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Pedofilia en el deporte en Francia: los fallos reiterados han permitido la existencia de cientos de víctimas

Un entrenador da instrucciones a un grupo de niños.

Sueños de podio rotos. Jóvenes atletas silenciados, por influencia de un entrenador. Niños traumatizados, que ya no se atreven a correr, nadar o a competir. Cientos de víctimas indefensas frente a la omertà, la negación y la ignorancia de la gran familia del deporte.

Durante ocho meses, Disclose ha investigado la violencia sexual en el mundo del deporte. Esta inmersión sin precedentes en el cerrado mundo de los clubes de aficionados y profesionales muestra los fallos de todo un sistema, de las asociaciones deportivas a las federaciones e incluso los servicios estatales.

Desde la década de 1970 hasta la actualidad, según las investigaciones de Disclose, al menos se han producido 77 casos marcados por importantes disfunciones. Fútbol, gimnasia, equitación, atletismo, pero también tiro con arco, patinaje sobre ruedas o ajedrez... Hasta 28 disciplinas deportivas.

Estos dramas han causado 276 víctimas, la mayoría menores de 15 años en el momento de los hechos.

 

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Para elaborar este mapa, Disclose se ha entrevistado con centenares de víctimas y testimonios en toda Francia. Estos raros, y a menudo inéditos, testimonios han sido contrastados con documentos judiciales, documentos internos y artículos de prensa y posteriormente recopilados en una base de datos.

Revelan graves deficiencias, tanto en el seno de las federaciones y de los clubes como de las autoridades locales, el Estado o el poder judicial. Entre los errores hallados se encuentran: la falta de control de los educadores voluntarios, el mantenimiento en sus cargos de directivos en procesos judiciales o ya condenados, así como la falta de seguimiento socio-judicial y la inacción de los responsables que optaron por encubrir el escándalo en lugar de defender la integridad de los afectados. Pasando por alto la ley francesa. Sin intención de presentar una serie de sucesos, hemos optado por tratar sólo los casos que se dieron por uno o otro de estos cinco fallos:

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  • Reincidencia

Nuestra investigación revela una primera cifra alarmante, que cuestiona directamente el seguimiento judicial de los delincuentes sexuales. Según nuestros datos, casi uno de cada dos casos delitos sexuales es una reincidencia. Por reincidencia entendemos una repetición de hechos de naturaleza sexual, en su definición actual y no legal (véase al final de la información La Caja Negra). Estos casos implican tanto a educadores deportivos remunerados como a voluntarios.

Para estos últimos, los retos son importantes, estructurados en un sinfín de asociaciones, el deporte amateur debe su existencia y supervivencia únicamente a la dedicación de unos 3,5 millones de voluntarios. Ya sean directivos de pequeñas asociaciones deportivas, dirigentes, conductores o simples acompañantes los días de partido.

Sin embargo, en el caso de los voluntarios, el vacío legal y administrativo es fuente de graves problemas: la comprobación de los antecedentes penales no es obligatoria para quien quiera entrenar o dirigir un club deportivo de forma gratuita. Tampoco lo es la revisión de los antecedentes penales automatizados de los autores de delitos sexuales y violentos (IJAISV).

En cuanto a los trabajadores por cuenta ajena y por cuenta propia, los clubes y las federaciones se olvidan con demasiada frecuencia de consultar el Boletín nº 2 del registro de antecedentes penales, lo que facilita la repetición de los hechos y la multiplicación de las víctimas.

 

  • Mantenimiento en el cargo

El segundo hecho preocupante es que en el 78% de los casos registrados, el agresor continuó su actividad a pesar de los procedimientos judiciales en curso o encontró un puesto en el mundo del deporte tras una condena por un delito sexual. Una situación que aumenta el peligro de reincidencia y pone en riesgo a los jóvenes atletas.

Sin embargo, un artículo de la ley estipula específicamente que una persona condenada por un delito sexual no puede entrenar a atletas ni supervisar una actividad deportiva. Se trata del artículo 212-9 del Código del deporte. Durante la investigación, descubrimos que la mayoría de los dirigentes deportivos no estaban familiarizados con este famoso código y su conjunto de leyes y decretos aplicables al ámbito del deporte. Ya sea en los clubes de las aldeas o en las oficinas de las ligas y federaciones nacionales.

 

  • No presentar denuncia

En casi la cuarta parte de los casos registrados, se alertó a personas o instituciones sobre hechos concretos sin informar a los tribunales, como exige la ley. En la mayoría de los casos, los responsables de esta omertá no fueron acusados de cubrir delitos sexuales.

