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“Prefiero morir en mi casa”: la población gazatí se resiste a abandonar la Franja a pesar del horror

Gazatíes heridos tras la masacre del hospital el martes por la noche

Mathieu Magnaudeix (Mediapart)

Ziad Medoukh enseña francés en varias universidades de Gaza y vive en el norte de la Franja. Aunque su familia se ha trasladado al sur del enclave, él se niega a irse. No está dispuesto a una segunda Nakba, el exilio forzoso que vivieron los palestinos en 1948, cuando se creó el Estado de Israel. Hemos hablado con él esta semana, para una entrevista en vídeo emitida en el programa "À l'air libre". He aquí algunos extractos, en los que nos habla de su vida diaria y explica por qué se niega a marcharse. 

Mediapart : ¿Cómo es su vida diaria?

Desde hace once días, vivo en el horror absoluto. Como habitante de Gaza, he vivido cuatro ofensivas, en 2009, 2012, 2014 y 2021. Pero es la primera vez que vivo una situación como esta. La diferencia con las ofensivas anteriores es, en primer lugar, su escala: casi 8.000 bombas hasta ahora, una cada dos o tres minutos en toda la Franja de Gaza.

La destrucción masiva está destruyendo todas las infraestructuras civiles y cortando las carreteras entre ciudades, pueblos y, sobre todo, barrios. Asistimos a una crisis humanitaria sin precedentes. No tenemos electricidad, agua, alimentos ni medicinas. Durante las ofensivas anteriores, a veces se producía una tregua al cabo de dos o tres días y se abrían los pasos. Ahora ya no. Incluso las organizaciones internacionales están desbordadas. La vida diaria es muy difícil. 

Hasta este sábado he estado con mi familia, pero me sentía impotente para proteger a mis hijos y a mi mujer. Así que tuve que evacuarlos con muchos problemas. Fue una decisión muy difícil, pero no me siento solo. Estoy con 900.000 personas que siguen viviendo en el Norte.

¿Por qué decidí quedarme sola y soportar el horror, la angustia y la preocupación? Porque no quiero vivir una segunda Nakba, una segunda catástrofe. Si hoy me voy de mi casa, de mi ciudad, de Gaza, dejo Palestina y volveré a ser un refugiado.

Han abandonado el norte de la Franja de Gaza 750.000 palestinos y 900.000 han decidido quedarse, como yo. La mayoría son miembros de la sociedad civil, académicos e intelectuales. Resistimos gracias a nuestro apego a la tierra, la educación y la no violencia. Así que quedarme aquí forma parte de mi manera de resistir a la atrocidad de la ocupación.

No sólo se asesina a los niños de Gaza, sino también a la paz y la estabilidad en esta hermosa región de Palestina.

Decidimos quedarnos a pesar de la muerte de muchos compañeros y amigos. Nadie está a salvo. Si dejo mi casa, me sentiré humillado el resto de mi vida. Así que prefiero morir de pie en casa, y asumo el riesgo. Pero, de momento, sobrevivo con muy poco, con una batería recargable porque no tenemos electricidad, ni tampoco agua. Salgo cada dos días a comprar comida y, sobre todo, cargo la batería porque recibo peticiones de los medios de comunicación francófonos. Mi vida diaria es muy difícil. 

Los 750.000 desplazados que se encuentran actualmente en hospitales, centros de acogida y escuelas también están en una situación dramática. Duermen en el suelo, no tienen colchones ni mantas, las organizaciones internacionales están desbordadas, sus almacenes han sido bombardeados, y nadie se ocupa de esos desplazados, aparte de algunas iniciativas de la sociedad civil para distribuir alimentos y agua. 

La comunidad internacional no reacciona. Esta comunidad internacional está avalando los crímenes israelíes. No sólo están asesinando a los niños de Gaza, sino también la paz y la estabilidad en esta hermosa región de Palestina y Oriente Próximo. Por el momento, nos mantenemos firmes con nuestra voluntad y nuestra determinación. La pregunta es: ¿cuánto tiempo podrán resistir los palestinos de Gaza en esta situación tan difícil? 

¿Qué quiere decir cuando dice que no quiere revivir una nueva "Nakba"?

El objetivo israelí no es sólo atacar a partidos políticos o facciones militares. Es atacar la voluntad del pueblo palestino. Llevamos dieciséis años de bloqueo, con dramáticas consecuencias psicológicas, económicas y sociales... Pero aunque hemos sufrido cuatro ofensivas, seguimos en pie. Los habitantes de Gaza siguen en pie, junto a las ruinas de sus casas.

El objetivo de Israel es presionar, sembrar el terror, empujar a los palestinos de Gaza hacia Egipto, hacia el Sinaí. El objetivo es vaciar la Franja de Gaza y crear una nueva prisión. Personalmente, prefiero morir de pie en mi propia casa. No es un gesto heroico ni un suicidio. Yo no soy un héroe ni un líder. Soy un simple ciudadano palestino, pero me siento portavoz de los jóvenes y de la sociedad civil. Por eso he decidido quedarme, a pesar de los riesgos. Esta es mi tierra, mi ciudad y mi patria. No voy a ceder ante la propaganda y las amenazas israelíes. 

¿Tiene noticias de su familia?

