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Investigación

Universidades europeas aceptan más de 260 millones de empresas de combustibles fósiles

Alexia Barakou

Juliet Ferguson y Chris Matthews (IE)

Empresas de combustibles fósiles han invertido al menos 260 millones de euros en investigación, matrículas, patrocinios y becas en algunas de las principales universidades europeas, según demuestra un trabajo realizado por openDemocracy e Investigate Europe. Se trata de un hallazgo que dispara la preocupación entre los activistas por la influencia de la industria en la investigación académica. infoLibre publica esta información en exclusiva en España.

Las solicitudes de información planteadas por openDemocracy al amparo de las normas de transparencia desvelan que 60 universidades del Reino Unido aceptaron en conjunto al menos 170 millones de euros entre 2016 y 2023. El grupo Shell (62 millones) y BP fueron los mayores donantes. A continuación figuran Petronas, la petrolera estatal de Malasia, y la empresa minera BHP.

En el continente, Investigate Europe descubrió que universidades de ocho países aceptaron al menos 90 millones entre 2017 y 2022, de acuerdo con la información facilitada por una serie de universidades punteras en investigación medioambiental.

En España, nueve universidades públicas percibieron 5,2 millones, según los datos que facilitaron a través de sus respectivos portales de transparencia. La Universidad Complutense de Madrid es la que más dinero recibió, mientras que Repsol e Iberdrola son las compañías que más fondos entregaron (puedes consultar aquí todos los datos sobre las universidades españolas).

Mentes brillantes y recursos adecuados

A preguntas de los periodistas, un portavoz de Shell afirma que mantienen "relaciones duraderas y valiosas" con varias universidades británicas. "Nuestras colaboraciones pretenden combinar las mentes más brillantes con los recursos adecuados, así como impulsar la capacidad comercial para ampliar y aplicar nuevas soluciones energéticas con bajas emisiones de carbono", añade.

La francesa Total, la petrolera italiana Eni y la noruega Equinor, y sus filiales y entidades asociadas, también financiaron la enseñanza superior en el Reino Unido. Eni destinó al menos 2,1 millones para el Centro de Reputación Corporativa de la Universidad de Oxford, que elaboró un estudio sobre cómo Eni "construyó legitimidad a través de sus programas de sostenibilidad en la República del Congo y otros lugares". La universidad no quiso dar su versión sobre este hecho.

La diputada británica del Partido Verde Caroline Lucas reclama a las universidades que corten inmediatamente los lazos financieros y académicos con este tipo de compañías. "Los estudiantes se horrorizarán al conocer la turbia y manipuladora influencia de estas empresas de combustibles fósiles en sus propios campus", augura.

Casi la mitad de la financiación en el Reino Unido, donde se enviaron solicitudes a todas las universidades, fue a parar al Imperial College de Londres (81,4 millones de euros). Shell fue su mayor pagador. Entre otras, financió investigaciones sobre la extracción de vanadio en las arenas bituminosas de Alberta (Canadá), la energía con bajas emisiones de carbono y la tecnología de baterías alternativas. Le siguieron las universidades de Cambridge (más de 18 millones) y Oxford (más de 12 millones).

"El Imperial College se comprometió en 2020 a que solo participará en convenios con empresas de combustibles fósiles cuando la investigación forme parte de sus planes de descarbonización, y solo si la empresa demuestra un compromiso estratégico creíble para lograr emisiones netas cero en 2050", señala un portavoz del centro académico. "No aceptaremos más financiación de empresas de combustibles fósiles que esté dirigida a propagar el negocio de extracción existente", añade.

"Las empresas de combustibles fósiles son la principal causa del deterioro del clima", denuncia Alice Harrison, responsable de la campaña de concienciación Global Witness. "Al hacer donaciones a universidades, en el mejor de los casos intentan lavar su imagen asociándose a instituciones respetables. En el peor, están tratando de deformar la investigación y el aprendizaje de manera que ayuden a incluir los combustibles fósiles en nuestro futuro energético", razona Harrison.

Los datos de ocho países europeos

Los datos obtenidos en Austria, España, Irlanda, Italia, Noruega, Polonia, Suecia y Suiza apuntan a una notable implicación de la industria de los combustibles fósiles. Universidades de estos ocho países europeos aceptaron al menos 90 millones de euros.

Las cifras más llamativas son las de Noruega, donde diez centros de educación superior percibieron 68 millones. La Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología fue la que más se embolsó, con 29 millones de euros en financiación con destino no especificado. El dinero procedía de Equinor, BP, Shell, Exxon, Total y ConocoPhillips. "Colaboramos desde hace tiempo con la industria petrolera, que ahora ha incluido en su agenda soluciones de energía sostenible y renovable; declara Toril Nagelhus Hernes, alto cargo en dicha universidad, quien añade que "la mayoría de los proyectos están relacionados con las energías renovables". 

