La derecha griega aspira a la reelección envuelta en escándalos

Manifestación en la plaza Syntagma de Atenas en apoyo a Syriza.

Elisa Perrigueur (Mediapart)

Atenas (Grecia) —

En medio de la pantalla blanca del stand que la derechista Nueva Democracia ha instalado en la Plaza de la Constitución de Atenas se ve inscrito el lema "Estabilidad, audacia, adelante". A pesar de ese entusiasta eslogan, no hay mucha gente en la plaza a pocos días de las elecciones nacionales. Este domingo 21 de mayo, los griegos elegirán a sus 300 diputados. Para los políticos, se trata de evitar el alto índice de abstención de las legislativas de 2019 o del verano de 2015 –42% y 43,8% respectivamente– y de conquistar a una generación joven desilusionada tras una década de austeridad.

Los carteles de campaña de los partidos anticapitalista, comunista, conservador y nacionalista están por todas partes en la plaza central bordeada de hoteles donde los taxis amarillos dejan a los turistas. Pero lo que simboliza estas elecciones es sobre todo la lucha entre dos líderes políticos, Kyriákos Mitsotákis, actual primer ministro del partido Nueva Democracia, frente a Aléxis Tsípras, ex primer ministro y líder del partido de izquierdas Syriza. Los socialistas del Pasok podrían desempeñar un papel central en caso de coalición. Si ninguna de las fuerzas políticas consigue –sola o en coalición– alcanzar el 46% de los votos el domingo, se celebrarían unas segundas elecciones en julio.

Nueva Democracia quedó muy debilitada a finales de febrero por el choque de dos trenes, debido al estado ruinoso de las vías férreas. La tragedia, que causó 57 muertos, fue un trauma nacional y un recordatorio de la existencia de una Grecia plagada de corrupción y fallos en los servicios públicos. Decenas de miles de ciudadanos se manifestaron entonces a la voz de "nuestras muertes, vuestros beneficios", denunciando el neoliberalismo del gobierno.

Gran preocupación por el futuro económico

"No me cabe ninguna duda de que Grecia en 2023 está en una posición mucho mejor que en 2019. Y quiero construir sobre esa base", presume el Primer Ministro Mitsotákis. Está satisfecho con las inversiones extranjeras en el país, como las de los gigantes Google, Amazon o Microsoft. El crecimiento económico alcanzó el 4% en 2022, siendo uno de sus principales motores el turismo, que se ha duplicado en diez años y que el Ejecutivo quiere seguir desarrollando.

Pero varios actores denuncian los límites de este balance macroeconómico. "El turismo debe ser un plus para la economía, pero no su base. El sector no se adapta a las necesidades de los habitantes, sino de los clientes. Los grupos hoteleros que prosperan son en parte extranjeros, y los empleos que crean (guías, camareros, restauradores, etc.) no contribuyen a la riqueza de los griegos, sus salarios son bajos", afirma Michalis Spourdalakis, profesor de políticas sociales de la Universidad de Atenas. “Además, el turismo hace subir algunos precios, mientras muchos ciudadanos luchan por llegar a fin de mes. Reclaman más Estado del bienestar.”

El poder adquisitivo es la principal preocupación de esta campaña. La inflación alimentaria, que se ha disparado en toda la UE, se situó en el 11,4% en abril en Grecia. El precio del feta, el popular queso local, ha subido un 22% en un año. El 8 de mayo, un informe del Instituto Nacional de Estadística reveló que uno de cada cuatro hogares griegos está en riesgo de pobreza y exclusión social, mientras que el salario mínimo es de 780 euros.

Las clases trabajadoras y medias se resienten, exprimidas tras una década de estancamiento. “Nuestros salarios como funcionarios apenas han cambiado en casi catorce años", afirma Alexandra Lagiou, profesora de niños con discapacidad auditiva en Patras (oeste). “Gano 1.000 euros al mes, y el gobierno me pide que trabaje más, que evalúe a los alumnos...".

Hace diez años, la crisis llevó a los griegos a las calles de Atenas, "pero ahora ni siquiera nos manifestamos porque ya estamos cansados” (las manifestaciones tras el accidente de tren se interrumpieron de golpe al cabo de tres semanas)", dice Alexander Sikalias, un joven realizador de vídeos ateniense. "Estamos trabajando más duro sin rechistar, muchos griegos han perdido la esperanza en la política. La situación económica no mejora y todos los precios siguen subiendo sin fin a la vista".

