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Invisibles y mal pagadas: las limpiadoras sacan brillo al Parlamento Europeo a cambio de sueldos precarios

El Parlamento Europeo en Estrasburgo.

Aylin Ho, Loïc Pradier y Méline Pulliat (Mediapart)

Estrasburgo (Francia) y Bruselas (Bélgica) —

Karim* lleva unos diez años limpiando el Parlamento Europeo en Bruselas. “No es exactamente una vida de ensueño, pero hay que hacerlo”, sonríe. Trabaja por la mañana temprano y cuando llega a casa por la noche, a una hora en coche, intenta descansar antes de empezar otra interminable jornada de trabajo.

En Estrasburgo ocurre lo mismo. Fátima* empuja su carrito azul lleno de productos de limpieza por los pasillos del Parlamento. Lleva desde las 6 de la mañana limpiando aseos, pasillos, despachos, cafeterías, etc. "Limpiar es duro, pero no te queda más remedio. Si quieres comer, hay que escuchar al jefe y hacer el trabajo", dice en un francés regular. La mayoría del personal de limpieza aquí son mujeres, que hablan poco o nada de francés y tienen miedo de hablar con los periodistas. Algunas se esconden en los aseos para responder a nuestras preguntas.

A medida que se acercan las elecciones europeas del 9 de junio, los parlamentos de Estrasburgo y Bruselas están en plena agitación, pero tras la votación, es poco probable que cambie la vida cotidiana de quienes los mantienen limpios. Limpiar el Parlamento Europeo no es, desde luego, el peor de los “tajos”, por utilizar la jerga de la profesión. Son incluso "sitios de lujo", según los sindicatos belgas FGTB Nettoyage (de izquierdas) y CSC Alimentations et services (sindicato cristiano).

Empleados por gigantes de la limpieza como Onet, ISS y Atalian, las limpiadoras con las que nos entrevistamos describen unas condiciones laborales difíciles, una falta de reconocimiento y una remuneración escasa, los leitmotiv del sector. En Estrasburgo, son unas 80 personas las que limpian el edificio “fuera de sesión”, y hasta 200 cuando los eurodiputados se desplazan desde Bruselas cuando hay sesiones plenarias, que duran una semana. En Bruselas, son unas 200.

La mayoría trabajan a tiempo parcial. Para completar sus salarios, a menudo tienen que aceptar otros contratos, a veces dentro del propio Parlamento. De 6 a 9 de la mañana, Karim trabaja para Atalian en la limpieza de un anexo del Parlamento de Bruselas. Luego, de 15 a 20 horas, trabaja para ISS en la sede principal de la institución europea.

Aparte de en Estrasburgo, muy poca gente trabaja siete horas seguidas en el Parlamento durante la semana de la sesión parlamentaria y la anterior. "La gente se queja aquí sobre todo porque no hay trabajo a jornada completa. Les gustaría poder trabajar más horas a la semana", comenta Daniel*, recostado en una silla de la cafetería del Parlamento en Estrasburgo. Como los demás jefes de equipo, trabaja a jornada completa.

Los salarios pagados al personal de limpieza palidecen cuando se comparan con los millones de euros de los contratos firmados para los servicios de limpieza

El ritmo de los turnos de limpieza es agotador, y los salarios irrisorios. En Bélgica, el salario mínimo para el primer escalón es de 15,88 euros brutos por hora (el salario mínimo por hora es de 12,33 euros). En Francia, para un nivel equivalente, es de 12,05 euros según la escala salarial vigente. Esto apenas supera el salario mínimo, fijado en 11,65 euros brutos por hora.

Los salarios de Karim, Fátima y todos los demás palidecen cuando se comparan con los contratos millonarios de limpieza firmados entre el Parlamento Europeo y las empresas. Cada cuatro años, los gigantes del sector se reparten los contratos.

En Estrasburgo, la empresa marsellesa Onet ganó el concurso de 2020, sustituyendo a la danesa ISS (cuyas actividades en Francia acaba de adquirir). El contrato asciende a más de 22 millones de euros y tendrá una duración de cuatro años. En Bruselas se reparten el terreno dos empresas: ISS y Atalian, con contratos por un total de 33 y casi 30 millones de euros, respectivamente.

Un sector que depende de las trabajadoras inmigrantes

La carga de trabajo y la presión que imponen estas empresas son muy altas. Las empleadas entrevistadas en Bruselas afirman que no se sustituye a nadie cuando están de baja o de vacaciones, ni se les deja tiempo extra para hacer el trabajo. "Si te niegas a hacer un despacho más cuando no hay sustituto, te amenazan con trasladarte a otro sitio. Así que todo el mundo se calla", dice Karim. Preguntados por el tema, Atalian confirma que cumple el pliego de condiciones acordado con el Parlamento Europeo en materia de continuidad del servicio.