Shell también contribuyó generosamente a la ETH Zürich, aportando 1,7 millones de euros de los cerca de cinco millones recibidos desde 2016 por la renombrada universidad suiza. Esa cantidad incluye 200.000 euros para un proyecto que utiliza el aprendizaje automático para mejorar el "simulador de yacimientos de Shell". La simulación de yacimientos es una tecnología que suele utilizarse para facilitar la exploración y el desarrollo petrolíferos. Un portavoz de la institución académica indica que la gran mayoría de los trabajos de investigación financiados por la industria de combustibles fósiles "no están directamente relacionados con el petróleo y el gas o su extracción" y que "las decisiones sobre cooperación se toman siempre caso por caso e independientemente del sector concreto".

Las universidades italianas recibieron al menos cinco millones en el periodo analizado, en buena parte destinados a apoyar a estudiantes de doctorado. La cifra real es probablemente mucho mayor, dado que la mitad de las 67 universidades públicas del país contactadas no respondieron. La propia Eni anunció que solo el año pasado aportó diez millones de euros a universidades italianas. Los datos obtenidos vía transparencia incluyen 1,3 millones que Eni entregó a la Universidad de Milán-Bicocca para un proyecto de investigación de cinco años, que abarca temas como la energía geotérmica y la captura y almacenamiento de carbono (CAC).

Marco Grasso dimitió como director de una unidad de investigación de la universidad en protesta por ese acuerdo. Grasso sostiene que Eni y otras empresas utilizan las inversiones para fomentar su "legitimidad ante la opinión pública". "Para ellos no es nada, una migaja. Eni obtuvo 22.000 millones de euros de beneficios el año pasado. Pero con ese único acuerdo pueden decir: 'Miren, estamos haciendo un proyecto sobre transición energética con una universidad pública'", critica Grasso, que sigue siendo profesor de geografía política en la universidad.

Por su parte, la universidad afirma que todos sus proyectos de investigación con la industria cumplen un "criterio ético" y "pretenden desarrollar soluciones innovadoras cada vez más respetuosas con el equilibrio climático y medioambiental".

¿Por qué no deberían las empresas de combustibles fósiles destinar dinero a la investigación para ayudar a mitigar los efectos del cambio climático? Algunos expertos consideran que soluciones como la captura y almacenamiento de carbono –en la que el dióxido de carbono se almacena bajo tierra– son actualmente la única opción viable para sectores como el químico, el cementero y el de infraestructuras, que son algunos de los más difíciles de descarbonizar.

Un portavoz de Eni destaca que su financiación proporciona recursos vitales para el desarrollo de nuevas tecnologías y sistemas de energías renovables y que "seguirá invirtiendo" en las universidades. "Eni no ve ningún conflicto entre realizar inversiones en investigación tecnológica para apoyar la transición energética y seguir garantizando el suministro de energía tradicional", indica.

El afán de la industria por financiar la investigación se debe a que a menudo coincide con sus intereses, según Harrison, de Global Witness: "La captura y almacenamiento de carbono es algo que la industria de los combustibles fósiles está especialmente interesada en promover, porque es una especie de salvoconducto para continuar con la producción de petróleo y gas".

Equinor, por su parte, asegura que "tiene un fuerte compromiso con la investigación y la educación" y que está invirtiendo activamente en energías renovables, CAC y otras áreas, incluidos el petróleo y el gas. "Estamos orgullosos de colaborar con las universidades en el desarrollo de jóvenes con talento que se convertirán en los líderes energéticos del mañana", indica un portavoz.

Compromisos universitarios

La financiación empresarial, en la que también participan multinacionales como Rio Tinto y Saudi Aramco, llega en un momento en que muchas universidades europeas se están comprometiendo con acuerdos de emisiones netas cero. En el Reino Unido, más de 100 universidades se han comprometido a prescindir de inversiones en combustibles fósiles, por ejemplo en los planes de pensiones de sus empleados.

"Es importante situar esta cifra [de inversión de empresas de combustibles fósiles] en la perspectiva de la financiación global de las universidades", señala Kevin Daly, de la Asociación Europea de Universidades. "Sobre la legitimidad de las donaciones o colaboraciones, corresponde a las universidades entablar autónomamente el diálogo con sus propias comunidades", apunta.

Stuart Parkinson, director ejecutivo de la organización británica Scientists for Global Responsibility, considera que las donaciones suponen un riesgo para la reputación de las instituciones académicas. En su opinión, las universidades deben adoptar una postura más firme sobre la procedencia del dinero: "Debería tratarse como la industria tabaquera, que financió durante muchos años investigaciones que socavaron la transición hacia el abandono del tabaco. Al final se rechazó ese dinero porque se consideraba que no era bueno para la imagen pública. Deberíamos seguir el mismo camino con la industria de los combustibles fósiles".

