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El asesinato del número dos de Hamás en un ataque aéreo israelí amenaza con extender la guerra a Líbano

Cortejo fúnebre con el ataúd de Saleh al-Arouri y los demás muertos en un ataque con drones, durante su funeral en Beirut, Líbano, el 4 de enero de 2024.

Nada Maucourant Atallah (Mediapart)

Beirut (Líbano) —

"El crimen de ayer no quedará impune", prometió en la noche del miércoles 3 de enero Hassan Nasralá, líder del Hezbolá libanés, refiriéndose al asesinato en Beirut del número dos de Hamás en un ataque atribuido a Israel, sin revelar sin embargo la naturaleza de la respuesta. 

El discurso, previsto inicialmente en homenaje al general iraní Qassem Soleimani por el cuarto aniversario de su muerte (un atentado en Irán mató el miércoles al menos a 103 personas en una ceremonia conmemorativa), adquirió una nueva dimensión tras la muerte, el martes 3 de enero, de Saleh al-Arouri, exiliado en Líbano desde hacía varios años. Según la AFP, que cita a un alto responsable libanés, cazas israelíes dispararon "misiles guiados" contra las oficinas del movimiento palestino en Dahieh, en los suburbios del sur de la capital libanesa, matando a otros seis miembros de Hamás. 

Ha sido el primer ataque israelí contra Beirut desde la guerra de 2006, lo que ha reavivado el temor a que la guerra entre Hamás e Israel se extendiera por toda la región. Hezbolá, milicia chií respaldada por Irán y aliada de Hamás, mantiene un frente de presión contra Israel desde el 8 de octubre, con el objetivo declarado de desviar las capacidades militares israelíes en Gaza. Los combates, que se han intensificado a lo largo de semanas, se han limitado más o menos a la frontera entre Israel y Líbano, a pesar de una reciente escalada por parte de Israel tanto en el frente retórico como en el militar. 

Sin embargo, algunos temen que el asesinato del vicepresidente de Hamás cambie la situación. "Si el enemigo piensa librar una guerra contra Líbano, nuestra lucha no tendrá límites, ni reglas", amenazó Hassan Nasrallah en su discurso retransmitido en directo por televisión. 

La población libanesa estaba pendiente de cada palabra del líder de Hezbolá, esperando el anuncio de una acción decisiva. Pero, se trate de una puesta en escena o de preparar una respuesta, Hassan Nasrallah anunció un aplazamiento hasta el viernes 5 de enero. 

"El discurso fue sutil a la vez que muy violento contra Israel, prometiendo su disolución a la larga, pero sin ser abiertamente belicista. La parte relativa al frente libanés se abordará en el próximo discurso", señala Karim El Mufti, profesor del Instituto de Estudios Políticos de París. 

Mientras tanto, la tensión aumenta. El presidente Macron pidió a Israel que "evite cualquier actitud de escalada, en particular en Líbano". El primer ministro libanés dimisionario, Najib Mikati, ha denunciado un "crimen" israelí destinado a "arrastrar a Líbano a una nueva fase de confrontación" con Israel, que por su parte no ha reivindicado ni desmentido la autoría del ataque. Mark Regev, asesor del primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu, declaró en una entrevista que no se trataba de un "ataque contra el Estado libanés". 

"He estado a punto de morir"

En Dahieh, al día siguiente del atentado, los comerciantes se afanaban en restablecer un poco el orden en sus tiendas, barriendo los cristales rotos del suelo. Algunos escaparates habían quedado hechos añicos por la explosión. 

"He estado a punto de morir", exclamó Abu Adel, propietario de un restaurante situado justo enfrente del lugar del atentado, mostrando un pequeño proyectil que identificó como un trozo de misil. Nos enseña los daños en su restaurante: varias ventanas destrozadas, la pantalla de la caja registradora hecha añicos... "Mi colega y yo estábamos detrás del mostrador cuando el proyectil pasó volando por delante de nosotros", cuenta todo nervioso. 