Sí, claro. Están con mis hermanos. Había 250 personas en el barrio, treinta de las cuales se quedaron, como yo. Los demás están en el sur y el centro de la Franja de Gaza. Llamo a mi familia todo el tiempo. Es difícil. Cuando llamo a mi mujer, los niños lloran. 

¿Cómo hace para tener electricidad ?

Tengo una batería recargable que me da dos o tres horas de electricidad al día. Antes de la ofensiva, sólo teníamos seis horas de electricidad diarias: el 40% de esta electricidad procede de Israel y el 60% de la única central eléctrica de Gaza, que funcionaba al 25% de su capacidad porque había sido bombardeada varias veces. Esa era la vida corriente de todos los hogares palestinos. Como profesor de francés, tengo una batería recargable, que me permite dar cursos en línea o por Zoom como durante la pandemia, o comunicarme con el mundo francófono.

Tenemos que intervenir urgentemente para salvar la vida de los niños de Gaza, de los bebés y de las madres que no encuentran medicinas.

Pero desde hace una semana, todo está bloqueado. No hay combustible para la central eléctrica, así que nos hemos quedado a cero. En consecuencia, no tenemos agua, porque las cisternas funcionan con electricidad. Compro agua mineral para beber y lavarme. Para la electricidad, acudo todos los días a los vecinos porque tienen un panel solar y recargo la batería entre las 11 y las 14 horas. 

¿Cómo han sido los últimos días en su alrededor?

Cerca de mi casa, a unos 50 metros, fueron destruidos tres edificios  en los primeros días. Habíamos cruzado los dedos, pero fueron destruidos y el objetivo era una escuela de la UNRWA. El ruido es terrible. Nos sentimos impotentes porque no podemos hacer nada. Antes, cuando había un bombardeo, podías ir a ayudar a tus vecinos, pero ahora, incluso las ambulancias son bombardeadas. Han matado a quince conductores de ambulancias. También a dieciséis periodistas. Ya no pueden informar. Cuando bombardean un lugar, pueden volver a hacerlo al cabo de tres o cinco minutos, o al día siguiente. Incluso los muertos mueren varias veces en Gaza. 

Así que ahí, ¿está usted completamente aislado en su edificio?

Sí, aunque tengo vecinos y un primo, con quienes comparto las comidas. Salimos cada tres días a hacer la compra. Antes había tiendas en el barrio a 200 metros, ahora está a 900 metros. Intentamos comprar barras de pan las panaderías están desbordadas y hacer acopio de alimentos, sobre todo pasta. 

¿Qué mensaje le gustaría enviar al mundo?

Tengo cuatro mensajes concretos. En primer lugar, un mensaje muy contundente a los líderes internacionales: dejen de avalar los crímenes israelíes. Lo que está ocurriendo hoy son crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Lo dicen organizaciones como Amnistía Internacional. Hay muertos. 

Tenemos que intervenir urgentemente para salvar las vidas de los niños de Gaza, de los bebés, de las madres que no encuentran medicinas o de los jóvenes que no encuentran mantas para dormir, que duermen en la calle. Debemos intentar salvar un proceso de paz, intentar salvar la paz y la estabilidad en la región. Debemos intervenir urgentemente para presionar al gobierno israelí para que abra las puertas a la ayuda internacional.

Sobre todo, debemos detener estos ataques, que han causado casi tres mil muertos y once mil heridos en once días, lo nunca visto. Se trata de una situación humanitaria y de seguridad catastrófica.

Gaza no es Hamás. Hamás forma parte de Gaza, pero Gaza es también la sociedad civil, los intelectuales y las mujeres. Así que, por favor, dejen de enfrentar a Hamás y al ejército de ocupación.

Mi segundo mensaje es para los medios de comunicación extranjeros. No pido a nadie que sea pro-palestino, pero sí que estén a favor de la justicia, que miren la realidad. Desgraciadamente, muchos medios, incluidos los franceses, dan la palabra al portavoz del ejército de ocupación, pero rara vez a los palestinos. Intentamos informar objetivamente, pero por desgracia los medios toman partido. Les pido que miren la realidad, aunque sea muy dura.

Tercer mensaje muy importante para todos nuestros amigos que están mostrando su solidaridad: gracias por vuestro apoyo, por esta magnífica solidaridad. 

Finalmente, un último mensaje para todos: Gaza no es Hamás. Hamás forma parte de Gaza, pero Gaza también es sociedad civil, intelectuales y mujeres. Así que, por favor, dejen de enfrentar a Hamás y al ejército de ocupación. 

Este conflicto nunca tendrá una solución militar, la única solución es la paz, la justicia y el respeto del derecho internacional y la aplicación de todas las resoluciones internacionales. Hoy, los palestinos no piden la luna, sino la creación de un Estado palestino. También pedimos elecciones desde hace dieciocho años. Fueron los israelíes quienes rechazaron la petición del presidente palestino Mahmud Abbas de celebrar elecciones en Jerusalén en 2021. Sólo a través de las elecciones los palestinos pueden elegir nuevos representantes que puedan defenderlos, que puedan hablar en nuestro nombre. Así que no olviden a Gaza, no la abandonen.

Y después de arrasar Gaza, ¿qué?

 

Traducción de Miguel López

 

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