Una pregunta que cobra si cabe más relevancia en su vida desde hace once meses. En mayo del año pasado nacieron sus dos mellizos, dos bebés que llegaron fuertes al mundo pero cuya gestación y nacimiento evidenciaron una vez más cómo la lesbofobia sigue instalada en todos los ámbitos. Los episodios son variados, relata Marta: desde ignorar sistemáticamente a su pareja en las consultas médicas, hasta figurar como padre en los datos clínicos. "Cuando mi mujer baja al registro estando casadas –nos obligaban, matiza–, no le dejan inscribir a los niños", a pesar de contar con toda la documentación necesaria. "Tuve que bajar yo, en silla de ruedas y después de una cesárea de urgencia, dos bebés prematuros y un parto gemelar que me impedía andar".

"Las lesbianas no están dispuestas a retroceder"

Pérez Nanclares es bien consciente del momento de "hiperpolarización", especialmente en el terreno político, pero confía en las generaciones más jóvenes y en lo que ha dado en llamar "genio lésbico". "Hemos pasado de usar nuestra energía en disimular, a sacar el genio lésbico", comenta entre risas en lo que concibe como un punto de inflexión para las mujeres lesbianas: "Cuando nos visibilizamos, se genera una especie de barrera sobreprotectora y sabes que hay cosas que no van a decir delante de ti". 

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Como ejemplo de avance, García Rodrigo expone el ejemplo más evidente: el hecho de que "una mujer, lesbiana y mayor, ocupe el cargo de directora general de Diversidad Sexual y Derechos LGTBI". Es la primera vez que el Gobierno concede un espacio institucional a la defensa de los derechos del colectivo.

 La activista no olvida tampoco la genealogía que ha servido de motor a las mujeres del colectivo. El lesbianismo político, una corriente que brota en los años setenta en el seno del movimiento feminista, ha sido "fundamental" para explicar los avances. "El lesbianismo político ha estado desde hace muchos años luchando por los derechos de las mujeres lesbianas. No fue tan visible dentro del movimiento gay porque en buena medida prefirió dar su batalla en el interior del feminismo, donde no lo tuvo siempre fácil, todo hay que decirlo", apostilla García Rodrigo.

Aquello sembró los avances que recogen hoy las chicas más jóvenes. "Para muchas, ya no se concibe una salida del armario tras años de ocultamiento: viven su lesbianismo desde la mayor aceptación", celebra la activista y directora general. A pesar del discurso de odio y sus evidentes consecuencias, lo cierto es que "las mujeres lesbianas han dado y siguen dando importantes pasos hacia delante. Y no están dispuestas a retroceder".

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