Aunque Dahieh es conocida como uno de los bastiones de Hezbolá, también es una zona residencial con muchos restaurantes y tiendas. Los residentes dicen que no sabían que había allí una oficina de Hamás. "Probablemente ha sido un agente el que les ha delatado", dice uno de los curiosos reunidos en torno a la zona aún acordonada por las fuerzas de seguridad, fijando su mirada en el enorme agujero dejado por el ataque en el segundo piso del edificio. 

En Dahieh, los residentes esperan una respuesta importante. "Israel ha roto las reglas de enfrentamiento", afirma Mahmoud, un vecino de 48 años. "Esas reglas han cambiado ahora, y la respuesta debe ser proporcional a la escalada. Han golpeado el corazón de Beirut y ahora tenemos que golpear el corazón de Tel Aviv", añade, subrayando su total confianza en las decisiones de Hassan Nasrallah.  

Una ecuación irresoluble

Para Joseph Daher, profesor de la Universidad de Lausana y especialista en Hezbolá, el ataque se inscribe claramente en la presión de Israel para que se aplique estrictamente la resolución 1701, que prevé la retirada de Hezbolá al norte del río Litani, es decir, a 30 kilómetros de la frontera. Israel ha dejado claro que sus exigencias se aplicarán por "la diplomacia o la fuerza", en palabras del ministro de Asuntos Exteriores, Eli Cohen. 

Por otra parte, Israel ha intensificado sus ataques en el frente libanés desde el final de la tregua no oficial con Hezbolá a principios de diciembre. El asesinato del número dos de Hamás forma parte de esa estrategia: subir la apuesta aprovechando una ventana de legitimidad abierta por el ataque sin precedentes de Hamás contra territorio israelí el 7 de octubre. "Israel está aprovechando la guerra como una oportunidad para lograr otros objetivos", afirma Joseph Daher. 

Por su parte, Hezbolá ha mostrado cierta reserva en sus represalias, a pesar del creciente número de muertos en sus filas, más de un centenar, además de una veintena de civiles, y de destrucciones importantes en el sur del país. Del lado israelí, murieron en los enfrentamientos al menos cinco civiles y nueve soldados, según cifras del ejército. La milicia chií sabe que no puede permitirse una guerra muy impopular entre una parte de la población opuesta a Hezbolá, en un Líbano ya de rodillas por la grave crisis económica que sufre desde 2019. 

“Irán tampoco quiere poner en riesgo las capacidades militares y la influencia política de su milicia, a la que considera la joya de la corona", añade Joseph Daher. “La ecuación sigue siendo fundamentalmente la misma para Hezbolá: quiere mantener su estatus de frente de presión sin desencadenar una escalada real que sería muy costosa política y militarmente." 

La posición maximalista de Israel tiene su origen en el "miedo" a un 7 de octubre libanés, esta vez por parte de Hezbolá, una milicia mucho más poderosa que Hamás, explica Karim El Mufti. Mientras Israel se plantea ya el periodo post-Gaza, se hace acuciante la cuestión existencial del regreso de las decenas de miles de desplazados a la frontera norte, impensable mientras flote en el aire la amenaza de Hezbolá. 

Francia intenta mediar entre los dos enemigos acérrimos sobre la aplicación de la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, aprobada en 2006. "La mediación ha sido ampliamente desaprobada en el seno de Hezbolá", explica Karim El Mufti. El Partido de Dios ha repetido que no aceptará ninguna negociación mientras siga la guerra en Gaza. "Hezbolá es una entidad compleja, enraizada en el tejido social, no es sólo un ejército tradicional, y su retirada del sur del país no tiene sentido", prosigue. 

Por el momento, Hezbolá parece considerar la escalada de violencia por parte israelí como un farol, explica Karim El Mufti. "Hezbolá es muy consciente de que el ejército israelí, desplegado en masa en Gaza, no tiene capacidad militar suficiente para dedicarse al frente norte. Además, el apoyo americano en caso de que el conflicto se extienda a todo Líbano no está ni mucho menos garantizado.” 

Pero, ¿durante cuánto tiempo podrá mantenerse el equilibrio? "El riesgo de error de cálculo es alto", afirma Joseph Daher. Los próximos días pueden ser decisivos.

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Traducción de Miguel López

 

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