Sin embargo, con las universidades enfrentadas a recortes de financiación y cada vez con más dificultades para cuadrar las cuentas, la presión para encontrar dinero es cada vez mayor.

Parkinson explica que “se podrían utilizar distintos modelos de financiación para que determinadas industrias no participen directamente en la investigación. Hay formas de hacerlo, como utilizar el impuesto de sociedades para que haya más dinero destinado a la investigación pública y esté bajo el control de instituciones democráticamente responsables".

Pero el papel de la industria en las universidades va más allá de la financiación. En Italia, por ejemplo, Eni está representada en al menos cuatro comités directivos universitarios. La influencia de Total, por su parte, que destinó ocho millones de euros a universidades británicas y donó a varias otras en Europa, se percibe con más fuerza en Francia. Un análisis de Greenpeace realizado el año pasado sobre 103 organismos públicos de investigación franceses mostró que más de la mitad tenían vínculos con Total.

Patrick Pouyanné, director general de TotalEnergies, también forma parte del consejo de la École Polytechnique de París, prestigiosa universidad pública donde Total financia el programa de investigación denominado "Retos tecnológicos para una energía responsable".

"El problema empezó alrededor de 2008, cuando el Estado empezó a presionar a las universidades para que buscaran sus propios recursos, incluidos los de las empresas, sin decirles cómo hacerlo correctamente", afirma Matthieu Lequesne, antiguo alumno de la École Polytechnique.

Él no está en contra de estos acuerdos siempre que haya transparencia. "No tenemos visibilidad sobre el proceso", destaca Lequesne, que lleva años librando batallas judiciales para acceder a documentos sobre la relación de la escuela con Total.

A preguntas de los periodistas, Total afirma que las universidades y otras instituciones "no están vendiendo su alma al diablo al unir fuerzas" con la empresa: "Trabajamos con ellas para definir proyectos de investigación basados en sus áreas de especialización. Su independencia está garantizada. TotalEnergies no interviene en absoluto en su estrategia ni en su gobernanza". Además, precisa que Pouyanné no representa los intereses de TotalEnergies en la École Polytechnique y que no participa "en ninguna discusión ni votación" sobre las relaciones entre ambas.

Transparencia, una asignatura pendiente

El verdadero alcance de las relaciones entre las instituciones académicas europeas y las empresas de combustibles fósiles no está claro. En Francia, por ejemplo, la normativa para solicitar información pública a través de los portales de transparencia es muy limitada. En Portugal, las universidades no están obligadas a responder a las solicitudes porque la "autonomía universitaria" las exime de las obligaciones de transparencia que vinculan a otras instituciones estatales. Y en Polonia se enviaron solicitudes a 21 universidades, pero sólo respondieron cinco. En total, Investigate Europe se puso en contacto con más de 150 universidades, y aunque muchas respondieron, otras fueron opacas. En este último grupo se incluye la Universidad Politécnica de Madrid.

Tras recibir la solicitud de Investigate Europe, la Universidad Federico II de Nápoles consultó a Eni sobre qué información divulgar. El gigante petrolero les dijo que "denegaba expresamente" el permiso para divulgar datos. La universidad se ofreció entonces a facilitar las sumas de financiación de cada proyecto, pero sin dar detalles concretos. Eni también lo rechazó, alegando que seguiría entrando "en el ámbito de los secretos comerciales" y causaría un "perjuicio concreto" a sus intereses. Al final, la universidad no facilitó ningún dato.

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Con información de Lorenzo Buzzoni y Maxence Peigné.

Edición: Ingeborg Eliassen.

En la página web de openDemocracy puede consultarse una base de datos completa sobre la financiación de las universidades británicas. Las cifras se basan en solicitudes a los portales de transparencia, correspondencia electrónica con universidades y datos públicos. El cálculo de los importes de monedas diferentes al euro se realizó con el valor de cambio a fecha 22 de noviembre de 2023.

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Información adicional de Lorenzo Buzzoni y Maxence Peigné.

Edición: Ingeborg Eliassen.

La base de datos completa con la financiación de las universidades británicas se puede encontrar en la página web de openDemocracy. La información se obtuvo a través de solicitudes de información pública vía portales de transparencia, de comunicaciones electrónicas con las universidades y de fuentes públicas. Los importes en euros se calcularon según el valor de cambio de las diferentes monedas a fecha 22 de noviembre de 2023.

Las respuestas completas de llas universidades y empresas pueden encontrarse aquí.

Este trabajo ha contado con el apoyo de Journalismfund Europe.

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