En el centro social de Médicos del Mundo, enclavado entre edificios decrépitos del barrio ateniense de Omonia, preocupa el impacto de la inflación en la salud de los griegos. “Cada vez vemos más personas mayores solas que no tienen seguro", explica el coordinador Anastasios Yfantis. “De los 4.000 pacientes que visitaron el centro gratuito en 2022, la mitad eran niños necesitados de atención". Los equipos constatan "un aumento del número de personas sin hogar, en comparación con 2012".

El escándalo de las escuchas

La deriva "autoritaria" del poder también es objeto de debate. En el verano de 2022, varios medios de comunicación revelaron que el Servicio Nacional de Inteligencia (SNE) pinchaba a periodistas y personalidades políticas, como Níkos Androulákis, líder del partido socialista Pasok. Preguntado en un debate televisado el 11 de mayo, Mitsotákis respondió vagamente que las escuchas eran "inapropiadas". Hay en marcha una investigación sobre este "Watergate griego", pero los diputados (en su mayoría de derechas) se negaron a sancionar al gobierno en enero.

"Estamos hablando de que se ha pinchado a un líder de la oposición política, esto es muy grave. El Estado de Derecho en este país está seriamente amenazado", insiste Sophie in't Veld, la eurodiputada que encabezó en marzo una misión a Grecia de la comisión de Libertades Civiles del Parlamento Europeo (LIBE). “Un pequeño número de oligarcas cercanos al gobierno son dueños de la mayoría de los medios de comunicación, lo que también lleva a una dramática subinformación de este tipo de asuntos ilegales".

Entre 2020 y 2022, el país cayó del puesto 70 al 109 en la clasificación de la libertad de prensa de Reporteros sin Fronteras. Este deterioro está asociado a un "retroceso de las libertades públicas", como sostiene la abogada Anny Paparousou, defensora de numerosos militantes de izquierda desde los años noventa. "El periodo de confinamiento (2020-2021) fue beneficioso para establecer la lógica de ‘ley y orden’ deseada por la derecha. Los ciudadanos eran vulnerables. Se aumentó la policía sin que haya habido protesta alguna y aumentó también la violencia policial. Se quiere invisibilizar a la oposición y a cualquiera que se niegue a aceptar las políticas aplicadas: estudiantes, militantes de izquierda, los más precarios... Hay un clima de miedo", afirma Paparousou. En junio de 2022, un informe del Defensor del Pueblo griego constataba un aumento del 17% de denuncias de violencia policial en un año. 

Obsesión por la inmigración

Desde el principio de su campaña, el primer ministro también ha marcado una pauta: la lucha contra la inmigración. Mistotákis prometió ampliar los muros anti-inmigración de los 37,5 kilómetros actuales a más de 70 kilómetros en la frontera terrestre con Turquía. En un clip de campaña, el líder camina orgulloso a cámara lenta a lo largo del muro de acero.

Esa política se intensificó a partir de marzo de 2020, cuando el presidente turco Erdogan abrió su frontera a los refugiados que querían llegar a la UE, lo que puso a Atenas en estado de alerta. A medida que se profundiza la brecha territorial entre Atenas y Ankara, los inmigrantes son vistos como "armas".

Inmigración: el Estado al margen de la ley

Desde entonces, con el argumento de la seguridad nacional y el apoyo de la UE, el Gobierno griego construye muros, organiza patrullas o instala cámaras para sellar su frontera. También ha creado varios campos de inmigrantes cercados, parecidos a cárceles, para "organizar" la tramitación de las solicitudes de asilo. Las ONG y los refugiados denuncian su estrategia de expulsión, es decir, la devolución de migrantes a Turquía, que el gobierno niega.

Las asociaciones de defensa de los inmigrantes denuncian constantemente esta política migratoria, que se lleva a cabo contraviniendo las normas internacionales. A pesar de esa vigilancia reforzada, llegaron a Grecia 18.000 exiliados en 2022, según ACNUR. Murieron o desaparecieron más de 326, la cifra más alta desde 2016. Cruzar la frontera griega es cada vez más mortal para los migrantes. Pero este hecho aún no está en el centro del debate.

Traducción de Miguel López

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