Sobre el papel, sin embargo, la profesión está bastante bien protegida. “En 2011 se hizo un convenio colectivo para las empresas de limpieza con el fin de adaptar las disposiciones del Código de Trabajo francés", explica Julie Valentin, profesora de economía del trabajo en la Universidad de París I. Este convenio permite reducir la jornada laboral mínima de las empresas de limpieza de 24 a 16 horas, como en el sector tradicional. Pero las horas extraordinarias se pagan a un 25% más, en lugar del 10% reglamentario. “El problema es que no se respetan todas estas normas”, subraya no obstante la profesora.

Frente a las grandes empresas del sector, aquí los empleados, a menudo inmigrantes, están poco cualificados. Suelen ser turcos, marroquíes, argelinos o bosnios. No es de extrañar, ya que el sector es uno de los más dependientes de la mano de obra inmigrante. Según un estudio del INSEE de 2022, más del 45% del personal de limpieza de la región de Île-de-France son “trabajadores inmigrantes”.

"Lo más difícil es para las mujeres que no hablan francés. Los superiores se irritan y a muchas les gritan. He visto a algunas esconderse en los aseos a llorar", cuenta Karim. La barrera del idioma puede parecer trivial, pero en realidad es un obstáculo importante a la hora de hacer valer los propios derechos.

También hay problemas más generales de comunicación con la dirección. “En Atalian nos tienen prohibido hablar con nuestros jefes”, se queja Karim. "Cuando se nos acaban los productos o los guantes, no podemos pedir otros nuevos. A veces tenemos que limpiar simplemente con agua", asegura.

La empresa lo niega. “Atalian proporciona a sus empleados los equipos de protección individual y el material que necesitan para realizar el trabajo estipulado en el contrato”, afirma. En cuanto a la prohibición de hablar con la dirección, la empresa lo niega y asegura que existe “una estructura pensada en el bienestar de los empleados que todos conocen bien para informar de lo que sea”.

Antiguas demandas

Ha habido intentos de hacer visibles esos problemas. Hace un año, a principios de junio de 2023, limpiadoras holandesas y belgas organizaron una concentración ante el Parlamento Europeo. Apoyadas por los sindicatos FGTB y CSC y por personalidades políticas como el eurodiputado laborista belga Marc Botenga, las limpiadoras exigieron la limpieza diurna y el fin de los turnos partidos (en mañana y tarde).

Tras la movilización, varios eurodiputados, entre ellos las francesas Aurore Lalucq (Place publique), Leïla Chaibi y Manon Aubry (La France insoumise), el 20 de julio de 2023 enviaron una carta  a la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, transmitiendo estas reivindicaciones. En ella lamentaban que “siga estando infrautilizada la limpieza diurna en las instituciones europeas”.

La presidenta respondió que “el Parlamento Europeo había tomado la decisión deliberada de no utilizar turnos de noche”. Se supone que no se realizan actividades de limpieza después de las 18.00 horas en Estrasburgo y de las 20.00 horas en Bruselas. Pero la presidenta obvió que en Bruselas, a petición del Parlamento, el horario se amplía hasta después de las 20.00 horas para diecisiete empleados. Por ejemplo, Naila* limpia el edificio principal del Parlamento Europeo de 6 a 9 de la mañana, y de nuevo de 4 de la tarde a 10 de la noche.

El ISS asegura que estos horarios fragmentados les convienen a las limpiadoras, que pueden así compaginar varios trabajos. "Cambiar el horario de trabajo requeriría hablarlo con los clientes y los sindicatos. El personal ya se ha organizado con sus cónyuges, ya que esto alteraría sus hábitos", dice la empresa, que también señala que “algunos diputados no quieren trabajar con el ruido de la aspiradora de fondo”. ISS señala que el personal “podría terminar a las 20.30, a medio plazo, si el Parlamento está de acuerdo”.

La prohibición de los turnos partidos es también una reivindicación del sindicato belga FGTB, una medida que podría añadirse a las cláusulas sociales más protectoras que el sindicato quiere que consten en los pliegos de condiciones de los contratos de limpieza.

Mientras, los horarios partidos frenan la formación de colectivos que permitan a los trabajadores unir sus fuerzas. Una unión que sería muy importante ya que a menudo se acusa a las empresas de malas condiciones laborales.

En agosto de 2022, por ejemplo, los empleados de ISS en Ouistreham (Calvados, Francia) se movilizaron para denunciar las difíciles condiciones de trabajo, los ritmos de trabajo infernales y los bajos salarios. En febrero, los empleados del grupo Atalian se declararon en huelga frente a su sucursal de Orchies (Norte, Francia), de nuevo para expresar su enfado por sus condiciones laborales.

A veces la lucha da sus frutos. En 2017, una filial del grupo Onet, que presta servicios de limpieza a la SNCF en la Estación del Norte de París, se declaró en huelga durante 45 días. El personal de limpieza exigía mejores salarios y condiciones de trabajo, y ganaron el pleito. En 2020, el Tribunal de Apelación también reconoció el acoso sexual y la discriminación que sufrían algunas de esas empleadas. Lo mismo ocurrió seis años más tarde en Montpellier, donde el personal que trabajaba en el hospital consiguió varias de sus reivindicaciones tras setenta y ocho días de huelga.

