"Con Brigitte Bardot, Francia pasó de una sociedad marchita, plagada de moralismo, al Mayo del 68"

Yann Philippin (Mediapart)

El domingo 28 de diciembre murió una mujer mítica. Brigitte Bardot, la primera superestrella del cine francés, considerada un icono de la libertad de las mujeres en la Francia oprimida anterior al mayo del 68, ha fallecido a los 91 años. Tras saltar a la fama en 1956 con la película Y Dios creó a la mujer, de Roger Vadim, a la edad de 22 años, desató una “Bardotmanía” a escala planetaria.

En una sociedad entonces profundamente conservadora, su libertad sexual y amorosa asumida, pero también su voluntad de llevar su carrera como ella lo entendía, conmovieron la imaginación e influyeron a toda una generación.

Brigitte Bardot es también la historia de una mujer acosada y hostigada por los medios de comunicación y los paparazzi, que puso fin a su carrera en 1973 para dedicarse a la causa de los animales. Sin embargo, el mito de Bardot se verá empañado a partir de la década de 1990, cuando se acerca a la extrema derecha, apoya a Marine Le Pen y se casa con un asesor de Jean-Marie Le Pen, presidente del Frente Nacional (hoy Agrupación Nacional). Se dedica entonces a hacer declaraciones racistas, que le valen cinco condenas judiciales por incitación al odio racial.

Émilie Giaime, profesora de Historia Contemporánea y Medios de Comunicación en el Instituto Católico de París, defendió en 2023 una tesis titulada “Brigitte Bardot en el juicio de la mujer moderna: un acontecimiento de opinión a principios de la década de 1960 en Francia”. En ella repasa la influencia de esta “mujer poderosa”, que contribuyó a la liberación de las mujeres sin declararse nunca feminista.

Mediapart: En su reacción al fallecimiento de Brigitte Bardot, el presidente Emmanuel Macron dijo que era “una figura de la mujer en el imaginario de la nación”. ¿Qué opina al respecto?

Émilie Giaime: Lo fue, pero no estoy de acuerdo con la visión esencialista que subyace en la “figura de la Mujer”. Brigitte Bardot fue una mujer excepcional, que conectó con las aspiraciones colectivas de muchas jóvenes a principios de la década de 1960, en una sociedad francesa aún muy encorsetada.

La gran filósofa feminista Simone de Beauvoir desmontó en gran medida lo que ella llamaba el “mito de la Mujer” en El segundo sexo, en 1947. Además, en 1959 publicó un artículo titulado “Brigitte Bardot y el síndrome de Lolita”, muy elogioso con la joven actriz. En él escribía, entre otras cosas: “En el juego del amor, ella es tanto la cazadora como la presa. El hombre es un objeto para ella, exactamente igual que ella es un objeto para él. Y eso es precisamente lo que hiere el orgullo masculino.” En sus películas, pero aún más en su vida, Bardot fue un gigantesco objeto de deseo, pero también, lo que es más raro, una mujer que asumió su deseo y vivió en consecuencia. Lo cual, dado el contexto, no fue fácil.

Más allá de su belleza, ¿cómo se explica el mito Bardot?

Está, efectivamente, su espectacular belleza, pero también su gran fotogenia y su sentido de la imagen. De niña, recibió formación como bailarina clásica y, de adolescente, fue modelo, lo que forjó en ella el sentido de la presentación personal. Yo diría que lo que convirtió a Bardot en una estrella, al principio, fue la fotografía y la prensa escrita, más que el cine.

Paris Match registró tiradas récord en sus “años Bardot”. En cuanto al “mito BB”, nació con el escándalo desatado por el estreno de Y Dios... creó a la mujer, en 1956, debido a la franqueza sexual del personaje de Juliette-BB. Brigitte Bardot se convierte en una gran estrella, la primera estrella de masas francesa. Ella fue el combustible que impulsó la entrada de Francia en una nueva era de modernidad, a la vez capitalista e hipermediática.

¿Por qué?

Hay que situarse en el contexto, el de una Francia devastada por la guerra, una sociedad de escasez, aún humillada por la colaboración, que se transformará, en solo diez años, en una nueva sociedad de abundancia, consumo, ocio e imágenes. Esta sociedad está impulsada por una nueva generación, la de Brigitte Bardot y gente un poco más joven que ella, que quiere romper con el conservadurismo de esta sociedad que, curiosamente, todavía se parece mucho, en sus normas y valores, a la del siglo XIX. Brigitte Bardot es un prodigioso acelerador: con ella, pasamos de una sociedad marchita, paralizada por el moralismo... al mayo del 68. Ella fue el combustible de esa metamorfosis de la sociedad francesa y de las nuevas aspiraciones de jóvenes.