 

  • Apoyo del agresor

En 17 casos, el club, la federación, el ayuntamiento o la escuela defendieron al agresor. Una defensa acompañada a menudo de desprecio por las palabras de las víctimas, o incluso de intentos de intimidación. Las condenas por violencia sexual o las decisiones de los tribunales a veces han sido impugnadas, y algunos de sus partidarios afirman incluso que se ha producido un error judicial.

 

  • Negligencia de indicios importantes

Finalmente, en una última categoría, identificamos nueve casos en los que las alertas –no siempre de naturaleza criminal– se tomaron a la ligera antes de que el educador cometiera las agresiones. Por ejemplo, un entrenador que pasa la noche solo en una habitación con un atleta. O incluso tener como hábito ducharse, desnudo, entre los niños de un club. En estos casos, los profesionales de la protección de la infancia –la brigada de menores y las asociaciones contra la violencia sexual– recomiendan alertar a las autoridades.

 

  • La huida

En 18 casos, casi un 25% del total, observamos un desplazamiento del agresor. De una región o club a otro, estos movimientos son una forma de pasar por debajo del radar, en un sistema donde la cadena de transmisión de información se pierde fácilmente. En la mayoría de los casos, estas “huidas” están en el origen de las reincidencias.

 

  • Los responsables

Muchos actores no han asumido sus responsabilidades, dejando que un delincuente sexual caiga en el olvido. En el 53% de los casos, los fracasos provienen de los tribunales.

Hay situaciones que plantean interrogantes. ¿Por qué no se prohíbe sistemáticamente a una persona condenada por delitos sexuales o delitos cometidos contra menores que trabaje con niños? ¿Por qué el seguimiento sociojudicial a veces sólo dura unos pocos años? ¿Qué criterios conducen a una condena por delitos sexuales que a veces desaparecen muy rápidamente del registro de antecedentes penales?

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A continuación vienen los clubes, que son la causa de las disfunciones en el 35% de los casos. Nuestra investigación revela que la información no siempre se remite a las federaciones, a la prefectura o a las autoridades judiciales, a menudo por el deseo de proteger al club de un escándalo. Además, los dirigentes deportivos, ya sean voluntarios o profesionales, rara vez reciben capacitación sobre la violencia sexual o la legislación vigente. Como resultado, se encuentran totalmente indefensos cuando se presenta un caso.

Varios ayuntamientos, escuelas o empleadores de un educador deportivo también fueron alertados, pero no lo notificaron a las autoridades. Sin embargo, el artículo 40 del Código Penal exige que los cargos electos y los funcionarios públicos informen de los hechos al fiscal tan pronto como tengan conocimiento de ellos y que “transmitan al juez toda la información, las actas y los actos relativos a los mismos”. En dos casos, fueron incluso los servicios del Estado –el Ministerio de Deportes y la Prefectura– los que mostraron una inercia culpable.

Por último, las familias de las propias víctimas pueden ser reacias a hablar. El reconocimiento y el apego al entrenador puede ser una barrera para denunciar. “En la Iglesia se habla de una influencia moral, en el deporte es parecido”, avisa Marie Mercier, ponente de la misión de investigación sobre los delitos sexuales contra menores creada por el Senado en 2019.

Pero a diferencia de los casos de pedofilia en la Iglesia católica, que ahora están mejor expuestos, la violencia sexual en el mundo del deporte sigue estando poco difundida en Francia. Sin embargo, dos atletas mujeres víctimas de agresiones sexuales dieron la voz de alarma hace varios años: la atleta Catherine Moyon de Baecque en los años 90 y la tenista Isabelle Demongeot en 2005. En vano.

En 2008, Roselyne Bachelot, entonces Ministra de Deportes, presentó un plan para combatir el acoso y la violencia sexual en el deporte. Un año después, presentó una investigación nacional que reveló que el 17% de los atletas encuestados habían sido víctimas o pensaban que habían sufrido alguna forma de violencia sexual. Luego, durante diez años, los ministros se sucedieron, entre tímidos anuncios y grandes planes de comunicación sin futuro.

En noviembre de 2017, en medio de la ola #MeeToo, la excampeona olímpica de esgrima Laura Flessel, entonces ministra de Deportes, se atrevió incluso a decir: "No hay omertá en el deporte". Nuestra investigación muestra lo contrario.

   

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Traducción: Mariola Moreno

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