La subcontratación, un problema sistémico

Pero este tipo de huelgas es difícil de organizar en el sector, como explica Claude*, inspector de trabajo y delegado sindical de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) en Estrasburgo. “La acción colectiva sólo existe donde hay verdaderas comunidades de trabajo”, señala. En el Parlamento Europeo, conseguir crear un colectivo fuerte, que agrupe todo tipo de empleos, podría facilitar la afiliación sindical de los profesionales de la limpieza.

"¿Cómo podemos luchar juntos si no tenemos el mismo empleador? Ese es uno de los problemas y uno de los motivos por los que queremos internalizar el servicio de limpieza", añade Claude. Los sindicatos belgas y franceses presionan para que la limpieza deje de ser subcontratada por el Parlamento. Muchos ven en la subcontratación una fuente de abusos y deterioro de las condiciones laborales, especialmente en el sector de la limpieza.

Si el Parlamento Europeo realmente quiere hacer algo por las condiciones laborales, no debería subcontratar

Claude, inspector de trabajo y sindicalista de la CNT

La prueba está en las licitaciones convocadas por los servicios administrativos del Parlamento (la Dirección General de Infraestructuras y Logística, conocida como DG Inlo). En su sistema de clasificación de las distintas ofertas que recibe para el servicio de limpieza, el Parlamento había decidido hace tiempo que el criterio del precio debía suponer el 60% de la puntuación final. Pero a partir de 2021, la institución ha cambiado ese porcentaje y los criterios de “calidad” (que incluyen la seguridad y la salud física y moral del trabajador) cuentan ahora con el 50% de la puntuación.

La DG Inlo recuerda que adjudica el contrato a la empresa que “presente la oferta con la mejor relación calidad-precio” y afirma que “la calidad (organizativa, medioambiental, social, etc.) se tiene muy en cuenta en sus licitaciones”. Pero eso no convence del todo a los especialistas. “La elegida es la empresa que ofrece el contrato más barato", afirman en el sindicato belga FGTB. “Eso significa menos personal y más carga de trabajo".

“Si el cliente quiere realmente influir en las condiciones de trabajo, no debería recurrir a un subcontratista”, añade Claude, sindicalista de la CNT. Para él, “si realmente queremos tener personal de limpieza con buenas condiciones de trabajo en el Parlamento Europeo, hay que contratarlo con estatuto de funcionario europeo y una escala salarial adecuada”. Una utopía, dadas las prácticas actuales de administraciones y empresas.

Preguntada por la posibilidad de internalizar la limpieza, la administración del Parlamento explicó que la cuestión había sido decidida por la Mesa de la institución. Este órgano político, compuesto por la presidencia del Parlamento Europeo, catorce vicepresidentes y cinco cuestores, elegidos por un mandato de dos años y medio, toma todas las decisiones financieras, organizativas y administrativas relativas al funcionamiento interno del Parlamento.

“La Mesa ha decidido centrarse en las funciones legislativas y delegar las tareas periféricas en proveedores de servicios externos”, explica la DG Inlo. “La licitación mejora la relación coste-eficacia al aprovechar la experiencia de los proveedores de servicios y las economías de escala, lo que permite acceder a personal cualificado sin exceso de capacidad”, argumentan, utilizando la clásica jerga económico-administrativa.

Para la economista Julie Valentin, las ventajas económicas de la externalización son una farsa: “La externalización conlleva toda una cadena de costes, a diferencia de la contratación interna, que sólo incluye el salario del empleado y los costes accesorios", señala. “Para abaratar la subcontratación, hay que recortar servicios: en vez de hacer la limpieza en un día entero, se fragmenta.” Como la mayoría de las empresas que recurren a la subcontratación, el Parlamento Europeo está convencido de que ahorra dinero, pero lo que es seguro es que está empobreciendo a la mano de obra que mantiene limpiando en sus pasillos.

Caja negra

* Los nombres de pila han sido modificados a petición de los interesados.

Como la mayor parte del personal de limpieza del Parlamento son mujeres, hemos utilizado el femenino.

Han colaborado en este artículo Fannie Axelsson, Wiktoria Gruca, Esmee Lam, Laure-Anne Marxuach, Leon Meckler, Dariush Movahedian, Charis Mündlein, Justus Niebling, Christian Schweppe y Guokai Sun.

Esta investigación se realizó en el marco del Campus de Periodismo Transfronterizo, un programa europeo pionero de formación en periodismo de investigación colaborativo. Reúne a tres escuelas de periodismo: el Centro de Formación de Periodistas de París (Francia), la Universidad de Gotemburgo (Suecia) y la Universidad de Leipzig (Alemania). El programa está diseñado para exponer a los futuros periodistas a los desafíos del periodismo colaborativo y a la realidad de las investigaciones transfronterizas. 

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Traducción de Miguel López

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