¿Qué papel desempeñaron los medios de comunicación en la creación del mito?

Un papel esencial. Hay que recordar que, en aquel entonces, el derecho a la imagen y a la vida privada aún no existía en la legislación francesa. El fenómeno paparazzi se inventó al mismo tiempo que Brigitte Bardot, que fue su primera víctima. Sufrió un acoso sin precedentes. Un ejemplo: en 1960, se vio obligada a dar a luz a su hijo en su casa, porque el barrio estaba acordonado por los fotógrafos. Pero, a pesar de ello, algunos intentaron forzar el cordón policial a la entrada de su edificio haciéndose pasar por ginecólogos.

Hoy en día nos cuesta imaginar un acoso semejante, ya que ahora existe una ley que garantiza el derecho a la imagen, vinculado al respeto de la vida privada, considerado un derecho individual inalienable. Lo hemos olvidado, pero hay que saber que fue Brigitte Bardot quien lo impulsó. En 1967, ganó un juicio contra los paparazzi por unas fotos robadas en su casa. La decisión judicial sentó jurisprudencia, lo que llevó a la aprobación de la ley, conocida como “ley Bardot”, en julio de 1970. Pero ese acoso mediático, ese voyeurismo combinado con sadismo, estuvo a punto de matarla: intentó suicidarse en 1960. Sobrevivió gracias a un excepcional deseo de vivir y a una gran fuerza de carácter.

¿Influyó Brigitte Bardot en la libertad de las mujeres?

Fue revolucionaria en aquella época porque la realidad social y política era extremadamente opresiva para las mujeres. En 1960, a través de las representaciones, los medios de comunicación, pero también las políticas públicas, la sociedad exaltaba un ideal femenino que era el de la madre, la esposa y la ama de casa a tiempo completo, lo que las situaba en una dependencia social y económica respecto a sus maridos. Las mujeres no disponían de anticonceptivos ni de aborto, que estaban penalizados, lo que las condenaba a una sexualidad infeliz.

Se estima entre 250.000 y 800.000 los abortos clandestinos que se practican en circunstancias traumáticas y, a veces, mortales. Aunque el aborto está penalizado, la violación rara vez se considera un delito, sino que, en la mayoría de los casos, se considera una simple infracción contra las buenas costumbres.

En ese contexto, la emancipación de las mujeres es imposible. En cuanto al deseo femenino, es tabú y está prohibido. En ese marco, Brigitte Bardot rompe los códigos. En la pantalla y, más aún, en la ciudad, tiene una vida afectiva muy libre, asume su placer, en contra del ideal femenino “doméstico” de sacrificio y renuncia. Esto fue recibido por las mujeres de su generación como una señal fortísima. Y aunque rechazaba el feminismo, Bardot actuó de forma feminista, por ejemplo, pronunciándose con firmeza a favor del aborto antes de la votación de la ley Veil, que legalizó la interrupción voluntaria del embarazo en 1975.

¿Rompió otras normas de la época?

Más allá de su libertad amorosa, Brigitte Bardot encarnó en esa época una figura femenina carismática, muy poderosa en la industria de los medios de comunicación y el cine: las películas se montaban en torno a su nombre y ella se embolsó por su papel en La Vérité, de Henri-Georges Clouzot, lo que entonces se consideraba en Francia el salario más alto para un actor o actriz, en un entorno en el que las desigualdades de género eran muy marcadas.

Era una figura central en la escena pública, un auténtico “fenómeno de opinión”, como demostré en mi tesis. Para gran disgusto de su marido, Jacques Charrier, que la presionaba para que dejara de rodar, cosa que ella rechazaba con vehemencia. De hecho, le dejó.

Pero, independientemente de los hombres de su vida, ella siempre es la “dominante” en la pareja: es más famosa, más rica y más influyente. También es muy prescriptora, las chicas se visten como ella, hablan como ella, algo que la escritora Marguerite Yourcenar recordará cuando recurra a ella para luchar contra el comercio de pieles, en un momento en que las focas estaban siendo masacradas en aguas canadienses. Así pues, Bardot no es solo un fenómeno sexual, es un fenómeno social y político.

Brigitte Bardot, que en un principio era “una estrella para los hombres”, una fantasía heterosexual, se convirtió en una estrella que interesaba principalmente al público femenino, despertando el interés de las mujeres que veían en ella una figura emancipadora. El motivo de este cambio fue el estreno de La Vérité, de Henri-Georges Clouzot. Brigitte Bardot interpreta a Dominique Marceau, una joven que ha matado a su exnovio en circunstancias confusas, pero que parece ser juzgada, durante su proceso, no tanto por el asesinato como por su “mala vida”. Porque ha tenido varios amantes, ha ido demasiado al cine, ha frecuentado los bares y no tenía prisa por casarse. Al final de la película, se suicida cortándose las venas la víspera de la sentencia.

Pero Brigitte Bardot, unas semanas antes del estreno de la película, reproduce exactamente el gesto de su personaje de ficción e intenta suicidarse también. En ese momento, los medios de comunicación y parte de la opinión pública se vuelven contra ella. Despierta odio porque cuestiona la función social de las mujeres, que deben ser “buenas” madres y esposas. ¡La tratan como si fuera responsable de la ruina de la sociedad! Ese episodio suscitó una ola de empatía y solidaridad entre las mujeres, que le escribieron numerosas cartas de apoyo.

Todas sus películas (excepto la última, de Nina Companeez) han sido dirigidas por hombres: “veteranos”, cineastas de la tradición como Clouzot y Autant-Lara, o los más jóvenes, los de la Nouvelle Vague, como Godard y Louis Malle. Sin embargo, me parece interesante que, independientemente de la edad de los directores, esos papeles destaquen el aspecto de símbolo sexual de Bardot, pero silencien por completo su otra dimensión, es decir, la emancipación social que representa para las mujeres de su generación. En la mayoría de sus películas, además, los guionistas la hacen morir al final... como si Brigitte Bardot tuviera que ser castigada por la libertad que encarna.

En una entrevista concedida en 2020, Brigitte Bardot dijo: “Me importa un comino la emancipación femenina, me siento encima de ella. En cuanto a la libertad sexual, las mujeres no me esperaron para liberarse. ¡Qué malentendido! Nunca he sido escandalosa, simplemente he sido quien quería ser”.

No me sorprende en absoluto, porque Brigitte Bardot nunca se reivindicó como “feminista”, ni tampoco, políticamente, como progresista. Pero en los años 50 y 60, actuó como feminista sin reivindicarlo nunca. Ofreció a las mujeres un modelo completamente alternativo a las normas de la época. Además, Bardot es una gran provocadora, por lo que cuando dice “me da igual la emancipación femenina”, hay que cogerlo con pinzas. Luego, hay una evolución en su discurso a partir de los años 90, momento en el que comienza a mostrar simpatías por la extrema derecha.

¿No es paradójico que una mujer que encarna la libertad evolucione hacia el apoyo a la extrema derecha?

Efectivamente. Creo que hay una pista psicológica, que quedó traumatizada por el acoso que sufrió en su juventud y se volvió misántropa... Y que tal vez se refugió en la defensa de la causa animal, con mucha pasión, porque los animales tienen ese estatus de presa que ella misma pudo experimentar como mujer, como actriz y como estrella perseguida, cuya intimidad se vendía por líneas.

Recordaré, sin embargo, que poco antes de la independencia de Argelia en 1962, sufrió un intento de extorsión por parte de la OAS, la Organización Armada Pro Argelia Francesa. En un clima violento, reaccionó publicando una carta abierta en L'Express, en la que decía que no pagaría a la OAS porque no compartía sus valores y que “no quería vivir en un país nazi”. De hecho, era tomar posición contra la Argelia francesa y fue muy valiente, en plena ola de atentados.

Así que es complicado, Brigitte Bardot ha tomado posturas que van un poco en todas direcciones. Lo que llama la atención es que siempre ha vivido sin importarle en absoluto lo que se pudiera decir de ella.

¿Qué hay que recordar de Brigitte Bardot?

Su libertad casi absoluta en sus elecciones, en su vida, su gran fuerza de carácter, su deseo de vivir de forma bastante loca. ¡Es una mujer muy dura! Por ejemplo, durante el rodaje de La Vérité, fue maltratada por Henri-Georges Clouzot, conocido por abusar de sus actores y, más aún, de sus actrices para obtener de ellos una imagen que él consideraba realista. Aunque estábamos muy lejos de la era #MeToo, Brigitte Bardot le plantó cara y le devolvió la bofetada que él le había propinado, ¡ante cientos de técnicos y figurantes atónitos! Es una mujer de ese calibre. Una precursora.

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Traducción de Miguel López

 

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